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Entrevista
Sara Maldonado Martín
Doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la UPV/EHU

«Queremos investigar si una ‘vida sana’ podría mejorar la covid persistente»

No cabe duda de que el ejercicio físico contribuye a mejorar nuestra salud. Diferentes estudios, incluso, plantean que puede mejorar el sistema inmune. Sara Maldonado quiere investigar si una intervención intensiva de «vida sana» puede mejorar el estado funcional en personas con covid persistente.

Sara Maldonado Martín (Raúl BOGAJO | FOKU)

Sara Maldonado Martín es doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la UPV/EHU. Profesora en la Facultad de Educación y Deporte, sus trabajos científicos han estado relacionados hasta ahora con el efecto del ejercicio físico en las personas con riesgo cardiovascular, así como en personas con enfermedad mental. En los últimos meses ha desarrollado un proyecto de investigación sobre vida sana y covid persistente, en colaboración con el instituto de investigación médica Bioaraba y diferentes especialistas de Osakidetza.

¿Cuáles fueron los indicios que les llevaron a estudiar esa relación?

En primer lugar, debo decir que aún no hemos comenzado esta investigación, porque estamos a la espera de financiación. Lo hemos enviado a diferentes convocatorias estatales y esperamos que con alguna de ellas tengamos una resolución positiva. El título del proyecto es “Vida Sana en los síntomas persistentes después de covid-19: estudio PERSEUS” y, en resumen, lo que viene a plantear es que el cuidado de pacientes con Coronavirus Disease 2019 (covid-19) no finaliza en el momento del alta hospitalaria, y es necesaria una valoración y tratamiento integral, no solo física, sino también a nivel psico-emocional, con cooperación interdisciplinar en espacios extrahospitalarios.

El objetivo a largo plazo es proporcionar un tratamiento efectivo para reducir y/o eliminar los síntomas relacionados con la covid-19 persistente y, de forma particular, aquellos relacionados con la intolerancia al ejercicio físico y fatiga al esfuerzo.

Los objetivos que nos marcamos son, en primer lugar, investigar si una intervención intensiva de «vida sana» fundamentada en ejercicio físico concurrente (aeróbico+fuerza), dieta mediterránea baja en histamina, e intervención psicológica basada en aceptación y compromiso, mejorará el estado funcional en personas con COVID persistente en comparación con un grupo Atención Control. Y en segundo lugar, analizar el efecto a los seis meses sin supervisión profesional, pero con recomendaciones generales.

Nos propusimos presentar este proyecto porque se observó que el porcentaje de personas con covid persistente o «long covid» llega hasta el 10-15% de las personas que se han contagiado de covid-19 y los síntomas persistentes o el desarrollo de secuelas se mantiene más allá de las 3-4 semanas desde el inicio de los síntomas agudos. Por ello, parece claro que el cuidado de las personas con covid-19 no finaliza en el momento del alta del hospital, y que es necesaria una caracterización de la enfermedad, valoración y tratamiento integral de la persona.

¿Cuáles son los síntomas que presentan con mayor frecuencia los enfermos de covid persistente y hasta qué punto mejoran con la actividad física?

La manifestación clínica del síndrome post-covid-19 es multifactorial indicándose secuelas a nivel pulmonar (desde disnea hasta daño pulmonar fibrótico), cardiovascular (inflamación miocárdica), neuropsiquiátricas (síntomas depresivos, sueño no reparador, déficit cognitivo), renal, endocrino (cetoacidosis diabética, tiroiditis), gastrointestinal (disbiosis intestinal), dermatológico (erupción cutánea, pérdida de cabello)... Sin embargo, los síntomas cardiorrespiratorios persistentes, incluyendo la disnea en esfuerzo es una de las quejas más frecuentes, resultando en una peor calidad de vida, incapacidad para la vuelta al trabajo y un incremento del uso de los sistemas de salud. Todos estos síntomas conllevan una reducción en los niveles de actividad física, tanto en volumen como en intensidad, aumentando así el riesgo de pérdida de masa y fuerza muscular, así como de capacidad cardiorrespiratoria (CCR) y en mayor medida en aquellas personas hospitalizadas por covid-19 o con síntomas persistentes post covid-19. En este sentido, se sabe también que la pérdida de masa muscular va unida a la inflamación sistémica asociada a la edad y adiposidad incrementada, afectando directamente a la salud con un descenso de la efectividad del sistema inmune.

Para contrarrestar este contexto inflamatorio, se presentan las citoquinas (hormonas) secretadas por los músculos esqueléticos como respuesta a la contracción muscular por el ejercicio físico, reconocidas como mioquinas con efectos antiinflamatorios, y que son la base de la «conversación» durante y después del ejercicio físico entre los músculos esqueléticos y otros órganos, de forma especial el tejido adiposo. Así, una óptima regulación metabólica a través de las mioquinas juega un papel esencial en la restauración del ambiente celular sano, y en la reducción de la inflamación sistémica. Es por ello, por lo que diferentes investigaciones han propuesto el ejercicio físico como programa coadyuvante para abordar la mejora del sistema inmune.

¿El ejercicio físico también puede ayudar a mejorar los problemas sicológicos derivados de la pandemia y el confinamiento?

Además de los síntomas físicos de las personas afectadas por covid-19 persistente, no se debe olvidar que el bienestar psicológico de dichas personas también se ve afectado, incluyendo un bajo estado de ánimo, ansiedad y depresión. Los fármacos antidepresivos son un tratamiento básico y esencial, y a menudo no son totalmente eficaces, así el ejercicio físico tiene un papel complementario en el tratamiento, que es seguro, sin efectos secundarios, de bajo coste y con resultados interesantes, mejorando significativamente los síntomas de las personas. A través de la contracción muscular con el ejercicio físico se liberan endorfinas, sustancias químicas cerebrales naturales (canbinoides endógenos) que mejoran la sensación de bienestar.

 

«El ejercicio físico es una ‘polipíldora’ capaz de conseguir beneficios en todo el cuerpo con una única dosis»

Al margen de los beneficios de la actividad física para mejorar los síntomas del covid persistente, no cabe duda de que el ejercicio contribuye a mantener nuestra salud, tengamos la edad que tengamos.

¿Cuáles son los beneficios de la actividad física en nuestro día a día?

Los beneficios de la actividad física son multi-orgánicos y por eso se dice que el ejercicio físico es una «polipíldora» capaz de conseguir beneficios en todos los órganos del cuerpo humano con una única dosis.

¿Se puede cuantificar cuánta actividad mínima es necesaria para evitar los problemas de salud más frecuentes hoy en día? (Hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes...)

La Organización Mundial de la Salud, en sus últimas recomendaciones (año 2020) de actividad física para las personas adultas independientemente de la edad, y condición física, indica que toda actividad física (cada movimiento) cuenta, incluso a intensidad ligera y pocos minutos. Asimismo, considera necesario limitar los tiempos de sedentarismo y sustituirlo por actividad física a cualquier intensidad, incluida la ligera.

Así, la OMS propone intentar realizar 150-300 minutos a la semana de actividad física a intensidad moderada, es decir, aquella que me permitiría hablar, pero no silbar o cantar; y/o alternar con 75-150 minutos a la semana a intensidad vigorosa (aquella que solo permite decir palabras sueltas). Además, plantea realizar ejercicios de fuerza dos días por semana.

En cualquier caso, conviene subrayar que es necesario individualizar los programas de actividad física y que sean diseñados por una persona educadora físico-deportiva.