26 JUL. 2022 - 06:22h Luminosa traca final y buen balance El pobre de mí del festival donostiarra se celebró por todo lo alto con la jornada más redonda de esta edición. El respetado octogenario pianista Herbie Hancock volvió a sentar cátedra en el Kursaal y el doblete femenino con la saxofonista Lakecia Benjamin y la diva Diana Krall fue una fiesta. La diva Diana Krall fue una fiesta. (Idoia ZABALETA | FOKU) Iñaki ZARATIEGI En su sexta visita al certamen el maestro pianista Herbie Hancock despidió las tardes del Kursaal solidificando su edificio jazzístico contemporáneo junto a James Genus y Justin Tyson en la base rítmica, Lionel Loueke a la guitarra y voz y la trompeta de Terence Blanchard. A sus 82 años (un integrante más de la terna veterana de este año) el creador de Chicago, Premio Jazzaldia 2006, se presentó jovial y humorístico. Desde la media hora inicial del medley ‘Overture’, con retazos de su amplia obra, el músico de Chicago y grupo dieron una lección de jazz enérgico, a ratos más clásico y en otros momentos electrónico a base de teclados y sintetizadores. Sicodelia sonora, rítmica funk y otras marcas de la casa. Reciclaron la hermosa balada ‘Footprints’, de Wayne Shorter. Aceleraron en el funk de ‘Actual Proof’ y el maestro usó el truco vocoder para cantar en ‘Come Running to Me’, antes de una jam grupal y los títulos ‘Phoelix’ y ‘Secret Sauce’. La hermosa ‘Cantaloupe Island’ precedió a la marchosa juerga final ‘Chameleon’, casi rockera, con Hancock empuñando su conocido keytar, un aparatoso híbrido de sintetizador y guitarra, con el que bailó y bajó incluso hacia el público. Transgresor de géneros, rebuscador, inadaptado a la comodidad creativa, positivo en sus mensajes y cercano (dijo que le gustaría hablar euskera) dejó entusiasmada a su audiencia tras las dos horas de brillante recital. Pasión por Coltrane Encabezó la despedida de la plaza Trinidad, la joven saxofonista alto Lakecia Benjamin, secundada por Victor Gould al piano, el bajista Ivan Taylor y EJ Strickland en la batería. La también compositora y arreglista de Nueva York suele vestir maneras de estrella rock y apareció de colores y marchosa con un sonoro «¡Donostia!». Su propuesta era seria y arriesgada: recrear su tercer disco ‘Pursuance: The Coltranes’, en el que la saxo neoyorquina reinterpreta algunas las composiciones de los Coltrane. Un homenaje, con templanza y diversión propia, a una de las parejas más influyentes de la historia del jazz. Lo hizo con ‘Liberia’, ‘Syeeda’s Song Flute’, ‘Walk with Me’, la cumbre melódica ‘My Favorite Things’, en donde consiguió un alto éxtasis con su grupo, o ‘Alabama-Acknowledgement’. No se le puede pedir a la audaz instrumentista que baje a la hondura y el desgarro de Coltrane, pero se defiende bien, particularmente en los capítulos más movidos, con mucha técnica y gran capacidad de soplo. Cerró noche con la parte más marchosa de Coltrane (‘Spiral’), resolviendo su atrevida sesión de modo airoso y hasta pasional. Eficacia ‘smooth’ Con los cielos jugueteando a lluevo-no lluevo y la aparición menor de los clásicos plásticos anti chubascos de la Trinidad, Diana Krall se presentó, como su joven compañera de cartel, con un trío instrumental: el bajista Robert Hurst, Karriem Riggins en la batería y la guitarra de Anthony Wilson. Pero apareció sola en una plaza que la recibió animada para ofrecer la versión desnuda de ‘Where or When’, del musical ‘Babes in Arms’. Sus músicos la secundaron en ‘I Don’t Know Enough About You’, de Peggy Lee, y demostraron durante toda la sesión su impecable dominio del oficio. La jefa interpretó la pieza de modo saltarín, aunque su registro casi permanente fue en clave standard de smooth o soft jazz y derivados, como ‘You Call It Madness (But I Call Love)’, que popularizara Nat King Cole, ‘I’ve Got You Under My Skin’ o ‘L-O-V-E’. Versionó con buen tino ‘Malia’, de Joni Mitchell, o se atrevió con un acelerado ‘Jockey Full of Bourbon’ de Tom Waits. La popular artista canadiense se maneja con solera como pianista y es una eficaz intérprete sin mayor artificio, pero a veces también sin demasiada emoción. No le pega a su personalidad de estrella deluxe (no en vano viaja ahora a Marbella o Cascais) bajar hasta desolaciones como ‘Boulevard of Broken Dreams’ porque se hace inevitable el recuerdo de versiones como la de Marianne Faithfull, ella sí convincentemente desamparada y decadente en su interpretación. Se aceleró Diana en ‘Cheek to Cheek’, estuvo oportuna para cantar a las cuatro gotas de lluvia que cayeron y prefirió como despedida la caricia ‘How Deep Is The Ocean (How High Is the Sky)’. Impecable en su papel de clásica, en su sexta visita enamoró de nuevo a la plaza sin despeinarse. 2022, un cálido reencuentro A mediodía se fueron cerrando espacios: los recitales pianísticos del Museo de San Telmo (Benny Green), la programación ‘Jazz con eñe’ del teatro Victoria Eugenia, con los también pianistas Marco Mezquida y Juan De La Rubia, y los encuentros familiares Txikijazz con Swingtronics y Les Fous. Las terrazas del Kursaal conocieron su último jolgorio con el colectivo italiano de Federico Buccini, los dúos donostiarras Teko Maisin y Rumbling Lips y el trío ipartarra Swinging Bayonne. El espacio Nauticool del puerto disfrutó de la última de sus cuatro noches con el dúo J-Silk. ¿Balance de urgencia? Con impecable organización y cómoda meteorología, la edición de la «normalidad» ha sido redonda como evento. La programación concitó alguna controversia sobre situar a Mulatu Astatke en la playa y no en la Trinidad, al polémico Louis Cole junto a la seriedad de Steve Coleman, el acierto organizativo o no del vespertino Yann Tiersen en el Kursaal o haber juntado la conservadora sesión de Amina C. Myers con la heterodoxia de Ben Lamar Gay. Los recitales más notables los habrían protagonizado, en orden cronológico, Calexico, Astatke, Gregory Porter, la big band Musikene Summer con Miho Hazama, Hiromi, Steve Coleman, Iggy Pop, Herbie Hancock, Lakecia Benjamin o Diana Krall. Muy polémico habría sido el de Louis Cole y como dijo alguien, ¿está preparada Donostia para la heterodoxia de Ben Lamar Gay?Las sesiones a piano de San Telmo y el “Jazz con Ñ” del Victoria Eugenia han concitado satisfacción general. El rock en la Zurriola de Simple Minds, Carolina Durante o León Benavente funcionó engrasado y destacó el grupo Vintage Trouble. La larga lista de recitales en otros escenarios ha enriquecido el que ha vuelto a ser gran evento musical de estío.