03 DIC. 2022 - 11:55h Entrevista Jorge Navarro Letrista y bajista de Biznaga «Los prejuicios pueden hacer que te pierdas cosas muy interesantes» La combativa banda madrileña regresa a Euskal Herria para presentar los temas de su último trabajo, ‘Bremen no existe’, donde incorporan toques pop a su sonido, pero manteniendo intacta la rabia punk que los caracteriza. Este sábado, día 3, actúan en Hondarribia, y el viernes 9 en Bilbo. El grupo madrileño Biznaga. (NAIZ) Sergio Iglesias ‘Bremen no existe. Música para otra generación perdida’ es el título de su último disco. ¿Trataron de hacer un nuevo trabajo conceptual como en ‘Gran Pantalla’? En este caso no había una idea predeterminada, como sí ocurrió en ‘Gran Pantalla’, que desde el principio se planteó en esa línea. Teníamos claro que queríamos hacer un disco más pop y pasional, porque es lo que nos pedía el cuerpo después de un disco tan frío. Empezamos a trabajar en esta línea y, al ser canciones más melódicas, me apetecía también abordar las letras de otra manera; así se fueron sucediendo una serie de elementos comunes que tenían una intención intergeneracional, canciones muy ambientadas en las calles y también más románticas. Finalmente, sí que vimos que había un tono común que empapaba las canciones y salió algo conceptual, pero no fue intencionado. ¿Creen que hay motivos de esperanza para creer en esta generación de la que hablan en el disco? Siempre hay que conservar la esperanza y no perder cierto idealismo. Se puede ser crítico o incluso nihilista en un momento determinado, pero no hay que perder esa capacidad para emocionarnos. También hay que mantener cierto entusiasmo y fe en que las cosas que no te gustan pueden cambiar, pero no por arte de magia, sino primero por trabajo interno a nivel cultural, y luego a nivel colectivo, que todos esos individuos se pongan de acuerdo en si quieren mejorar las cosas en muchos aspectos. Entonces, yo creo que conviene no perder esa actitud y, aunque algunas canciones puedan tener un tono pesimista, otras sí que jalean y exhortan a salir a la calle, hacer cosas y no claudicar ni desanimarse. El disco tiene claros y oscuros y, aunque suene a tópico, es como la vida misma y no hay que perder de vista la esperanza y la luz. ¿Qué influencia tienen todos esos elementos que describían en ‘Gran Pantalla’ para que la gente no haga caso a esos mensajes de salir a la calle? Aquel era un disco de interiores, hablaba de nuestra interacción con la tecnología y entre nosotros con la tecnología mediante; también hablaba de nuestro ensimismamiento con la pantalla. Era un disco más claustrofóbico, mientras que ‘Bremen no existe’ es más luminoso y emocional, no tan analítico ni metafórico, sino más expositivo de cosas que suceden… son dos líneas diferentes de trabajar las letras. Se analizaba cómo nos afecta a los jóvenes, y a los no tan jóvenes, todo ese mundo digital, porque ya estamos todos enganchados a este ‘ciber apéndice’ que llevamos en el bolsillo. Ahora que ha pasado una década y pico desde que estamos utilizando la tecnología de los dispositivos móviles, convendría echar la vista atrás y ver cómo ha incidido en nosotros. Es importante ser críticos con las cosas importantes, teniendo en cuenta que también ha traído aspectos positivos, aunque eso estamos hartos de oírlo porque la publicidad ya se encarga de recordárnoslo constantemente. «Se puede ser crítico o incluso nihilista en un momento determinado, pero no hay que perder esa capacidad para emocionarnos» En ese lado positivo, podría estar la creación de movimientos sociales como el 15 M, por ejemplo, sobre lo que hablan en el disco. ¿Cree, más de diez años después, que se perdió una oportunidad histórica de cambiar las cosas? Yo creo que el 15M fue un hito histórico. Pese a los evidentes ‘fracasos’ que, por otra parte, se podrían esperar, ya que el 15 M fue una especie de laboratorio de ideas, tuvo una cosa muy positiva que fue que introdujo la política en la vida de mucha gente joven. Como te decía, aunque el 15 M fue como un experimento fallido, me quedo con su representación simbólica y con lo que, potencialmente, pudo haber sido. No quiero ser especialmente pesimista con el 15M, porque creo que cumplió su labor, pero volvió a demostrar que no es suficiente. Pasados diez años, parece que las aguas vuelven a su cauce y que el bipartidismo vuelve a estar en auge, y que esos partidos como Podemos, que hicieron muchas promesas e intentaron introducir cambios importantes, han conseguido la mitad o menos, incluso estando en el gobierno. Se vuelve a constatar por tanto que, a nivel parlamentario, o haciendo política profesional y no política espectáculo, es muy complicado cambiar las cosas; se pueden poner parches o maquillar un poco, pero es sumamente difícil hacer cambios profundos, porque hay un problema estructural. Habría que reestructurar absolutamente e incluso intervenir el propio sistema, algo que mucha gente identificaría con radicalidades… que lo son, pero son radicalidades positivas. Pero el 15 M volvió a poner de relieve que esa manera profesional de entrar en el juego político sigue siendo estéril para hacer cambios reales a largo plazo. En las letras hablan mucho de Madrid, en ocasiones de manera muy crítica. ¿Era una respuesta a las políticas que se están llevando a cabo en su comunidad? Es un disco madrileño porque la acción de las canciones se sitúa en un contexto que es la ciudad y que, en nuestro caso, es Madrid. Evidentemente, como nuestra ciudad está como está, también padecemos una serie de políticas que están hipotecando nuestros derechos. Poco a poco, nos están expulsando, es una ciudad donde, si no tienes mucho dinero, la calidad de vida es cada día peor, y eso también se refleja en el disco, que es una carta de amor a nuestra ciudad, pero también una hostia a muchas cosas que ocurren en Madrid. En ese sentido, ¿es esperanzador ver a cientos de miles de personas saliendo a la calle para reivindicar la sanidad pública en Madrid? Por supuesto. En el concierto que dimos el día anterior hicimos un llamamiento a que la gente saliera, aunque estábamos seguros de que muchos y muchas de las que estaban viéndonos, al día siguiente iban a estar manifestándose. Eso también es el Madrid que nos interesa, y no solo el que promocionan señoras y señores del PP. Hablando de ese concierto, supongo que será emocionante ser profeta en tu tierra ¿no? Total. Y nosotros somos los primeros sorprendidos, porque nunca habíamos metido tantas personas en ningún sitio. Sí que habíamos tocado delante de tanta gente en festivales, pero meter a mil personas en una sala para una banda como Biznaga, con la música y las letras que hacemos, creo que es un éxito absoluto. Todavía no acabamos de creérnoslo… menos mal que están las imágenes ahí para recordarnos que sucedió de verdad. Volviendo al disco, me comentaba que buscaba que fuera más pop que el anterior. ¿No tenían un poco de miedo que ese cambio se les fuera de la mano? Queríamos hacer pop… pero la versión que Biznaga entiende como tal: aguerrido, peleón, incisivo, con garra, donde las guitarras van a cuchillo… un pop contundente. Como ya habíamos trabajado el género anteriormente en canciones como, por ejemplo, ‘Una ciudad cualquiera’, y veíamos que eran los temas que más gustaban, sabíamos que podíamos hacerlo bien, y con esa premisa nos pusimos a trabajar en nuestra propia versión del pop. Nos hemos quedado satisfechos y esa es la mejor señal para saber que has hecho un buen trabajo, independientemente de que luego pueda gustar más o menos… aunque, si gusta, mucho mejor, por supuesto (risas). «Como todo en la música pop y, en general en la industria capitalista, las cosas van por ciclos y por modas. Nada funciona eternamente, el trap y el reggaetón tendrán su tiempo» Con este disco, vuelven a demostrar que también se puede triunfar haciendo esta música. ¿Cree que es casi un acto de resistencia seguir haciendo rock? Como todo en la música pop y, en general en la industria capitalista, las cosas van por ciclos y por modas. Nada funciona eternamente, el trap y el reggaetón tendrán su tiempo, y hay nuevas músicas que se van incorporando a la tradición de la música popular. No es incompatible que te gusten varios estilos y no hay que ser dogmático, los prejuicios son muy limitantes y pueden hacer que te pierdas cosas muy interesantes. Hay que dejarse llevar y no basarse en ideas preconcebidas, que cada uno juzgue según sus capacidades de análisis. Pero el rock ya es música clásica e, independientemente del estilo que cada uno haga, hay cosas muy interesantes porque lo que interesa es ver la personalidad de los autores. De todas formas, en el rock hay cosas buenas y malas, como en todos los estilos, pero se nota y lo vemos en muchos sitios que los chavales jóvenes están volviendo a coger las guitarras. ¿Cree que, después de la pandemia estamos viviendo una época de saturación de oferta cultural? Ahora todo el mundo está haciendo discos y tocando, y resulta complicado compatibilizar agendas para poder ver todo lo que quieres. Pero esto también forma parte de este mundo loco en el que hemos desembocado tras la pandemia, donde todo es, si cabe, aun más acelerado y colapsado. Pero también te digo que mejor esto que no poder tocar.