GAIAK
Entrevista
Nil Roig y David Burgués
Componentes de ‘La Élite’

«Hoy en día, se da muy poco valor a la contrainformación»

Nil y David, más conocidos como Yung Prado y Diosito, son los componentes de La Élite, vienen de Catalunya y son una de las bandas punteras en la adaptación del punk a los nuevos tiempos.

La Élite llega desde Tàrrega. (Oriol ROIG)

¿Cómo se forma la banda?

Nil Roig: Empezamos un poco para pasar el rato en nuestro pueblo, Tàrrega, mezclando las influencias de David, que eran más punk, con las mías, que eran más de electrónica. Así empezaron a salir canciones que subimos a Youtube y Spotify, y justo cuando pasa lo del covid, nos llaman desde diferentes agencias y discográficas para sacar un disco; finalmente, nos fuimos con Montgrí y a partir de ahí, todo ha ido hacia arriba.

David Burgués: Desde el principio veíamos que gustaba a gente muy diferente, y que teníamos algún potencial, pero sin ser tan pretenciosos de pensar que iba a pasar todo lo que ha pasado luego.

¿Cuáles eran sus referentes en aquellos primeros momentos?

D.B.: Lo que más escuchábamos juntos era New Order, Joy Division, MGMT… cosas que estaban entre la electrónica y el rock, rollo new wave y postpunk, que mezclaban guitarras con sintetizadores. Pero, aparte, cada uno teníamos nuestras influencias, yo escuchaba mucho punk de Euskal Herria, y estaba muy pillado con Zer Bizio?, porque me molaban sus letras, pero también escuchaba mucho lo de siempre: Eskorbuto, Cicatriz, RIP…

El título del nuevo trabajo es ‘Nuevo punk’. ¿Era una declaración de intenciones?

N.R.: Bueno, era para provocar un poco (risas).

D.B.: Sí, muchas veces decimos las cosas para provocar, pero en el fondo, siempre hay algo de verdad, y supongo que por ahí van los tiros.

¿Se han encontrado con muchos nostálgicos de otros tiempos que niegan que lo que hace La Élite sea verdaderamente punk?

N.R.: Curiosamente, los que ha habido, no han sido de generaciones anteriores, sino de ahora… los típicos haters que critican todo lo que se sale de lo suyo.

D.B.: Hay mucha envidia (risas). Cuando han surgido cosas así, que han sido muy pocas porque, en general, nos han tratado siempre muy bien, nos ha dado un poco igual. A mí, si algo no me mola, me limito a no prestarle atención, así que, en el momento que nos dicen esas cosas, ¿qué puede ser, si no es envidia? ¡Pues que les jodan y ya está!

También se han encargado de la producción. ¿Ha sido complicado?

N.R.: Lo hemos grabado casi todo en nuestro pequeño home studio que, básicamente, es un ordenador, una tarjeta de sonido, guitarras y algunos sintetizadores baratitos que tenemos por ahí. Al final, con un micro normal y mucha paciencia, en casa se puede hacer todo lo que quieras.

Otro de los puntos fuertes de La Élite son las letras de las canciones. ¿Cómo trabajan esa parte lírica?

D.B.: Las letras no hablan de nada en concreto, normalmente vamos escribiendo cosas del día a día, y nos juntamos con unos textos que luego vamos juntando como si fuera un puzle. Pero pienso que son letras que podría escribir la mayoría de gente de nuestra edad, a la que le haya tocado vivir una vida bastante normal. Todo se resume en lo que vas sintiendo en tu vida desde tu perspectiva, y en ese sentido, todos nos parecemos más de lo que, a veces, pretendemos demostrar.

¿Cuántas veces han tenido que escuchar eso de «¿Por qué no busca un trabajo?, todo el mundo tiene uno...»?

N.R.: Uff! Cada día desde que tienes edad para trabajar, aunque nosotros hemos trabajado casi siempre; cuando te ven una temporada sin trabajar parece que les ofende. Al final, te obligan a buscar un trabajo, pero por obligación, no pensando en algo que te guste o en lo que encajes, o que te sirva para complementar tu vida. Trabajo por trabajo… es lo peor que hay.

Más aún en esta sociedad en que vivimos, en que parece que es imposible considerar el arte como un trabajo ¿no?

D.B.: Sí, te hacen sentir culpable, con frases tipo “no digas nada en el trabajo, cállate la boca”, te tienes que sentir sujeto a algo o a alguien que se cree superior a ti y a todo lo que puedas expresar o crear… todo esto viene de esa mentalidad cristiana de ser un esclavo y un siervo y sufrir, porque ya tendrás el perdón y la gloria en algún momento… cuando te mueras (risas).

«Voy a quemar el coche de la policía»... ¿Son conscientes de que es más complicado cantar este tipo de cosas ahora que en los 80?  

C.R.: Totalmente, y más si estas algo politizado, ahora solo por decir cosas que piensas puedes entrar en la cárcel, hay un montón de gente detenida por escribir tweets o por escribir canciones… es algo que está ahí y que parece que a la gente tampoco le importa demasiado.

D.B.: …Y luego hay peña paseándose por el centro de Madrid, o en la mierda donde estaba encerrado el caudillo, tirando saludos fascistas, escupiendo su bilis y pegando palizas a la gente que pasa por delante, y ahí no pasa nada… es todo demasiado obvio.



¿Creen que, en ese sentido, ha sido contraproducente el incremento de las redes sociales?

D.B.: Sí, tanto tener tanta información, como el hecho de que las mismas personas lo consuman de manera tan rápida, sin pararse a pensar lo que les está llegando, y sin sacar sus propias conclusiones de las cosas; hay mucha información, pero la única que siempre llega es la versión oficial. Hoy en día, se da muy poco valor a la contra información. Internet parecía que iba a ser como un espacio de libertad absoluta, y se ha convertido en un engaño.

N.R.: Al final, la gente que tiene más facilidad para aprender todo esto son los de siempre, que son los que están arriba, y después estamos los de abajo, a los que nos llega todo más tarde.

«Todos me miran mal», ¿con quién se quedan? ¿Con El Fary, Eskorbuto, La Zowi, o Los Nastys?

D.B.: Vamos a empezar descartando, porque no sé Nil, pero yo nunca he escuchado una canción de El Fary, pero quedaba bien…

N.R.: Sí, hombre, la del torito (se pone a cantar)… ¡si tiene unos temazos! (risas).

D.B.: Bah! venga, nos quedamos con El Fary también ¡qué hostias! Si no, no lo habríamos puesto.

N.R.: Lo que dice este tema es que estás escuchando diferentes cosas y la peña te mira mal por estar un día con La Zowi y otro con Eskorbuto… quieren encasillarte y es una canción antiprejuicios. Es lo que hablábamos antes, que hay mucha información, pero también hay mucha cultura, y no hay que limitarse, sino aprovechar todo lo que llegue.

D.B.: Al final, todo es arte, y poder escuchar todo tipo de música te nutre y te hace entender cómo funcionan las cosas, y apreciar más la cultura en general y la sociedad.

¿Cómo surgen las colaboraciones que aparecen en el disco?

N.R.: De una manera super natural. Para colaborar con alguien tiene que haber buen rollo y algo que compartas; en este tema, como en muchos otros, nunca seremos muy pretenciosos y las cosas van saliendo. Siempre hemos hecho esto porque nos gusta y porque estamos a gusto y lo pasamos bien; a lo mejor, si lo forzáramos no sería tan divertido ni para nosotros ni para la gente.

Háblennos de la colaboración con Chill Mafia, quienes quizá, son los que más se llevan a su terreno la canción…

N.R.: Sí, porque tienen mucha personalidad a la hora de cantar y se lo llevan a su rollo.

D.B.: Cuando fueron a casa de Nil yo estaba currando y no pude ir. Y cuando me lo mandaron y me dijeron para cantar algo, dije “¡qué va! Es que es así, no hay nada más que hacer con esta canción” (risas).

¿Es especial para La Élite venir a tocar a Euskal Herria?

D.B.: ¡A saco! Siempre ha habido muy buena conexión Catalunya – Euskal Herria, y cuando fuimos la primera vez a tocar a El Muelle en Bilbao, habíamos hecho solo unos cuatro conciertos y ya estaba todo petado. Desde el primer momento, nos hemos sentido como en casa y no hay palabras de agradecimiento suficientes para toda la peña de allí.

N.R.: Todo lo que va saliendo de allí sigue siendo muy punk, aunque cambie el sonido, y es algo que pasa generación tras generación, la actitud es la misma, pero se expresa de una manera más fresca y por eso funciona tan bien. También mola la parte esta de Chill Mafia que meten como folklore vasco, porque le da una personalidad muy guapa.

D.B.: En esto, Euskadi es vanguardia, llevando la actitud punk a otro nivel, allí te das cuenta de que, la mayoría de la gente que estamos conociendo, sus padres ya eran punks… así que hay que seguir con ello, pero de otra manera… hay que rebelarse contra el poder (risas).

¿Cuál creen que es la clave para que funcionen tan bien sus directos?

N.R.: Es una mezcla de todo pero, sobre todo, haber sacado un sonido que la gente siente como algo nuevo y con lo que se identifica.

D.B.: Sin la gente que está ahí dándolo todo, el concierto sería la mitad de lo que es. Lo que le da toda la potencia es toda esta peña sintiendo lo mismo y disfrutando, sacando esta rabia y esta energía.