GAIAK
Entrevista
Anes Baños y Taher Ali
Organizadora de 40 Minutu Rock y militante de Samidoun Euskadi y Al-Yudur Juventud Palestina

«Desde 40 Minutu tenemos una responsabilidad con las causas que consideramos justas»

Desde 40 Minutu Rock este año han querido mostrar su apoyo a la causa palestina, incluyendo en su cartel a DAM, demostrando una vez más los lazos de solidaridad que unen a Euskal Herria con el pueblo palestino. 

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¿Por qué han decidido incluir este año, desde 40 Minutu Rock, las reivindicaciones del pueblo palestino, con la inclusión de DAM en el cartel?

Anes Baños: Cuando empezamos a organizar esta edición, queríamos aportar algo para denunciar el genocidio en Palestina, porque veíamos que, como individuos y como colectivo, teníamos la responsabilidad de presionar al estado israelí y a los estados cómplices. Se propuso traer a alguna banda palestina y para ello contactamos con Fermin Muguruza, que desde el primer momento se mostró dispuesto a ayudarnos; nos contó su experiencia cuando hizo el documental ‘Checkpoint Rock’, donde muestra la resistencia palestina desde el espacio cultural, y donde conoció a la banda DAM. Nos puso en contacto con ellos, aceptaron, y esta será la tercera vez que vayan a estar en Euskal Herria, porque también estuvieron en el festival de solidaridad que se hizo en el BEC por el Sumario 18/98, demostrando ese intercambio de solidaridad que existe entre ambos pueblos.

Éramos conscientes de que traer un grupo palestino, conociendo todos los brazos de seguridad que tiene El Mosad, iba a ser costoso, pero era algo que queríamos y teníamos que hacer.

¿Es todavía más complicado llevar a cabo cualquier expresión artística o cultural en Palestina, desde el 7 de octubre?

Taher Ali: Siempre ha habido mucha presión en todos los aspectos de la cultura, y el reflejo de eso es que todos los grupos, independientemente de su estilo, están atravesados por la idea de la resistencia y la lucha de liberación nacional; cualquier artista palestino, por esa realidad de su contexto social, escribe sobre ello.

«La persecución y la opresión se da incluso en el deporte, ya que a los jugadores de futbol les pegan tiros en las piernas para que no puedan jugar»

Yo no tengo tan claro que a raíz de la operación de resistencia del 7 de octubre, la cosa se haya agravado, porque la persecución siempre ha sido enorme ya desde que la colonización empezó a ser muy dura en los años 20, pero desde la nakba del 48, con la limpieza étnica que hubo en aquella época, todo se paralizó, y desde entonces la vida, también en el aspecto cultural, se desarrolla como se puede.

El año pasado ya se retiró de Spotify la canción ‘Dammi Falastini’, del cantante de Gaza Mohammed Assaf, una canción pop muy popular en todo el mundo árabe. Pero la persecución y la opresión se da incluso en el deporte, ya que a los jugadores de futbol les pegan tiros en las piernas para que no puedan jugar. Además, desde que se impone la ley del estado-nación judío, y se formaliza ese apartheid que ya existía, la vida es completamente insostenible y se puede ilegalizar todo, ya ni siquiera existe la capacidad de asociación, si no reconoces el derecho de la colonización a existir.

Una censura que, de otra forma, también se sufre en Euskal Herria, con casos recientes como el de Itziar Ituño…

A.B.: Durante años, también se ha aplicado la censura a todo lo que tuviera que ver con la cultura vasca. La música siempre ha sido un altavoz para reivindicar y, por eso, en Euskal Herria siempre ha estado politizada y se ha llenado con ese contenido, porque al fin y al cabo, escribes o cantas lo que vives; algo que se ve también en las bandas que están saliendo y que siguen transmitiendo una serie de ideas y valores en las canciones. Ahora, a lo mejor, no se canta tanto sobre la situación política, porque ha cambiado mucho, pero se canta sobre la situación social que se da en las calles o sobre las desigualdades que se viven en el día a día, y todo eso no es más que el reflejo de todos los cambios sociales que se están dando en la sociedad.

(Andoni CANELLADA | FOKU)

¿Y qué importancia tienen para el pueblo palestino apoyos como estos, a tantos kilómetros de donde se está produciendo el genocidio?

T.A.: El pueblo palestino, al igual que todos los pueblos en lucha, es consciente de que la liberación y la victoria solo van a llegar por sus propios medios, mediante su lucha, y que la libertad no se regala, ni se otorga; al colonizador o al ocupante no te lo quitas de encima si no es con una lucha que va a suponer mucho sufrimiento. Esa resistencia provoca una mayor solidaridad, y que desde el mundo se apoyen las reivindicaciones de los nativos que se sublevan y se condene a los gobiernos que participan de la opresión y la colonización de estos pueblos, hace que el proceso se pueda acelerar, y que de esta forma, sean menos las víctimas que haya que lamentar.

Las movilizaciones de apoyo a la causa son muy importantes, porque anima mucho saber que en muchos pueblos, como Euskal Herria, las protestas están siendo masivas. Gracias a esa presión popular, por ejemplo, se ha conseguido que el gobierno español no se acabe de decidir a participar en la operación militar en Yemen. También se puede llevar la agenda palestina a cualquier evento, ya sea cultural, deportivo… poniendo el foco en el conflicto. En este sentido, lo que está haciendo 40 Minutu es un buen ejemplo, y a nivel político, también se pueden apoyar mociones desde los ayuntamientos para denunciar la situación y usar ese poder para hacer presión de alguna manera, porque al final todo está conectado.

A.B.: Sí, hay que dejarse de medias tintas y de tibiezas de una vez, porque hay cosas tan evidentes que no admiten discusión.

«Al colonizador no te lo quitas de encima si no es con una lucha que va a suponer mucho sufrimiento; por eso, las movilizaciones de apoyo son muy importantes»

¿Es importante dejar claro la diferencia entre antisionismo y antisemitismo, ante las acusaciones que, desde ciertos sectores interesados, se están llevando a cabo contra esos movimientos de resistencia? 

T.A.: El sionismo es una ideología supremacista blanca que surge en Europa central y oriental en el siglo XIX, al calor de este tipo de nacionalismos discriminatorios. En un principio, era un movimiento laico, aunque se identificara con el judaísmo. De hecho, dentro del seno del judaísmo, el movimiento antisionista es tan antiguo como el sionismo, primero en términos religiosos y más adelante desde las fuerzas de izquierdas, socialistas y revolucionarias en general.

Y por supuesto que la oposición al sionismo no tiene nada que ver con el judaísmo, porque entre otras cosas, es evidente que la mayoría de los judíos no son sionistas y que, seguramente, hoy en día la mayoría de los sionistas ni siquiera son judíos, sino cristianos evangélicos, de iglesias turbocapitalistas que tienen sede en Washington.

Entre Palestina y Euskal Herria siempre ha habido una conexión importante, por las reivindicaciones comunes que comparten ambos pueblos. ¿Se siente desde allí también esa unión?

T.A.: Desde el punto de vista palestino, la mayor parte de la población está politizada por ese contexto social que vive y conocen, a grandes rasgos, el movimiento de liberación nacional de Euskal Herria. Ese conflicto y esa búsqueda de su identidad propia se sienten desde Palestina, y se refleja en que hay un sentimiento común y una solidaridad con todos esos movimientos de resistencia. 

Centrándonos en 40 Minutu Rock, no hay que olvidar el motivo y la reivindicación principal por el que comenzó a hacerse este festival, ¿verdad? 

A.B.: Esta es ya la octava edición y, como siempre decimos, ojalá no hubiera que seguir haciéndolo, porque sería la señal de que el problema ya no existe; el festival nace en 2015 para pedir la vuelta a casa de los presos y presas vascas que, aunque ahora ya estén en cárceles de Euskal Herria, llevan muchos años sufriendo una ley de excepcionalidad. Siempre intentamos transmitir unos ideales y reflejar esa situación, pero además tenemos una responsabilidad con otras causas y reivindicaciones que también consideramos necesarias y justas, como en este caso, las del pueblo palestino.

¿Se nota que, cada vez, es más joven el público que acude al festival?

A.B.: La situación cultural y musical ha cambiado mucho en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, y hay que saber entender esos cambios y esas nuevas formas de hacer música, sin juzgar a las nuevas generaciones.

Siempre hemos querido que 40 Minutu sirva para transmitir las ideas a los y las más jóvenes, para que sean conscientes de que, aparte de ser un festival de música, es un lugar para socializar y entender el contexto en el que se celebra, y denunciar la situación de los presos y presas vascas. Pero lo más importante, aparte del compromiso de las bandas que vienen todos los años, es la cantidad de gente voluntaria, y la base social que sustenta y saca esto adelante.