GAIAK
Entrevista
Robe Iniesta
Músico, compositor, escritor

«No me preocupa si mis canciones se entienden o no; con que emocionen, me vale»

La gira ‘Ni santos ni inocentes’, en la que Robe Iniesta presenta su nuevo trabajo ‘Se nos lleva el aire’, recala este fin de semana en Irun (viernes) e Iruñea (sábado). En la entrevista, el músico y escritor de Plasencia (Cáceres) confiesa que la música le salva «cada día».

Robe Iniesta. (DROMEDARIO FOTOS)

‘Nada es impensable, nada es imposible, mientras suena esta canción’, dice parte de la letra de El poder del arte, uno de los temas más alabados del último trabajo de Robe –y la preferida del propio artista–; un tema que habla de la capacidad sanadora y redentora del arte y que ha generado numerosas reflexiones al respecto e incluso un vídeo creado por el Museo del Prado con una selección de cuadros de artistas como Tiziano, Velázquez o Brueghel el Viejo, que se sucede mientras escuchamos los nueve minutos de la canción.

La música de Robe, ciertamente, tiene esa capacidad de emocionar, de prender la luz en el infierno, de provocar en quienes la escuchan buen rollo, y en el caso particular de ‘Se nos lleva el aire’, de celebrar el momento y la vida, de celebrarlos y asumirlos plenamente, con todos los errores y aciertos. Robe vuelve tras sus aclamados disco y gira del sinfónico ‘Mayeútica’, esta vez con un buen puñado de nuevas canciones en los que mantiene el momento de plenitud creativa y el estado de gracia de Los Robe, la inspirada banda de músicos que encabeza.

La organización del concierto en Ficoba ha habilitado un servicio especial de autobuses de ida y vuelta, con trayectos desde Errenteria, Lezo y Donostia, aunque si hay demanda de grupos se pueden añadir otras localidades. Se pueden solicitar en la web. Asimismo, Navarra Arena pone a disposición del público el servicio Arena Bus, con seis rutas con salida o paradas en numerosas localidades, a un precio de cinco euros.

Arrancaron la gira el pasado día 11 de mayo y llegan a Irun e Iruña después de cuatro conciertos, algunos de ellos, como el de Rivas Vaciamadrid, multitudinarios. ¿Cuáles han sido las primeras sensaciones?

Muy buenas, con mucha gente, y con muchas ganas, con el público disfrutando, cantando mucho las canciones nuevas… Sí, hemos empezado bastante fuerte, con conciertos grandes, tal vez nos habría gustado ir más despacio, pero bueno, no nos quejamos, ha sido un comienzo por todo lo alto.

¿Qué es lo que se van a encontrar quienes vayan este fin de semana a verles a Ficoba o al Navarra Arena? Porque supongo que cada vez es más difícil elegir el repertorio.

Hay canciones de todo, de Extremoduro, antiguas, menos antiguas, canciones de los dos primeros discos de Robe... ‘Mayéutica’ no lo podemos tocar del tirón otra vez, claro, pero hacemos partes. Y el último disco, que lo hacemos prácticamente entero. Pero cada concierto es distinto, no se van a repetir repertorios en ninguna parte, tenemos ya muchas canciones y las discusiones en los ensayos eran del tipo: ‘¡Pero cómo no vamos a tocar esta! ¡Ni esta otra!’. Así que al final preparamos una lista larga y lo que hacemos es ir cambiando en cada concierto.

Vienen de un disco y una gira anteriores, ‘Mayéutica’, con una gran aceptación, muy buenas críticas… ¿Existe presión o miedo a no estar a la misma altura?

No puedes pensar mucho en eso, en que te han dicho que lo anterior es una obra de arte y que ahora lo que saques tiene que ser mejor, eso solo sirve para meterte presión y que no te salga nada bien. A mí ‘Mayéutica’ me gusta mucho, pero el disco nuevo también.

Yo iré al concierto con mi hija de quince años, que ha escuchado mucho a Robe en el coche, o ha tocado canciones de Extremoduro en la escuela de música… «¿Qué le preguntarías a Robe?», le dije, y me contestó que a qué aspira usted (supongo que la pregunta tiene que ver con eso: a qué más puede aspirar un músico en plenitud creativa, con éxito, si todavía mantiene intacta la ilusión…).

Sin ilusión no se puede hacer nada, no me saldría, no haría música, las ganas son lo más importante, aunque te falte de todo, si no ya puedes tener a tu alrededor todo lo que quieras que no vale para nada. Y yo tengo ilusión, tengo ganas, y estoy siempre buscando, persiguiendo siempre ese momento de crear, de fabricar algo de donde no había nada, lo hago solo por esa satisfacción, no por la ambición de decir ‘quiero conseguir tantos oyentes, o tanto dinero’, no, no, la meta es hacer la canción.

¿Y ha habido momentos en su ya larga carrera en la que le faltaron esas ganas?

Bueno, yo ya me pegué una temporada larga sin componer, no sé si era por falta de ganas o por esa presión de la que hemos hablado, esa presión que yo mismo me metía, no lo sé, sigo sin saber dónde está el botón, no sé cómo hay que hacer para componer… No sé muy bien qué fue aquello, lo que está claro es que ahora sí que tengo ganas.

¿Existe el miedo a que pueda repetirse una situación como esa, a que lleguen las vacas flacas?

Claro, pero han pasado ya muchos años, y creo que la solución está siempre dentro de ti, que lo que hay que hacer es trabajar sin miedo, experimentar con mucha libertad, atreviéndote a hacer muchas cosas diferentes…

En ese sentido, me da la impresión de que tanto en ‘Mayéutica’ como en algunas canciones de ‘Se nos lleva el aire’ hay algunos temas, como ‘El poder del arte’, que son una especie de metacanciones, de declaraciones de amor al propio arte de hacer canciones.

Bueno, las canciones tienen muchas capas, y esa igual es una de ellas. Siempre digo que yo no soy el más idóneo para explicarlas, porque realmente las canciones hablan de lo que tú quieres que hablen, si tú oyes una canción y te sugiere algo, es perfectamente válido, no es más válido lo que yo diga, o de lo que yo creyera que hablaba cuando la compuse, no, eso es lo de menos…

Pero es evidente, o ha habido al menos unanimidad en que una canción tan alabada como ‘El poder del arte’ habla de la capacidad de redención del arte, o de su capacidad de cambiar las cosas. ¿A usted la música le ha salvado de algunas cosas?

Me salva cada día.

¿Y se imagina a sí mismo de otra manera que no sea haciendo canciones?

Muy malamente, no me lo imagino, me generaría pensamientos oscuros.

Por el contrario, sus canciones a menudo crean en quien las escucha buen rollo, emociones, una especie de mejor disposición hacia lo que le rodea. Aunque parezca pretencioso o idealista, ¿cree que la música puede cambiar el mundo?

Sí, sí, claro que lo creo, pero es eso que dices, no es la canción en sí la que va a cambiar el mundo, eres tú oyéndola, y según qué cosas te haga pensar, el arte tiene ese poder de cambiar el mundo y de cambiarnos a nosotros, que somos los que estamos en el mundo.

Rober SOLSONA (EUROPA PRESS)

¿Cómo fue el proceso de composición de ‘El poder del arte’?

Pues el proceso fue muy cojonudo, la mayoría de las canciones estaban hechas cuando el confinamiento, que yo creo que, a pesar de ser un momento muy malo para muchas cosas, para quienes podemos trabajar en casa fue muy positivo desde el punto de vista creativo. Yo ya tenía el disco prácticamente hecho, y entonces acabó la otra gira y tuve como cuatro meses, antes de empezar a trabajar en el local, y en esos cuatro meses me dediqué a ir arreglando algunos trocitos, frases, porque cuando haces un tema tampoco todas las frases son la rehostia, tienes que ir rellenando algunas partes para que tenga sentido, y tuve tiempo para ir limando todo, estaba tranquilo, sin ninguna presión, y así fue saliendo todo. Fue un momento grande, y divertido, me encabezoné con la canción, no era capaz de dejar de tocarla, y me dio mucha alegría, fue un proceso como muy bonito, podía estar toda la tarde con la canción, a ver qué salía, dejarla, sin ninguna presión. El poder del arte fue la última canción que hice y es la que me me gusta, como debe ser.

Aunque el disco lo compuso, como dice, durante el confinamiento, las canciones son en general muy luminosas…

Sí, bueno, es que tampoco hay una conexión, es cierto que cuando compones los discos las canciones llevan como un hilo conductor, pero cómo interpretes tú lo que está pasando es algo difícil de entender, a mí mismo a veces me cuesta saber de qué estoy hablando, a veces pasan siete años y es entonces cuando entiendo qué quería decir en tal o cual canción. Tampoco es algo que me preocupe, a mí con que emocionen, me vale…

En ‘Se nos lleva el aire’ la canción que se aparta más de ese hilo conductor es Esto no está pasando, una especie de contrapunto gamberro, con un toque punk, que recuerda quizás a algunos temas de Extremoduro…
 
Puede ser, no sé, yo mismo me decía ‘¡Madre mía qué está saliendo aquí!’, pero yo no eso no mando, salió así y ya está…

Hay otros temas como ‘Nada que perder’ o ‘Ininteligible’ en los que habla del pasado, los errores cometidos… Alguien como usted, con una ya larga trayectoria vital y artística, hace ese ejercicio, mira hacia atrás, se plantea balances vitales?

No suelo hacer esos balances, intento preocuparme del presente, ¿ahora estoy bien, estoy feliz?, pues ya está. Ese tipo de balances no valen para nada, igual que arrepentirte. ¿Me arrepiento de haber cogido la moto aquel día que me pegue la hostia? ¡Claro, nos han jodido! Pero a lo mejor si no te hubiera dado ese día la hostia con la moto te la habrías dado con el coche y estarías muerto, a lo mejor la otra hostia te libró de la más gorda, no lo sabes. Al final somos los que somos, la suma de nuestros aciertos y nuestros errores.

¿Y mira hacia delante, se imagina a sí mismo con 75 años haciendo giras?

Me cuesta cada vez más trabajo, intento mirar más cerquita, porque parece que el tiempo que vivimos es una parte pasado y otra futuro, pero no, todo el tiempo es el presente… El título del disco, de hecho, ‘Se nos lleva el aire’, va en parte por ahí, de aprovechar el momento, vivir el presente...

Volviendo a la gira, cuando le comentaba que iré al concierto con mi hija quinceañera, ¿han notado que su público es intergeneracional, que se junta gente que le seguía en los ochenta y sus hijos, incluso sus nietos?

Lo empecé a notar hace años. Y por eso dividimos la parte más pegada al escenario en dos zonas: mirando al escenario, la parte izquierda es la zona marchosa, y la otra la tranquila. Y esto lo hicimos porque esa parte había sido siempre un territorio de batalla, a donde la gente iba a bailar, a saltar, a hacer pogos, pero empezamos a notar que había también otra gente, incluso chavalitos jóvenes, que venían a ver el concierto de una manera mucho más estática, sin perderse detalle, con mucha atención, que hacían incluso cola para ponerse los primeros al entrar… Y había una mezcla rara. Ahora, por el contrario, ya sabe cada uno dónde tiene que ponerse, y parece que está funcionando bien. ¿Vosotros dónde os vais a poner?

Pues es un dilema, habrá que negociarlo, igual en el medio...

Hombre, no es una cosa obligatoria, ni hay una línea, pero ya sabes que si estás en el lado del desmadre no puedes estar quejándote, y que tienes al otro lado la parte más tranquilita. De todos modos eso es solo en la parte de adelante, la más cercana al escenario.

Cambiando de tercio, ¿piensa a veces en volver a escribir otra novela, o relatos, poesía…?

Poesía no lo veo, porque cuando hago las canciones no hago música y letra por separado, si hago solo música noto que me falta algo, y al revés, si tengo una frase y no tiene música, también me parece que está como sin acabar, por eso no me veo escribiendo poemas si no les acompaña la música. Y en cuanto a la prosa no es que esté o no en mis planes, es que nunca me lo he quitado de la cabeza, pero tienes que encontrar algo que tire con fuerza de ti, porque al final son muchas horas,  meses con eso… Yo con Viaje íntimo a la locura me lo pasé muy bien porque escribir en prosa, a nivel creativo, es mucho más agradecido: a una canción le puedes dar todas las vueltas que quieras, pero no tardas mucho en hacerla, y con una novela estás todos los días, lo tienes siempre en la cabeza… Si al final encuentro esa chispa, ese germen que me ponga a ello, por supuesto que lo haré…

En el disco hay algunas referencias literarias, a la ‘Odisea’, el propio cartel de la gira y Los santos inocentes… Un lector avezado, especialmente de poesía, como usted nos recomendaría algún poeta?

Es difícil, lo que hay que hacer es leer no solo a los consagrados, yo lo que suelo hacer es leer de todo, y lo que me pasa también con la poesía es que te puedes leer un libro entero y que solo te guste un poema, y todo lo demás no te diga nada, no me parece algo fácil de recomendar, lo que a alguien le emociona a otro le puede dejar indiferente, no sé es algo muy personal, cada uno tiene que hacer su propia búsqueda.

¿Y en cuanto a la música, qué suele oír Robe, por ejemplo?

Oigo poquita música, bueno, depende de épocas, cuando estoy componiendo no quiero que se me pegue nada, porque al final si oyes algo, lo tienes en la cabeza, y yo lo que quiero es huir de lo que está ya hecho, dejar la cabeza vacía, o cuando estás grabando, o en las giras, es lo mismo, estás muy centrado en tus canciones... Luego llega un momento, antes de volver a ponerte tú a componer,  que igual sí que oyes música, canciones que te metan ganas −mira, las ganas otra vez− para volver a hacer canciones…

Por último, tocar en Iruñea es tocar un poco en casa, porque El Dromedario es su casa de discos y su oficina de contratación. ¿Como se siente o que valora de ellos?

Me siento muy a gusto, son gente que piensa como yo, Alén ve la música como la veo yo, y son decentes, eso es difícil de encontrar en una multinacional, y que quieran lo mismo que tú, y no te metan prisa ni presión… Supongo que seguiremos juntos mucho tiempo.