GAIAK

«La ética en la IA no debe verse como un freno, sino como un volante que permite dirigir»

En un momento en el que la Inteligencia Artificial ha irrumpido en nuestras vidas generando atracción y desconfianza a partes iguales, es momento de exigir responsabilidad a quienes la desarrollan y la usan. «La ética debe de ser el principio», coinciden los ponentes de una charla sobre este ámbito.

Conferencia sobre la ética en la Inteligencia Artificial. (A.R.)

«Es una tecnología que ya solo por el nombre que se le ha puesto nos preocupa. La inteligencia es algo inherente al ser humano, y usar un término como Inteligencia Artificial nos da pavor, sobre todo porque no sabemos en qué consiste. Si, en vez de ese término, utilizáramos el término Supercomputación Estadística, no habría tanto revuelo», reflexiona Mario Hernández Ramos, profesor de Derecho Constitucional y miembro del Comité de IA en el Consejo de Europa, asegurando que no hay que tener miedo a las nuevas tecnologías.

Estas palabras las realizaba en una conferencia organizada este miércoles por la Diócesis de Bilbo en la Universidad de Deusto sobre el «uso ético de la Inteligencia Artificial en los medios de comunicación». En ella, además de Hernández, participaron Ramón Salaverría, periodista y catedrático de Periodismo y pionero en el estudio del periodismo digital; Carmela Ríos Calvo, periodista experta en desinformación; Andrea Ciucci, experto en Inteligencia Artificial y Humanismo en el Vaticano; y Ainara Larrondo, profesora del departamento de Periodismo de la UPV-EHU.

Precisamente, la IA está generando mucho debate en los últimos dos años. Como ha pasado a lo largo de la historia con este tipo de avances tecnológicos con potencial disruptivo, se genera un ambiente de desconcierto o temor. «Nos viene a quebrar una serie de marcos de seguridad y de protocolos a los que estamos acostumbrados. Al principio es algo incomodo salir de nuestro entorno y enfrentarse a las circunstancias transformadoras», explicó Salaverría, que compara la irrupción de la IA con la aparición de Internet hace tres décadas o las redes sociales en las últimas dos décadas.

Así, señala cuatro fases que se dan en este tipo de casos: el menosprecio, el miedo, el deslumbramiento y la normalización. «Estamos en un momento entre el temor y el deslumbramiento. Percibimos que estas tecnologías tienen un carácter transformador y al mismo tiempo advertimos cuáles son los desafíos que nos plantea», añadió Salaverría.

«No hay tiempo suficiente para aprender, y sobre todo para pensar sobre nuestra adopción de las nuevas tecnologías»

En esa línea, Ríos señaló que «se llega a la era de la IA con una mayor prevención». Aún así, alerta de que los últimos desarrollos tecnológicos están irrumpiendo a gran velocidad «y no hay tiempo suficiente para aprender, y sobre todo para pensar sobre nuestra adopción de las nuevas tecnologías». La periodista recomendó el libro ‘La ola que viene’, de Mustafa Sulayman, uno de los pioneros de la IA.

«Las tecnologías no son neutrales»

Aunque la IA puede traer muchas ventajas a la sociedad, no es menos cierto que los riesgos existen, y el mal uso de estas nuevas tecnologías pueden llevar situaciones indeseables. Además, Ciucci recordó que las tecnologías «no son neutrales, sino que son fruto de una cultura, de una forma de pensar, de una lógica económica y de poder».

«Una máquina no tiene ética, tiene reglas, criterios o algoritmos proporcionados por los humanos. Por tanto, la responsabilidad es del ser humano», añadió para subrayar que «hay que pensar éticamente sobre estas tecnologías desde el momento en el que empezamos a diseñarlas o a pensar en ellas».

En esa idea también enfatizó Salavarría al indicar que «el hecho de que la información sea procesada automáticamente a través de algoritmos, no convierte a esa información en objetiva. Porque los algoritmos no están libres de sesgos e incluso errores en los datos en los que se entrenan».

Por ello, Ciucci apuesta por un trabajo serio sobre esta cuestión que implique a todos los actores del sector, empezando por las grandes entidades privadas que implantan estos sistemas. «Es un reto hablar de ética con las mayores empresas del mundo, pero hay que hacerlo», asegura.

«No hay que temer el desarrollo, sino hay que tener una idea de futuro en pro de un proyecto global de humanidad y sociedad», concluyó Ciucci. «La ética, lejos de ser un complemento, debe ser el principio iluminador. No hay que tomar a la ética como un freno que limita, sino como el volante que permite dirigir», añadió Salaverría.