GAIAK
Entrevista
Edorta Aristegi, Txus Alday y Gorka Bringas
Componentes de Flying Rebollos

«El rock se ha convertido en algo demasiado ‘legal’»

Una de las bandas más míticas de la escena rockera en Bizkaia está de vuelta, tras 30 años de pausa, que muchos y muchas pensaron que sería definitiva. Por este motivo, hemos querido charlar con ellos en uno de sus cuarteles generales: el Pelotazo de Portugalete.

Flying Rebollos, en el baño del Pelotazo. (Jaizki FONTANEDA)

Para comenzar, ¿cuándo hablan por primera vez del reencuentro que se hizo realidad en el concierto de Txiberri?

Edorta Arostegi: En octubre me encuentro con Juantxu, de Platero y tú, y hablamos de que ya no nos juntábamos más que cuando palma algún colega, o para hacer homenajes a compañeros, como la última vez que nos subimos al escenario juntos los Flying, con gente de Zer Bizio? y Platero en el Azkena, para homenajear a ‘El Pelos’. En aquella ocasión, tocamos tres o cuatro canciones de cada banda, algo muy diferente a lo de Txiberri.

Edorta Aristegi, Txus Alday y Gorka Bringas, en Portugalete. (Jaizki FONTANEDA / FOKU)

 

¿Cómo fue la primera toma de contacto a la hora de preparar aquel concierto?

E.A.: Cuando nos juntamos en el local hubo muy buenas vibraciones; hasta que no vi lo que sucedió, yo nunca hubiera pensado que volveríamos a trabajar juntos. Además, el repertorio salió muy fluido y ya estamos con ganas de trabajar y sacar canciones nuevas, pero todavía no nos hemos puesto con ello, porque ahora estamos muy centrados en preparar el show de Santana 27.
Además, lo de tocar con La Gripe haciendo el repertorio de Platero y Tú era un poco como cerrar el círculo, ¿no?

Gorka Bringas: Sí, fue muy bonito; también iban a tocar Zer Bizio? que, al final, no pudieron estar… eso ya sí que habría sido cerrar el círculo de verdad.

Txus Alday: Fue como volver a los 90, y el público disfrutó muchísimo con este ‘regreso al futuro’ [risas].

¿Cuántas veces les han dicho, en estos treinta años, eso de ‘¡A ver cuándo os juntáis de nuevo!’.

G.B.: La verdad que bastantes, pero las cosas pasan cuando pasan, y durante estos años cada uno hemos estado con otros proyectos. Y cuando hablamos con Juantxu, y surgió la idea de juntarnos, no nos podíamos ni hacer a la idea de lo que iba a suceder después. Siempre estaba ahí esa incertidumbre de ver qué iba a pasar cuando nos juntáramos en el local. Y lo que pasó fue la hostia, porque veías que había cambiado nuestro aspecto, pero que la historia seguía siendo la misma.

E.A.: Parecía que habíamos estado ensayando la semana anterior; lo de Lalo fue una pasada, hicimos como una especie de bolo en Grabasonic, e hizo todas las canciones a la primera… no sé qué es lo que pasa, pero es como que todo está metido en algún sitio del cerebro, porque yo ni me había mirado las letras, pero me las sabía todas…

G.B.: Lo que hicimos en aquella época se nos ha quedado marcado a fuego, porque era nuestro primer proyecto potente.

Y supongo que, una vez que suben al escenario, todo es más fácil al ver al público con tantas ganas, ¿no?

E.A.: Yo no era consciente de que había tanta hambre. La idea inicial era hacer algo pequeño, como en el Azkena, pero cuando sacamos las entradas ya vimos que tendríamos que ampliar aforo y, al final, llegamos hasta los 800. No me lo podía creer, nunca había sentido esa masa de cariño, estaba cagado antes de salir, pero en el minuto 1 se me quitó toda la preocupación y pensé: ‘¡Somos hermanos, estamos todos y no hay de qué preocuparse!’. Es algo muy difícil de explicar con palabras.

G.B.: Además, había muchísima gente joven que nunca nos había visto, pero se sabían todas las canciones… fue un concierto muy bonito y emocionante.

¿Por qué creen que, en su momento, el proyecto no funcionó a nivel estatal, como sí que sucedió con Platero?

E.A: Quizá ellos tenían más claro que tenían una carrera musical que llevar a cabo. Además, en lo que a mí respecta, cuando firmamos con Dro empecé a entender lo que era esto de ser artista: ir a Madrid, a las 8 estar en una radio, pasar por mil sitios… a mí me dio un poco de vértigo, pero eso es algo que veo ahora, porque en su momento, igual disfrazas la realidad con mil excusas.

T.A.: Tampoco creo que tuviéramos tanto tirón o fuéramos tan comerciales como Platero y tú, nosotros éramos más underground. Además, nuestras letras creaban dificultades en Dro, hasta el punto de que en el segundo disco, el single lo decidió la compañía, y escogieron el único en el que no se decían tacos o se hablaba de drogas.

Pero aquí están, y además con la gente expectante, por lo que pueda pasar ahora…

E.A.: Sí, y hacer lo que nos dé la gana, como hemos hecho siempre. No vamos con unas expectativas concretas, pero visto cómo van las anticipadas, creo que va a salir algo curioso, vamos a darle un plus con invitados y colaboraciones… gente con quien trabajamos en su día y que nos apetecía que estuvieran en un día así. Probablemente, también hagamos algo nuevo, porque ya hay cosas que están saliendo en el local.

G.B.: Haremos el concierto de Valladolid, el de Santana y, de momento, no tenemos más, porque queremos centrarnos en trabajar cosas nuevas… La idea es encerrarnos en el local, pasarlo bien tomando unas birras y tocando, y a ver lo que pasa.

¿Cómo han visto el panorama al volver? ¿Creen que se está perdiendo un poco la esencia rockera?

G.B.: Ahora hay muchos garitos, pero se ha banalizado un poco el tema, también hay muchas bandas de versiones… se toca mucho, pero se le resta importancia al hecho de tocar y es casi como música de fondo.

E.A.: Yo no he ido a muchos conciertos en los últimos años, porque he estado navegando, pero sí que he visto un cambio importante: el grito de guerra en nuestra época era ‘hoy es una buena noche para morir’, y tanto el público como los músicos íbamos a rompernos la crisma en el escenario y había mucha efervescencia en los conciertos; y ahora veo muchos ‘consumidores del rock’, y que el rock se ha convertido en algo demasiado legal, muy ‘para todos los públicos’, pero bueno… No es lo mismo sudar como un perro con 20 años que con 50, y la gente en los conciertos está un poco más como contemplando y mirando cómo tocan los músicos.

G.B.: En estos treinta años, se ve que no hay demasiado relevo, y el rock también ha evolucionado hacia otros lugares, y la gente ha aprendido a ver conciertos, y a valorar otras cosas.

T.A.: Además, la gente tiene que seleccionar mucho dónde va, porque hay muchísima oferta. Tú coges la agenda cualquier semana y hay bolos en todas partes. A lo mejor también hay algo de sobresaturación…

E.A.: En los tiempos en que el rock estaba de moda, también había estilos más tranquilos, como el blues o el jazz… a mí, de hecho, me han echado del Festival de Jazz de Donostia por bailar en un concierto, porque estaban los concejales ahí sentados… ¡No me toques los cojones! Pues con el rock puede llegar a pasar lo mismo, que haya un sector que se apoltrone y  acabe convirtiéndose en un objeto de consumo más. Por suerte, sigue habiendo bandas por todas las esquinas, en los tugurios… eso sigue ardiendo y no hay que cultivar nada, porque eso sale por generación espontánea, se pongan como se pongan los puretas. Además, veo que todavía hay garitos como Helldorado, donde todavía se da mucha grasa. También recuerdo que, cuando volví a Bilbao, conocí a Txarly Romero y me sorprendió ver la valentía que tenía a la hora de programar… me recordó mucho a lo que hacía Juankar ‘Muga’ en los 80 y los 90…

T.A.: Es que la cosa se mantiene gracias a esta gente, personas que lo hacen todo con pasión.

Siguiendo con el concierto del 5 de octubre, ¿cómo va a ser el repertorio que han escogido?

G.B.: Ahí no hay mucho problema, porque solo hicimos dos discos, así que tocaremos todas, e incluso alguna más, porque también irán las de la maqueta.  

E.A.: Por eso tenemos que empezar a hacer cosas nuevas, que al final vamos a acabar hasta las pelotas de tocar siempre lo mismo [risas].

Así que, por lo que veo, la idea es seguir haciendo cosas, y que estos bolos no sean algo aislado…

E.A.: Habíamos pensado hacer una gira mientras íbamos preparando cosillas para probarlas en los conciertos. Pero tenemos muchas ganas de juntarnos en el local y ver qué sale, porque ahora somos personas muy diferentes, y nuestra manera de ver el mundo es distinta.

También tocan treinta años mejor, ¿no?

G.B.: Tampoco sabemos si eso de tocar mejor puede afectar al rollo que había antes, todo está por ver. Pero bueno, en lo musical, como suele decir Edorta, no hemos inventado la pólvora, pero tenemos pólvora de la buena [risas].

E.A.: Es que antes se suplía todo con actitud, y a mí me gustaría que mi cuerpo diese lo que tiene que dar. Ya no tomo anfetaminas por kilos, y la exposición, lógicamente, va a ser diferente. Pero el cuerpo se estimula de maneras insospechadas, y a veces, simplemente vale con la adrenalina que se genera al ver a la peña disfrutar. Además, todo es más consciente porque ya no tomamos sustancias para salir al escenario… y en aquel momento no sabíamos salir sin sustancias.

T.A.: … Pero la birra que no nos la quiten, ¿eh? [risas].