11 OCT. 2024 - 05:00h Signal: La privacidad como ariete para retar al modelo de Silicon Valley Miles de personas en Euskal Herria y millones en el mundo usan Signal como mensajería instantánea. La garantía de privacidad es seña de identidad de un proyecto sin ánimo de lucro y con vocación de ser alternativa a Silicon Valley, donde nuestros datos y metadatos son fuente de la riqueza ajena. Aplicación de mensajería Signal instalada en un dispositivo de telefonía móvil. (EUROPA PRESS) Iker Bizkarguenaga Cuando en enero de 2021 WhatsApp anunció una actualización de sus condiciones y política de privacidad, advirtiendo de que para continuar utilizando la app tendríamos que aceptar que nuestros datos se empezasen a compartir con Facebook -luego llegaron los matices, en particular para los usuarios europeos, pero el lío ya estaba montado-, mucha gente empezó a fijarse en Signal. Esta herramienta de mensajería instantánea llevaba años en funcionamiento, al principio con el nombre de TextSecure, haciendo de la privacidad y seguridad su seña de identidad, pero su público era minoritario y muy ligado al mundo de las tecnologías, del software libre, y de gente con un conocimiento relativamente amplio del ámbito de las comunicaciones. Aquella maniobra -un desastre comunicativo- de la exitosa aplicación de Meta representó un punto de inflexión a nivel de conocimiento para Signal, que cumple su décimo aniversario con millones de usuarios y el aval de voces autorizadas. No es solo que defensores de la privacidad como Edward Snowden y expertos en seguridad como Bruce Schneier digan públicamente que hacen uso de ella, sino que la propia Comisión Europea y otras instituciones de la UE han recomendado a sus trabajadores y trabajadoras que dejen WhatsApp y cambien de barco. Algoritmo robusto y código abierto ¿Qué es lo que hace a esta aplicación atractiva? Por un lado, la fiabilidad de su oferta. Signal cuenta con un cifrado de extremo a extremo, lo que significa que los mensajes salen de tu móvil ya cifrados, y solo se descifran cuando llegan al aparato del receptor. De esta manera, si alguien los intercepta por el camino, no podrá leerlos. Esto implica que nadie, excepto el dueño del dispositivo remitente y la persona o personas con las que está conversando pueden leer los mensajes. Esa privacidad se sostiene en algoritmos públicos y testados, que hasta ahora no han podido ser quebrados «y que ofrecen una garantía, también frente a capacidades de computación más fuertes que puedan llegar en el futuro», según explica a GARA Gorka Julio, miembro de Talaios Kooperatiba y de TEKS Elkartea. Añade que Signal ofrece una capacidad estándar «muy buena». De hecho, el sistema de cifrado de Signal es tan potente que la propia WhatsApp decidió utilizarlo para sus mensajes. Además, a diferencia de otras aplicaciones como Telegram, que solo aplican el cifrado de extremo a extremo cuando se abre de forma expresa una conversación privada, Signal y WhatsApp aplican ese cifrado por defecto en todas las conversaciones. Cosa distinta es lo que ocurre con los metadatos, que no incluyen el contenido del mensaje pero sí algunos datos asociados, como quién escribe a quién, y que WhatsApp usa como inputs económicos. Con Signal no solo los chats están a salvo, tampoco guarda los datos o metadatos de las cuentas, más allá de los estrictamente necesarios. Gorka Julio apunta que Signal no puede garantizar la privacidad en el caso de que alguien pueda acceder a la pantalla del receptor en el momento en que le llega el mensaje, como es lógico, pero aun así, apostilla que cuenta con herramientas pensadas para esas circunstancias. En concreto, permite configurar la autodestrucción de los mensajes que se envían. De este modo, se puede establecer un periodo de tiempo, que puede ser desde cinco segundos hasta una semana, para que los mensajes se borren automáticamente pasado ese tiempo, y así poder maximizar la seguridad de las conversaciones. Asimismo, en Signal, además de la protección por biometría (que también existe en WhatsApp), se puede evitar que se hagan capturas de pantalla, pedir que el teclado use el modo incógnito, redirigir las llamadas para no revelar tu IP y, de fábrica, los enlaces no generan vistas previas Signal es además una aplicación de código abierto, lo que significa que está disponible públicamente y que cualquiera puede examinarlo y ayudar a los desarrolladores a mejorar el programa y a verificar que funciona correctamente. La hace más segura. También permite que usuarios avanzados compilen sus propias versiones de la aplicación y que las comparen con las distribuidas por Open Whisper Systems, encargado de desarrollar el software. Otro elemento distintivo, probablemente el principal, es que detrás de esta aplicación de mensajería hay un proyecto sin ánimo de lucro que se financia con subvenciones y donaciones, que no ofrece anuncios, que no nos rastrea y que no vende nuestros datos a otras compañías. Una alternativa solvente al «capitalismo de vigilancia» pilotada desde 2022 por Meredith Whittaker, ex alta ejecutiva de Google. «Somos una organización sin ánimo de lucro, no porque queramos vivir de las monedas que nos tiran en un sombrero, sino porque ese tipo de estructura es en este momento fundamental para centrarnos en nuestra misión. En este sector los beneficios se obtienen monetizando la vigilancia o suministrando bienes y servicios a los que la ejercen. No existe un modelo de negocio para la privacidad en internet», expresaba en una entrevista con wired.com. Cambio de tendencia general Preguntado por el impacto positivo en Signal de la medida anunciada por WhatsApp hace tres años, que fue considerada lesiva para el derecho a la intimidad y la privacidad por un gran número de usuarios -«una gran cagada tecnológica», en palabras de Whittaker-, Gorka Julio confirma que aquel fue un punto de inflexión para esta aplicación, pero también para otras herramientas, «incluso descentralizadas, como Matrix, a las que la gente dio el salto». «En realidad es algo generalizado, no ocurre solo en las herramientas de comunicación, también lo estamos viendo con X -antigua Twitter-, de la que mucha gente se está yendo para pasar a Mastodon o a otras redes donde se cuide la privacidad», señala el ingeniero andoaindarra. A su juicio, «estamos llegando a un punto de decadencia del modelo de Silicon Valley, que se basa en la extracción de datos y donde nosotros trabajamos para ellos. Todo eso se está agotando, hay mucha gente que así lo piensa, y estos saltos son frecuentes». Partiendo quizá de esa tendencia, Meredith Whittaker exponía en la citada entrevista su deseo de seguir creciendo y hacer de Signal una aplicación hegemónica. Teniendo en cuenta que hoy en día WhatssApp da servicio a dos mil millones de personas en el mundo, el reto es mayúsculo en términos económicos, de logística y de infraestructura. Julio expresa sus dudas sobre hasta qué punto una iniciativa de las características de Signal puede llegar a alcanzar esas cifras, pero sí que observa una tendencia a pensar que «debemos gestionar la tecnología de forma colectiva». «Probablemente, en vez de una sola herramienta debemos pensar en el sentido de distintas aplicaciones que puedan interrelacionarse, en un ecosistema en el que esas herramientas, a través de protocolos abiertos, puedan interactuar entre ellas», opina. Celebra de Signal que «ha ofrecido una herramienta que es accesible para mucha gente» dentro de los objetivos mencionados, que son «justo los contrarios» de los que promueven las grandes compañías, y que pretenda seguir avanzando en ello. «Eso hay que reconocérselo», apunta. Estándar de oro para la privacidad Desde luego, su presidenta tiene bastante claro el camino a recorrer y en el momento en que nos hallamos. «Creo que la gente tiene que reformular su comprensión de la industria de la tecnología, la comprensión de cómo la vigilancia es tan importante para su modelo de negocio. Y luego entender cómo Signal se distingue, y reconocer que tenemos que ampliar el espacio para que ese modelo crezca», apunta en la extensa entrevista en wired.com, donde advierte, asimismo, de que «tener el 70% del mercado global de la nube en manos de tres empresas a nivel mundial no es seguro». Apostilla Whittaker que «no es casualidad que WhatsApp y Apple estén gastando miles de millones de dólares en definirse a sí mismas como privadas. Porque la privacidad es increíblemente valiosa» y, dicho esto, pregunta y se responde a sí misma: «¿Quién es el estándar de oro para la privacidad? Es Signal». «Nuestra base de usuarios ha crecido constantemente, y creo que va a seguir creciendo por la volatilidad geopolítica y con una nueva generación mucho más sensible a los peligros de la infraestructura de control de Big Tech», augura esta exprofesora de la Universidad de New York. El tiempo le dará o le quitará la razón. De momento, ¿quién no conoce a alguien que tenga Signal? ¿Quién no lo tiene ya?