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Un telescopio gigante para dar con el santo grial de la astronomía: ¿Hay vida más allá?

El Telescopio Gigante de Magallanes, en construcción en el desierto de Atacama, será el más avanzado del mundo. Quien fuera el líder de este proyecto durante diez años, Miguel Roth, explicó que una de sus funciones principales será buscar otras formas de actividad biológica más allá de la Tierra.

El astrónomo Miguel Roth posa en su visita a la sede de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en Donostia. (Andoni CANELLADA | FOKU)

La cima del cerro donde se ubica el Observatorio las Campanas, a 2.500 metros sobre el nivel del mar en el desierto chileno de Atacama, ya está preparada para albergar un telescopio terrestre de 25,4 metros de diámetro que lo formarán los siete espejos más grandes del mundo. El Telescopio Gigante de Magallanes (TGM) será el más avanzado del mundo y los científicos al cargo del proyecto esperan que pueda «cambiar la física como la entendemos hasta ahora».

Así lo afirmó el astrónomo argentino Miguel Roth en la sede de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en el barrio Zorroaga de Donostia. Roth, quien lideró durante casi diez años la construcción de este mega telescopio y es hoy el representante emérito del mismo, fue el invitado estrella de las 33. Jornadas Astronómicas en las que participó el Planetario de Iruñea y el Donostia International Physics Center (DIPC). Avanzó que una de las expectativas que la comunidad científica tiene con este ambicioso proyecto es dar con el santo grial de la astronomía, y averiguar: ¿hay vida más allá del planeta Tierra? «Las dudas que tenemos ahora solo se pueden resolver con telescopios grandes», apuntó.

Se espera que el TGM tenga una potencia de resolución aproximadamente diez veces mayor que el telescopio espacial Hubble y cuatro veces mayor que el telescopio espacial James Webb. En tamaño, superará con creces al más grande fabricado hasta ahora, el Gran Telescopio de Canarias, que tiene un espejo principal de 10,4 metros de diámetro, aunque no llegará a romper el récord, ya que se prevé que el ELT europeo (Telescopio Extremadamente Grande, por sus siglas en inglés), también en construcción en Atacama, se finalizará antes y tendrá nada menos que 39 metros de diámetro.

Sin embargo, lo que diferenciará al TGM de los demás telescopios serán sus siete espejos gigantes, idénticos entre ellos y de 8,4 metros de diámetro cada uno, de los cuales cuatro ya están fabricados. Pesan, cada uno, 17 toneladas, pero aunque pueda parecer mucho, son «realmente ligeros», aseguró Roth en Donostia. El gran desafío para los ingenieros e ingenieras que idean el Magallanes gigante es que seis de los espejos tendrán que estar pulidos fuera del eje y dispuestos simétricamente alrededor de la pieza central, porque «todos tienen que actuar de forma coordinada, formando uno solo», aclaró el astrónomo.

Con telescopios como el Magallanes Gigante, se abre «un periodo en el que puede cambiar la física como la entendemos hasta ahora», afirmó el astrónomo argentino. «Vamos a descubrir nuevos mundos», aseguró Miguel Roth

Además, cada uno de los siete espejos gigantes contará con otro secundario, muy delgado (2 milímetros) y deformable, cuya función será compensar las deformaciones que provocan las celdas de aire de la atmósfera, que «tienen distintas presiones y chocan, es como tener un millón de lentes minúsculas que se mueven, y eso echa a perder la imagen», explicó el astrónomo. Gracias a estos espejos, el GTM ofrecerá una calidad de imagen jamás conseguida en otros telescopios.

Ventanas a nuevos mundos

La calidad de imagen es tan importante para observar el universo «como el cielo destapado», apuntó el ponente, ya que, cada vez que los seres humanos multiplican su capacidad de ver, más lejos en el caso de la astronomía (con telescopios) y más cerca en el caso de la microbiología (con microscopios), «se abre una nueva ventana», destacó Roth.

Desde los tiempos de Galileo, con el primer telescopio que apuntó al cielo hace 400 años, la astronomía ha pasado de estudiar el sistema solar a determinar la ubicación de la Tierra en su galaxia y, a partir del principio del siglo XX, al descubrir que la Vía Láctea no es la única galaxia, comenzó a estudiar el universo. Ahora, con telescopios como el Magallanes Gigante, se abre «un periodo en el que puede cambiar la física como la entendemos hasta ahora», afirmó el astrónomo argentino. «Vamos a descubrir nuevos mundos», aseguró.

Más concretamente, una de las misiones que la ciencia encomendará al TGM será la de tratar de ver si existen formas de actividad biológica más allá de la Tierra, comenzando por estudiar los planetas más cercanos.

Otra misión será la de «ver lo más atrás posible en el tiempo» y acercarse más que nunca al origen del universo, miles de millones de años atrás. Hay que recordar que cuanto más lejos apunta un telescopio, más retrocede en el tiempo: desde un telescopio se ven los objetos no como son ahora, sino como eran en el momento en que liberaron la luz.

Además de esto, desde el Observatorio las Campanas estudiarán cómo nacen y mueren las estrellas, cuál es la velocidad de expansión del universo, cómo evolucionan las galaxias, los hoyos negros, la materia y la energía oscura... «Y de repente hay algo que no sabemos explicar y requiere un cambio de paradigma», presagió Roth.

Ingredientes: una servilleta y mucho dinero

El Big Bang del Telescopio Gigante de Magallanes fue en el 2000, después de inaugurar los dos Magallanes, telescopios ópticos gemelos de 6,5 metros de diámetro también situados en el Observatorio Las Campanas en Chile. «Celebramos una fiesta de la que todavía hoy se habla, comimos como si fuéramos vascos, y bebimos mucho –bromeó Miguel Roth en Donostia–. Allí nació la idea. En una mesa había tres astrónomos que habían estado involucrados con los Magallanes, haciendo dibujos del telescopio gigante en servilletas».

Con el TGM, los astrónomos y astrónomas esperan acercarse más que nunca al origen del universo, miles de millones de años atrás

24 años después, los cimientos que albergarán el TGM ya están dispuestos en el observatorio chileno, algunos de los instrumentos del telescopio ya se han fabricado, y el diseño del edificio de 22 metros que protegerá el telescopio de los terremotos, a cargo de la empresa bilbaína Idom, también está. Por lo que, «en tiempos astronómicos, lo tendremos en breves», aseguró irónico Roth. Es decir, creen que captarán «las primeras luces» al principio de la década siguiente. «Espero verlo», auguró el astrónomo de 78 años.

Siempre y cuando el plan de financiación funcione. El TGM tiene ya varios socios que participan en la aventura, como Taiwán, Australia o la Universidad de São Paulo y varios más. El trato consiste en que el tiempo de uso del telescopio se decidirá en función de la inversión –Chile, al ser el país anfitrión, será quien más tiempo tenga, el 10% del total–.

El problema es que todo depende de lo que decida Estados Unidos, ya que otro proyecto entra en la pugna por la inversión norteamericana: un telescopio de 30 metros de diámetro. Estados Unidos tendrá que elegir entre el GTM, que está más avanzado, y el otro telescopio, que se proyecta en Hawaii. Y sin su inversión, «no alcanza» para seguir adelante con el plan de Chile, por lo que tendrían que idear otros planes de financiación mucho más complicado, lamentó Roth.

El astrónomo argentino, por su parte, apuntó que la astronomía vive «un momento fascinante», pues es posible que pronto se abra «otra ventana», y entiende que es momento de invertir. «Yo compraría acciones en ciencia», aseguró sonriente.