MIKEL INSAUSTI
CINE

«Simone, le voyage du siècle»

El biopic sigue siendo uno de los géneros más socorridos para la industria audiovisual, a pesar de las limitaciones que presenta frente al documental o el libro de memorias. La reconstrucción de hechos reales siempre conlleva dificultades cuando se abarca una vida que se prolonga durante varias décadas, pero el gran caballo de batalla suele estar en las caracterizaciones, porque no solo se trata de representar al personaje central y hay que resucitar con él a todo su entorno cercano y al resto de figuras históricas que forman parte del contexto de la película. Y ahí ya se suscita la polémica de si se debe respetar el parecido físico o no. Cuando se opta por lo primero surge otra disyuntiva, la de buscar un actor o una actriz de rasgos similares, o la de utilizar un recurso tan poco natural como el del maquillaje facial protésico. Sin embargo, no acaba ahí la cosa, porque a menudo se necesita de más de un actor o de más de una actriz para plasmar las distintas edades y distintas etapas en la trayectoria vital de la persona retratada.

Pues en “Simone, le voyage du siècle” (2021) hay un poco de todo ello, ya que como bien advierte el subtítulo temporal, hablar de Simone Veil obliga a abarcar todo el siglo pasado y los comienzos del actual, debido a que murió en el 2017 a los 90 años de edad. En la versión doblada se estrenará como “Simone, la mujer del siglo”, que introduce un cambio de matriz, significando la importancia que en la historia reciente ha tenido para el feminismo su activismo social y político. En consecuencia, la Simone Veil, tal como fue mundialmente conocida, es interpretada en su madurez por Elsa Zylberstein, una actriz de 54 años que ha de irse transformando con los paulatinos cambios experimentados en su rostro. La joven Simone, llamada de soltera Simone Jacob, se corresponde con la actriz Rebecca Marder.El desdoblamiento actoral afecta también a su pareja Antoine Veil, que de mayor aparece caracterizado como Olivier Gourmet, y de soltero como Mathieu Spinosi.

Todo esto es muy complicado de manejar, si bien el cineasta Olivier Dahan es un biógrafo experimentado. De hecho, su carrera dio un giro a raíz de la oscarizada “La vida en rosa” (2007), biopic musical de la cantante Edith Piaf a mayor gloria de Marion Cotillard, que la encarnó de forma impresionante. No pudo evitar volver al género que le había dado fama con “Grace de Mónaco” (2014), y con Nicole Kidman haciendo de Grace Kelly. No obstante, la idea de biografiar a Simone Veil no es del todo suya, sino que el proyecto nace del impulso como productora de la actriz principal Elsa Zylberstein, que comparte origen judío y bagaje generacional con el director, y que pensó en él desde el primer momento por los mencionados precedentes.

Al aceptar el encargo de “Simone, le voyage du siècle” (2021), Olivier Dahan no quería repetirse, por lo que en apariencia trata de innovar narrativamente al desestimar el orden cronológico y lineal del relato. Claro que la deconstrucción temporal y el montaje fragmentado están de moda y hace mucho que se impuso dentro del biopic. Con los saltos en el tiempo se busca una conexión emocional y vivencial, y así Dahan establece un paralelismo entre los momentos estelares de un largometraje que dura dos horas y media, mediante el recurso de la fotografía en blanco y negro para el pasado más oscuro y el color para resaltar los hitos épicos.

Esos dos puntos de inflexión son la deportación nazi y la ley de la despenalización del aborto en el Estado francés. De tal manera que se parte de la realidad de Simone como superviviente de los campos de concentración donde sucumbió gran parte de su familia, para llegar hasta sus logros en la política tanto a favor de los derechos de las mujeres como de la unidad europea, desde los sucesivos puestos de ministra de Sanidad y primera mujer presidenta del Parlamento en Estrasburgo. En medio quedan muchas otras aportaciones en materia de salud y en materia de paridad.