7K - zazpika astekaria
CINE

«Master Gardener»


La Mostra de Venecia se rindió ante el maestro Paul Schrader, que recibió el León de Oro Honorífico por toda su carrera, presentando “Master Gardener” (2022), tercera entrega de su trilogía final. Un hito que se completa con “El reverendo” (2017) y “El contador de cartas” (2021). El viejo cineasta reconoció que, a sus 76 años, se había jugado la salud por terminar la película, y por cerrar su filmografía de una forma coherente. No siempre ha tenido oportunidad en Hollywood de poder hacer sus películas con libertad e independencia, viéndose profesionalmente obligado a aceptar encargos alimenticios. De ahí la importancia vital para acabar estas tres obras que conectan con lo mejor que ha salido de su autoría, iniciada con el guion de “Taxi Driver” (1976) para Martin Scorsese. Gracias a esa importante colaboración, pudo empezar a dirigir sus propios guiones, dejando títulos memorables como “Blue Collar” (1978), “Hardcore” (1979), “American Gigolo” (1980), “El beso de la pantera” (1982), “Mishima” (1985), “El placer de los extraños” (1990) o “Aflicción” (1997). Y cuando ya parecía que había perdido el tren, y que sus días de buen cine se extinguían, nos ha regalado su trilogía bressoniana compuesta por tres personales plegarias.

Son oraciones fílmicas por ángeles caídos, pecadores de este mundo oscuro en busca de la luz y la redención. Personajes todos ellos que responden a los mismos principios que definieron al taxista encarnado por Robert De Niro, y que se identifican con el sacerdote al que da vida Ethan Hawke en “El reverendo” (2017), el jugador que nos regala Oscar Isaac en “El contador de cartas” (2021) y el jardinero personificado por Joel Edgerton en “Master Gardener” (2022). La educación calvinista de Scharder le ha impelido a hablar de la culpa, el perdón y la salvación. Temas centrales junto al de la predestinación, y la medida en que se puede luchar contra el camino marcado de toda una existencia, para rebelarse y tomar las riendas frente a lo establecido. Dilemas éticos a los que parece imposible escapar, y que causan más de un tormento interior.

Nadie como Schrader sabe conectar lo sagrado y lo profano, lo terrenal y lo espiritual y, si en “El reverendo” (2017) las dudas religiosas se debatían sobre el telón de fondo de la guerra de Irak, o en “El contador de cartas” (2021) la metáfora del capitalismo salvaje se trasladaba a los salones de juego, en “Master Gardener” (2022) es el racismo el que ocupa el lugar de la violencia que no deja respirar a las personas en paz. La alegoría del Jardín del Edén, del que somos expulsados por nuestros errores pasados, aporta un escenario de conflicto, resuelto en esta ocasión con algo más de esperanza que en las dos precedentes. El baile final de los enamorados hace presagiar esa segunda oportunidad que tanto se resistía hasta ahora.

El jardinero Narvel Roth es como un ermitaño que vive en la cabaña de las herramientas, como si tuviera que penar algún mal cometido en otros tiempos. Y, en efecto, para tener que dejar de odiar al diferente ha tenido que traicionar a sus antiguos correligionarios neonazis, acogiéndose a un programa de protección de testigos, mediante el obligado cambio de identidad. Pero la pesadilla supremacista no desaparece de su vida, y vuelve al presente para poner a prueba su voluntad de cambio.

Roth trabaja para la familia Haverhill, propietarios de fincas en Louisiana. Su jefa es Norma Haverhill, personaje al que presta su imagen Sigourney Weaver. Él intenta contentarla en lo posible, pero ese equilibrio se rompe cuando sale a relucir el lado racista de la dueña de Gracewood Gardens. Le encomienda como aprendiza a su sobrina-nieta Maya, interpretada por Quintessa Swindell, una mestiza a la que los Haverhill rechazan por tener un padre negro.

La violencia racial es tratada por Schrader con una poderosa simbología, a la manera de la utilizada por el gran Samuel Fuller en “Perro blanco” (1982), con la mujer que acogía un perro entrenado para atacar a la gente negra.