Las sustancias químicas nocivas se encuentran en todo tipo de productos de consumo, y además son inertes a la mayoría de los procesos naturales de degradación y persisten en los seres humanos y el medio ambiente durante décadas. La lista de productos que contienen algun tipo de sustancia química peligrosa o de riesgo es impresionante, desde simples envases de comida rápida, juguetes, hilo dental o chaquetas y aerosoles impermeabilizantes, hasta cosméticos, protectores solares y joyas baratas.

En los últimos años se han realizado diferentes pruebas que han sido presentadas a los responsables de formulación de políticas, tanto en el Parlamento europeo como en los Congresos estatales, con diferentes objetivos:

- Eliminar gradualmente todas las sustancias químicas nocivas de los productos.

- Hacer cumplir mejor la legislación existente en el mercado.

- Aumentar la transparencia sobre las sustancias químicas presentes en los productos.

- Promover alternativas más seguras y garantizar que los reemplazos no planteen riesgos para la salud y el medio ambiente.

- Reforzar los controles de importación para evitar la venta de productos que puedan suponer un riesgo para la salud de los consumidores y/o que contengan sustancias ya prohibidas en la UE.

Pero, incomprensiblemente, las cosas oficiales van despacio y buena prueba de ello es la prohibición de la purpurina, cuyas primeras medidas empezarán a aplicarse a finales de octubre. En otros casos, según la Comisión Europea, «la prohibición de la venta se aplicará después de un periodo más largo para dar a las partes afectadas tiempo para desarrollar alternativas y aplicarlas». Es decir, cuidar a la poderosa economía. Lo malo es que la salud no atiende a plazos tan largos.