Chris Cohen
Chris Cohen siempre fue un niño callado. De hecho, esta introversión fue una de las razones por las que empezó a tocar música desde pequeño: para comunicarse sin hablar, para identificarse con los demás sin las palabras. Una fórmula que le ha ido funcionando también con el paso de los años, hay están su impronta en los poderosos Deerhoof o en su proyecto de art-rock The Curtains. A ello le han acompañado trabajos de producción y sesiones para gente como Weyes Blood, Kurt Vile, Le Ren y Marina Allen. En algún momento de ese largo camino, Cohen empezó a escribir letras. Descubrió que, aunque no le salía de forma natural, el proceso le ofrecía una sensación de autodescubrimiento y ajuste de cuentas, una forma de verse a sí mismo y al mundo desde ángulos diferentes. Sus tres álbumes en la última década le han llevado a indagar en la música pop más despreocupada. Son en esos discos donde encontramos temas como el manejo de los conflictos familiares, el transcurrir por la edad avanzada y la sensibilidad hacia los problemas sociales.
Pero Cohen nunca ha tenido tanto que cantar tan directamente como en “Paint a Room”, su primer álbum en cinco años. Si antes los mensajes de Cohen se escondían dentro de las capas musicales que construía él solo, aquí son de nuevo claros y resonantes, animados y subrayados por primera vez por una banda que toca en tiempo real. Asi, aparece la violencia de estado en la subversivamente melodiosa “Damage” o el agotamiento existencial de la modernidad en “Laughing”. Ahí se aprecia a Cohen comunicándose con sus amigos no sólo a través de su profundo conocimiento del groove, la armonía y la melodía, sino también con sus oyentes a través de canciones que van dibujando esta nueva era que estamos viviendo como sociedad.
En “Paint a Room”, la música de Cohen se siente como una cálida brisa primaveral, fácil de amar y suave de sentir. Pero a menudo se percibe llena de carga, como si fuera una nube que viene acompañada de una tormenta invisible. Es un disco que se enfrenta a la realidad y a la vez evoca una alternativa, en la que los paseos nocturnos y las campanillas que suenan con el viento en la casa de un vecino ofrecen diferentes fantasías para la imaginación. Estas 10 canciones plantean nuevas alternativas a viejos problemas buscando una compañía y un camino hacia algún lugar nuevo.
Adornado con magníficos e inusuales arreglos, “Paint a Room” cuenta con la colaboración de Jeff Parker en el revoloteante arreglo de vientos de “Damage”, y de Josh Johnson, colaborador de Parker y que produjo el álbum de Meshell Ndegeocello “The Omnichord Real Book” -ganadora de un Grammy- que aporta arreglos de flauta, saxo y clarinete a lo largo de todo el disco. Un trabajo apacible donde el jazz, la música lounge y el folk de los setenta se funden con el pop.
Wild Yaks
Casi veinte años después de comenzar su carrera, el grupo de Rockaway Beach presenta su versátil nuevo trabajo. “Monumental Deeds”, el sexto álbum del grupo neoyorquino de indie rock, contiene diez temas nuevos difíciles de clasificar pero fáciles de escuchar. Jose Aybar (bajo, voz), Jairo Barsallo Rubio (guitarra solista, voz), Robert Bryn (voz, guitarra rítmica), Martin Cartegena (batería, voz), Giovanni Kincaide (teclados, voz) y Jeff Tobias (saxofón) exploran temas de esperanza y autoconciencia en sus letras, que se adhieren sin esfuerzo a los innumerables riffs, melodías y sonidos garageros mezclados con psicodelia. Las estructuras de las canciones son complejas y diversas, la forma de tocar es enérgica y expresiva, las voces son potentes y poderosas y el sonido transmite emoción.