7K - zazpika astekaria
Entrevista
Enrique Villarreal «el drogas» • Josu y lander «belako»

«Internet es una ayuda para los grupos que empiezan, pero de alguna forma ha quitado valor a la música»


Casi al final de este encuentro-entrevista-charla informal, y a punto de despedirnos, Enrique Villarreal, El Drogas (Iruñea, 1959) narra una de las muchas anécdotas que ha vivido en las casi cuatro décadas que lleva dedicándose a esto de la música y pone en bandeja de plata la fórmula que buscaba para definirle: «Señor Drogas», como se dirigió a él un guardia civil en un control de carretera. Fue una de las muchas veces que le han parado, como aquella en la que, con Barricada, tuvieron que firmar autógrafos porque los maderos eran fans. Los Belako Josu Billelabeitia (Mungia, 1991) y Lander Zalakain (Tolosa, 1993) llegan también a la cita en Iruñea con uno de los vinilos grabados por El Drogas en su larga trayectoria para que lo firme este músico que es un señor, no solo por edad –que igual también–. Uno puede ser un caballero siendo rockero y luciendo un pañuelo pirata.

En un ínterin de su gira de pequeño formato, el txantreano acepta la propuesta de 7k de reunirse en Iruñea con los miembros de Belako, la banda vasca con mayor proyección del panorama indie. Faltan dos componentes, Ane Billelabeitia y Cris Lizarraga, que no han podido venir. En 2011, los hermanos Billelabeitia, junto a Cris, quien estudiaba Bellas Artes con Josu, y Lander adoptaron el nombre del barrio mungiarra donde ensayaban y, de ganar el concurso de maquetas de Gaztea un año después, pasaron a tocar en el BBK Live y a telonear a Elvis Costello y a Crystal Fingers. Acaban de girar hace poco con Berri Txarrak por Alemania y han recibido todo tipo de loas de la crítica, premios incluidos, como el Ojo Crítico de RNE. Con un directo impactante, Belako canta en inglés y euskara y lleva sobre las espaldas un centenar conciertos en lo que va de año con su segundo trabajo, titulado “Hamen” (2015). El primero, “Eurie” (2013), fue un absoluto descubrimiento. Por cierto, uno de los profesores de Josu en la Facultad es hermano de El Drogas. Y hay más conexiones entre ellos.

En alguna entrevista reciente, El Drogas ha citado a Belako como una de las bandas del futuro. Incluso ha reconocido que le han dejado «anonadado». No sé si han coincidido alguna vez, pero ¿El Drogas se atrevería a hacernos una crítica de ellos?

El Drogas: Coincidimos una vez y me recordó cuando solía ir a la sala Ilargi de Lakunza, a donde ibas sin saber quién iba a tocar, porque entonces realmente había el hábito de ir a los sitios sabiendo que te iban a sorprender. Yo no había oído hablar de ellos y, de repente, fue como una patada en los cojones. Las canciones me gustaron mogollón y sobre todo su directo, porque puede que si los hubiera oído en disco no hubiera recibido ese impacto. «¿Cómo decías que se llaman estos?», pregunté (risas).

A priori, reunir a ambas generaciones de músicos tenía su aquel. Parecía mucho más difícil de lo que realmente fue, por aquello de sincronizar fechas entre conciertos. Y estaba por ver además cómo resultaba la relación entre la experiencia –El Drogas, con mucho vivido y girado a la espalda y ahora abuelo sin que haya dejado de ser «un macarra de barrio»– y la bisoñez –aunque los Belako tienen la cabeza bien amueblada... pero sin exagerar, como dirían ellos–. Un ejemplo, el año en el que nació Josu Billelabeitia, 1991, se publicó “Por instinto” de los Barricada, un disco con canciones como la icónica “En blanco y negro” y un trabajo con el que el grupo del «barrio conflictivo» entró en la radiofórmula. Y para cuando Lander Zalakain llegó a este mundo, El Drogas estaba metido entre “Balas blancas” (1992) y “La araña” (1994). Pero, por lo que se ve, por encima de las diferencias o los paralelismos, está la música... y el buen rollo.

Es curioso que, cuando se le pregunta sobre sus referencias, Belako cite a bandas de los 80 y 90 como Joy Division o Pixies. Además, sorprende que siendo tan jóvenes suenen así.

Lander Zalakain: Es la música que nos ponían nuestros aitas desde pequeños.

Josu Billelabeitia: Hoy en día tienes la posibilidad de escuchar de todo. Tienes todo a mano, con internet y demás. En vuestra época (se dirige a El Drogas), ¿igual os teníais que inventar las cosas, porque no había tanto?

El Drogas: En los 80, a partir de la muerte de Franco se produce una explosión cultural y contracultural alrededor de las ciudades muy urbanita. Aparte de eso se empiezan a conocer algunos grupos y empiezan a llegar discos, algunos de EEUU, pero sobre todo Inglaterra. Lo que no se daba en aquel momento en otros lugares del Estado español y sí en Euskal Herria eran los festivales, donde podían tocar grupos de diferentes tendencias musicales. Nosotros hemos hecho cantidad de bolos con la Polla Records, Hertzainak, Kortatu, Zarama, RIP… con un montón de gente. Esto suponía que entrabas en una relación muy personal y te pasabas información de otras bandas. Así conozco a los Clash, Jesus and Mary Chain, The Cure… Yo iba a Madrid a una entrevista para "Heavy rock", por ejemplo, y me preguntaban «¿qué grupo escuchas ahora?»: «Pues ahora estoy escuchando a The Cure», y ¡joder tú! (risas). Para ellos, este tipo de historias era un rollo muy radical. De hecho, hubo un bolo en el Rocódromo, y entre las bandas tocaban Obús y la Polla Records y acabó en una batalla campal. Eso aquí hubiera sido impensable, porque había situaciones que acaban como el rosario de la aurora, pero no entre los grupos sino con la Ertzaintza o, antes de que existiera esta, con la Policía Nacional.

Había aquella costumbre tan extendida de escupir a los músicos.

El Drogas: Yo eso lo he vivido con la Polla Records. El público lapero se ponía en primera fila cuando ellos tocaban. Luego esos pasaban atrás y delante se ponían los de las chupas vaqueras y era otro tipo de público. Siempre solía acabar embroncado con alguien que escupía, porque la cabeza te venía justamente a la altura de la boca (risas).

En un concierto reciente en el Joy Eslava madrileño hemos visto a Josu también en plan kamikaze, tocando la guitarra, tumbado sobre el público, y pasando de mano en mano.

J. B.: Era el segundo tema o así. Ves bulto y te tiras sin avisar, no hay otra opción.

El Drogas empezó con un grupo que se llamaba Kafarnaún...

El Drogas: Eramos muy bíblicos aquí en Pamplona. Uno se llamaba Jonás, otro Kafarnaún, otro Caifás…

J. B.: Como si fuera una historia de miedo...

Drogas: Realmente no era tanto el miedo a los grupos en sí, sino el que se creaba en los confesionarios y en las capillas, donde las monjas y los curas generalmente intentaban meterte mano. Por cierto, no sé cuando va a salir a la luz la pederastia en el catolicismo de aquí. Eso sí que era tétrico, pero entonces te parecía normal. Entonces, una vez que empiezan a cerrarse los barrios con barricadas de fuego, comienza a darse paralelamente una explosión, aparte de los propios coches, de grupos relacionados con la cuestión sociopolítica.

¿Quizás una de las diferencias entre aquellos músicos de los 80 y los de ahora es también la preparación? Antes se lanzaban a tocar sin más, mientras que los de Belako, por ejemplo, han estudiado música. Y, sobre todo, han oído mucha música.

L.Z.: Yo creo que más eso último. Hemos estudiado solfeo, sin pasarnos.

J.B.: Hemos tenido que desaprender lo aprendido. Lo que aprendimos en la escuela de música era el rollo clásico y cuando eres pequeño todo te suena a chino, aunque ahora sí he empezado a preocuparme por las escalas, los acordes, por la relación de tonos... Pero lo que yo quería era empezar con el grupo y tocar, que aquello sonara. Yo aprendí piano y, sin embargo, empecé con la guitarra. Soy zurdo, pero fui con mi padre a comprar una guitarra y las de zurdos eran más caras que la hostia (risas). «Aita cómprame una de diestros y ya aprenderé» le dije, y ahora toco como los diestros.

¿Qué hace falta para hacer una canción?

El Drogas: Primero, ganas.

J.B.: Menos de lo que piensas.

La duda de siempre: ¿Qué es primero: la letra o luego la melodía? En el caso del Drogas diría que la letra; en Belako, ¿la música?

L.Z.: Cada grupo tiene su forma de hacer, es un mundo.

J.B.: Cada canción también es diferente y, a veces, con la que más te complicas igual es la que luego menos llega, mientras que la que hiciste en una mañana con tres acordes es la que más pega.

El Drogas: Pero luego la quieres hacer de la misma manera y no sale. Eso es lo bonito: que no es matemática pura. Porque si supiésemos cómo se hace, nos aburriríamos de este mundillo y lo dejaríamos enseguida. No se puede hacer chorizos con esto.

Algunos sí que lo hacen, véase las listas de éxitos.

El Drogas: Quizás lo que hagan es buscarse la vida para cobrar derechos de autor. El músico-compositor o quien pertenece a un grupo, llámese como se quiera, disfruta con poner una idea en común con otra gente y con esa calentura que se vive en el local, con cómo llegas a casa después de ensayar y no puedes dormir. Lo digo porque, después de ensayar, suelo llegar a casa sobre las 23.30 o 24.00 y durante dos horas estoy dándole vueltas.

J.B.: Esos días que llegas al local y que esa canción que grabas, lo solemos hacer en el móvil, es tu canción favorita en ese momento y no puedes escuchar otra...

L.Z.: Por mucho que la cambies, puede que al final te quedes con la primera versión.

El Drogas: Eso quiere decir que, para cuando la gente la ha escuchado, tú ya has oído esa canción unas 300 veces. Pero en mi caso, digamos que, si la croqueta es de jamón, la letra para mí es el jamón y lo demás es una bonita ambientación. Todo en su conjunto termina haciendo una canción. ¿Es lo más importante? No lo sé. Yo empecé como letrista y es algo que siempre me ha llamado la atención. Es muy complicado que a alguien que esté conmigo le vaya a dejar que escriba la letra. Mientras que he estado en Barricada, de 162 canciones 146 letras son mías. Me siento más escribidor, escribiente o escribano que tocador.

Por cierto, un signo del cambio de los tiempos es que un músico ha recibido un premio Nobel. ¿El Nobel a Bob Dylan significa que los del r’n’r han dejado de ser los chicos malos?

El Drogas: A mí del acto ese me fastidió que no hubiera ninguna mujer premiada, pero sobre todo me gustó que estuviera Patty Smith cantando. Dylan, además, dejó de ser malo hace tiempo. Por otra parte, en el mundo cultural del ámbito norteamericano todo esto se ve de otra manera: Neil Young puede entregar un premio a Tom Waits tranquilamente delante de Bruce Springsteen, con gente de Guns N’Roses en el mismo recinto… Aquí enseguida te saltan al cuello si te llaman para recibir un premio, aunque eso tampoco sea lo realmente importante. Lo de las calles, premios y demás es una de las estupideces más superlativas que hay. Posiblemente habría que romper ese tipo de fórmulas.

Yo, y que me perdone, a El Drogas le considero uno de los verdaderos cronistas de nuestra época. Ha escrito canciones míticas, se ha involucrado en recuperar la memoria histórica, ha cantado sobre la eutanasia, sobre la ocupación...

El Drogas: Busco decir lo que veo, hablar sobre lo que me parece con lo que habría que terminar. Yo me declaro defensor de la violencia y no soy pacifista, porque parece que hay que ser políticamente correcto, pero yo ni soy político ni he sido correcto nunca, ni quiero ya... Ya no tengo edad y no me apetece, lo que me da pie a seguir siendo el más macarra del barrio. En una tertulia en ETB a la que me llamaron acabé en el camerino diciéndole a uno que le iba a romper la cara (risas), porque nadie me va a hablar mal de los okupas. Podemos hablar de esto o lo otro, pero… la violencia está en el desahucio, no en el escrache, y a partir de ahí quien me quiera entender que me entienda.

¿Y Belako? Es una formación un poco «sui géneris», porque todo el mundo canta y toca de todo.

J.B.: Yo no disfruto en el concierto por que toque un instrumento de forma virtuosa, sino cuando los cuatro estamos haciendo que suene la canción. Si en nuestras canciones te fijas por separado en cada instrumento, ves que tampoco son gran cosa pero los cuatro juntos son la leche. A veces prefiero que toque el piano mi hermana y yo me paso al bajo, o a Cris le viene mejor para cantar esa canción coger otro instrumento...

Hablemos de industria, la de la música. Con RCA, Barricada ya tuvo problemas de censura, ¿no sé si en el pago de «royalties»?

El Drogas: Los dos primeros discos los hicimos con Soñua, una independiente de aquí en plan familiar, aunque quienes eran los primos de dicha familia eran los miembros del propio grupo. Ahí tuvimos más problemas en cuestión de royalties que después con las grandes multinacionales, con las que el problema fue más de censurar canciones. Lo que suponía de aumento público cuando firmabas con una multinacional era evidente, cosa que ahora no pasa. Y si Elkar, que ahora es la multinacional, te censura y no vas a la Feria de Durango a vender tu libro, tampoco pasa nada. Está así la cosa. Digamos que en la mierda estamos todos, solo que uno que lleva muchos años cagando sabe de dónde viene el olor. Esa es la única ventaja que pueda tener.

Belako, de hecho, ha creado su sello propio, Belako Records, no sé si por la mala experiencia.

L.Z.: Solo veíamos esa opción para poder mantener los derechos de las canciones. Trabajamos con otras discográficas para la distribución.

Los cd desaparecerán en cinco años, el vinilo es algo simbólico y la música online es la reina. Entre el IVA sangrante... ¿hacia donde va el futuro?

L.Z.: Internet está cambiando todo e incluso para los grupos que empiezan es una ayuda, pero de alguna forma ha quitado valor a la música, porque abres Spotify y tienes a mano todo lo que quieras del mundo. Antes era más físico; te comprabas el disco y lo escuchabas casa cincuenta veces hasta desgastarlo; ahora te haces una lista con veinte artistas y cincuenta canciones y estás escuchando veinte álbumes diferentes.

J.B.: No das abasto, porque en una semana puedes conocer millones de grupos. Pero no les prestas atención, porque conoces a uno y ya tienes a otro encima.

Ha cambiado la forma en la que consumimos música. Por unos euros al mes, compras un catálogo, pero no sé cuánto de este mercado en streaming revierte en los músicos.

J.B.: De eso todavía no hemos visto un duro.

El Drogas: Una miseria. Eso viene bien a quienes montan ese tipo de empresas, a la Telefónica, a editoriales que son las que más cantidades de volumen económico mueven… Hace muchos años que tenía que haber cambiado la filosofía de la SGAE (Sociedad General de Autores), para que no solo fuera una sociedad de gestión sino algo más, precisamente para que los grupos no se sientan tan perdidos en la parte del negocio. Ningún grupo vive de los royalties, todo el mundo vive del directo. Yo solía decir que lo que cobrabas de derechos te venía muy bien para parar tres meses y preparar el siguiente disco, y ese era el ciclo anual de Barricada cuando empezamos. Ahora ni siquiera eso.

J.B.: Tuvimos una época de pintar culos y mapas de Euskadi en la hoja de la SGAE hasta que hablamos con Fermin Muguruza, quien nos dijo que ese dinero, si no te lo llevas tú, se lo van a llevar los de la SGAE.

Drogas: Yo a todos los grupos les aconsejo que las canciones las registren, por la pasta que generen, aunque sean cinco duros. No os podéis hacer la idea de la cantidad de grupos que no reclaman sus derechos de autor y el bolso de dinero que es.

Además, ¿lo que antes se llevaban las discográficas grandes ahora se lo llevan las editoriales online?

El Drogas: Cada compañía discográfica tiene generalmente su editorial. Hay un entramado de empresas que lo tienen todo muy bien pillado y el negocio está hecho así. Las propias empresas son las que acaban con los vinilos, porque saca cada una su reproductor de cd. Lo mismo pasó con las cintas VHS y demás. Ahora se vuelve al vinilo, pero ¿quién se va a beneficiar de ello? Posiblemente las propias compañías, que son las que van a mover todo. ¿Ahora qué hacen? Pillan también el 5% del merchandising. Cada uno tiene que buscarse su propia fórmula para cuidar su producto, porque es la única manera de cuidar a tu público. Este es quien te va a hacer vivir de esto y no por vivir mejor en lo económico esto resulta tan bonito. El público es quien hará que te vayas haciendo más grande.

Los de Belako, pese a todo el reconocimiento, viven en casa de sus padres. ¿La música no da?

L.Z.: Sí que nos llevamos un dinerillo, pero vivir en casa de los aitas nos ayuda a centrarnos en esto.

J.B.: La suerte que hemos tenido es que siempre nos han apoyado y se han metido mucho en el rollo. Cuando empezamos, mi madre vino a un cursillo sobre autogestión musical, para enterarse de cómo va el asunto, para que no metamos mucho la pata, que la hemos metido… Y si se nos «sube», pum (gesto de un sopapo) y ya nos están bajando. En lo económico, no nos meten presión para irnos de casa.

¿Y en cuanto al futuro, el personal y musical? ¿Jubilarse en la música?

El Drogas: El mío es un futuro a corto plazo. Me gustaría llegar a los 69 por el propio número en sí. Yo con los números no me llevo bien, pero el 69 me gusta. Sobre todo, en el futuro espero disfrutar como hasta ahora he disfrutado, aunque ahora soy más consciente porque ya no me pongo histérico de meterme un gramo antes de salir o, al terminar, otro gramo para viajar… En fin, he dejado el mundo de los gramos y la historia de la priva y soy muy consciente de estar disfrutando cuando pongo el pie en el escenario. Si siempre me ha gustado, ahora sé por qué y podría tocar hasta en zapatillas y ropa de casa.

J.B.: Pues de salir en traje y bastón a hacerlo en zapatillas de casa…