Hoy es Nochebuena y mañana Navidad, horas mágicas para casi todos, a la espera de la visita de Olentzero. Pero a estas fiestas, aunque vengan de lejos, el modelo de consumo y su pariente, el consumismo, las han desvirtuado tanto que ya no las reconocerían nuestros antepasados. Según datos manejados por algunos analistas (en concreto, el portal de consumo kelisto.es), el 10,92% de los consumidores vascos han solicitado a los bancos un crédito para afrontar este periodo navideño. Inconcebible en otras épocas.

Por aquello de que “un día es un día”, tiramos la casa por la ventana, confiados en algún milagrito que nos permita remontar la cuesta de enero... algo que no sucederá, salvo si somos alguno de ese uno entre 100.000 a quien le haya tocado la lotería de Navidad.

Pero tranquilidad, que aún estamos a tiempo de enmendar errores para lo que queda de año, ya que la experiencia es un grado. Por ejemplo, habrá que tomar medidas viendo la cantidad de comida sobrante y que no hay quien la recicle, que el caduco y carísimo árbol navideño agoniza con la alta temperatura ambiente, que terminamos agotados por los incontables viajes a los contenedores de papel y plástico o hartos por el rompecabezas que supone traducir y poner en marcha esos juguetes electrónicos imposibles para nuestras entendederas...

Al final comprobamos que nos complicamos demasiado la vida y que levantamos castillos de arena que duran lo que duran. Pero no echemos balones fuera culpando a la excesiva y machacona publicidad, ni al sistema que nos exprime como limones. Ellos están haciendo su trabajo: vender y ganar sin reparar en los medios. El nuestro, ya lo sabemos: gastar según nuestras posibilidades y controlar los medios.

Nada más por este año que acaba: disfruten como crean y puedan. Les deseamos lo mejor... y a seguir en enero.