TERESA MOLERES
SORBURUA

Vivaces resistentes

Las vivaces son plantas fáciles, que se plantan una primera vez y luego ellas solas se naturalizan sin que exijan nuevos trabajos. Con ellas, los jardines modernos y naturales ganan en ligereza. Algunas, como las angélicas, se siembran en otoño en suelo ligero para que se vernalicen con el frío; es decir, se las expone a bajas temperaturas para inducir su proceso de floración. Mientras, en primavera se plantan las exóticas o mediterráneas, cuando la tierra está caliente y bien drenada. El mantenimiento no tiene mayor problema: basta con desherbar a su alrededor para que ninguna planta les haga sombra y puedan lucir con todo su esplendor, porque, incluso sin flores, sus inflorescencias resultan decorativas en los jardines silvestres hasta muy entrado el invierno.

Las nuevas variedades de astrancias son valores seguros obtenidos in vitro. Perennes, aromáticas y de colores rosa vivo, granate y carmín, son resistentes a las enfermedades y al clima continental como en su lugar de origen, las praderas de los Alpes y los Pirineos. Necesitan suelo fresco, humífero y algo arcilloso. Apropiadas para flor cortada y sus brácteas para ramos secos, combinadas con rudbeckias amarillas y echinacea púrpura dan una nota de color natural en los arriates herbáceos de los jardines veraniegos.

Los cardos azulados o Eryngium se distinguen por sus flores, de un azul metálico de larga duración. Se utilizan en los jardines con decorado mineral y en los ramos secos. El clásico hinojo de follaje aromático tiene inflorescencias de un verde luminoso y su resiembra es abundante. Necesita suelo seco y soleado.

Respecto al Selinum tenuifolium, de follaje como el helecho e inflorescencias blancas y erguidas, su follaje huele a manzana verde. El perifollo tuberoso (Chaerophyllum) forma una alfombra con umbelas rosadas y solo sus raíces son comestibles, que se cocinan como las patatas. Muy venenoso, ya que su ingestión produce síntomas como el delirius tremens, es el nabo del diablo (Oenanthe crocata), de flores rosadas: le gustan los suelos húmedos y sombreados, y se utiliza como narcótico en dosis homeopáticas, siempre bajo revisión médica.

En cuanto a las vivaces comestibles, está el eneldo de flores amarillas. Sus zanahorias tienen una floración vistosa si las dejamos en la tierra, sin recogerlas hasta el año siguiente.