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SORBURUA

El nuevo estilo


E n los jardines modernos, desde los de Escocia hasta los de la exposición conmemorativa de Hiroshima, las gramíneas son las grandes protagonistas. Una plantación de estas herbáceas produce una sensación de ligereza, sobre todo cuando sus espigas se mueven al compás del viento que juega con ellas. Con sus colores se pueden formar praderas doradas o rojizas, incluso algo azuladas para prolongar los colores del agua del estanque.

Los arquitectos paisajistas actuales fomentan un “nuevo estilo” utilizando grandes matas de gramíneas ornamentales junto a plantas vivaces y flores de verano. Con la plantación de gramíneas forman espacios atrayentes y robustos para decorar macizos a lo largo del año, porque tienen la ventaja de que tapan las hojas y flores marchitas, como en el caso de los tulipanes.

Al plantarlas en un macizo, se colocan las gramíneas más altas en el fondo y las más bajas, como las estipas, delante. Las espigas vaporosas agitadas por el viento rompen y suavizan los ángulos duros del macizo. Conviene hidratar las plantas antes y luego colocarlas de manera irregular respetando las distancias. El hoyo de plantación debe ser un poco más grande que el cepellón de la planta y tendrá la profundidad suficiente para que el cepellón quede cubierto por dos centímetros de tierra. Hay que apretar con las manos y formar una cubeta alrededor de la planta llenándola de agua.

La Deschampsia cespitosa, de 80 a 100 cm de altura, tiene variedades de colores bronce y dorado; el Miscanthus puede aportar la nota vertical. Hay que tener en cuenta que las espigas plumosas de la Stipa tenuifilia o cabello de ángel prefieren los lugares secos. El Pennisetum de tonos tornasolados como el P. setaceum, que alcanza 120 cm, deja caer con indolencia espigas del rosa púrpura al cobrizo. El P. alopecuroides, de plumas traslúcidas, plantado con bambús crea una atmósfera secreta. Y la que ahora está de moda es la variedad Rebrum, de hojas rojo oscuro, que crece muy bien en tiesto.

En general, las gramíneas ornamentales alcanzan el esplendor de sus colores luminosos en otoño. Se complementan con vivaces como rudbeckias, lavandas, sedum y zinnias, que tapizan el terreno entre las gramíneas en movimiento.