«Cuando Harry encontró a Sally»
Hace ya tres décadas del estreno de la película dirigida por Rob Reiner y escrita por Nora Ephron “Cuando Harry encontró a Sally”. Como dice Hadley Freeman en su fantástico libro “The Time of My Life” (Blackie Books, 2016): «Nora Ephron escribió tantas frases magníficas que la cantidad de autocontrol necesaria para no fundirlas todas en una enorme cita me está provocando calambres en los dedos». Suscribo la afirmación y, en lo tocante a la gastronomía, mejor no citar todos los chistes sobre comida; únicamente diré que me hace especial gracia el revelador sobre la personalidad de Harry cuando, hablando de una cita en un restaurante etíope, afirma: «No sabía que tenían comida en Etiopía. Esta será una comida rápida. Pediré dos platos vacíos, pagaremos y nos marcharemos».
Pero, sin duda, su escena más conocida es la del orgasmo en el restaurante Katz’s Delicatessen de Manhattan. En el conocido restaurante khoser que tiene ya más de 130 años, Sally y Harry están discutiendo sobre si los hombres pueden reconocer cuándo fingen un orgasmo las mujeres y, para demostrarlo, Sally finge un maravilloso y trepidante orgasmo de minuto y diez segundos ante todo el restaurante. La escena termina con una mujer mayor interpretada por la madre del director, Estelle Reiner, que le dice a un camarero: «Quiero lo mismo que ella», un chiste que se le ocurrió al actor Billy Cristal. Durante el rodaje, hubo que repetir la escena varias veces y, en todas ellas, Meg Ryan demostró una titánica capacidad de simular orgasmos.
La idea se le ocurrió a Ephron conversando con Reiner; le explicó que fingir orgasmos era una práctica común entre las mujeres y el director decidió que era algo que todos debíamos saber. El gran guionista William Goldman nos cuenta en “Nuevas aventuras de un guionista en Hollywood” (Plot, 2002): «Lo que no pueden imaginarse ahora es el impacto de esa escena. (...) Ahí va lo que me dijo un famoso terapeuta: ‘Sí, todas las mujeres lo fingen alguna vez. (...) El único cambio que se produce en una mujer es el siguiente: por razones que solo Dios sabe, hay un ligero aumento de la temperatura en el cielo de la boca. (...) Y si encuentra una manera de medir eso, no sé en qué está usted interesado, pero desde luego no es en el sexo’». En la actualidad, Katz’s, además de vender más de siete mil kilos de pastrami cada semana, tiene un cartel en la mesa donde se grabó la escena que reza: «Donde Harry conoció a Sally... ¡Esperamos que tengas lo que ella tenía! ¡Disfruta!».
La escena ha pasado por méritos propios a la cultura popular y hay recopilaciones de orgasmos fingidos en público, multitudinarios fingimientos en Katz’s, la versión de Sesame Street con el monstruo de las galletas y Meg o la parodia de Billy Cristal y la cerdita Peggy fingiendo un estornudo que culmina con un hilarante «Yo quiero lo mismo que la cerda pero sin pimienta».
Patriarcado y comedia. “Cuando Harry encontró a Sally” es una extraordinaria comedia que nos habla de hombres y mujeres sin recurrir a horrendos estereotipos patriarcales. Desgraciadamente, como dice Hadley Freeman: «La verdad es que la razón por la que las comedias románticas son tan malas es porque a Hollywood han dejado de importarle una mierda las mujeres. Fin».
No es fácil escribir y filmar buenas comedias románticas, aunque lo cierto es que da la sensación de que nadie se esfuerza demasiado y, para que esa situación cambie, deberá producirse lo que reclama la productora de cine y expresidenta de Sony Pictures Amy Pascal: «Es una cuestión de números, de que haya suficientes mujeres guionistas y mujeres en posiciones de poder para conseguir que se hagan películas».