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SORBURUA

Anillos del tronco


Estudiando los círculos concéntricos del tronco de un árbol cortado podemos saber, además de sus años, todas las vicisitudes que este árbol pasó durante su vida. Esto es dendrocronología: «La ciencia botánica que establece la edad de un árbol y los cambios climáticos a los que ha estado sometido mediante la observación de los anillos de crecimiento anual». Toda la información se encuentra bajo la corteza, desde el clima a las catástrofes, pasando por las plagas o la contaminación. El naturalista y geógrafo alemán Alexander Humboldt pudo calcular que los árboles más viejos de su tiempo tenían tres mil años.

La técnica para acceder a estos datos consiste en perforar el tronco y sacar unos tubos largos de madera de un centímetro de anchura para su estudio. La polución que se observa en los anillos del tronco puede deberse a la absorción de contaminantes a través de las raíces o las hojas en una atmósfera contaminada. Estudios ya realizados han constatado que, después de la reglamentación de la industria, se ha rebajado la cantidad de metales como plomo, mercurio y cadmio en el tiempo transcurrido de mediados a finales del siglo pasado.

Las especies de árboles que se adaptan mejor a este estudio son sauces y álamos; en general plantas arbóreas y arbustos leñosos. Algunas especies tienen el poder de bloquear la polución, por lo que no son aptas para el estudio de contaminantes industriales. Observando la sección del tronco cortado, vemos que el anillo nuevo es el que está tocando la corteza; los anillos de color claro se producen en primavera y los oscuros a finales de otoño. Los más gruesos se deben a mejores condiciones de crecimiento y en un año de sequía el anillo aparece más fino. Si el árbol ha estado cerca de un incendio o lo ha sufrido, le quedará una cicatriz negra en el anillo de ese año.

La dendrocronología tiene otros campos de estudio interesantes. La radiación de Chernóbil de 1986 cambió los anillos de los árboles en los bosques cercanos. En la Segunda Guerra Mundial, los contaminantes químicos que echaban las chimeneas de los buques de guerra alemanes para camuflarse aparecen en los árboles de los fiordos noruegos. Otros árboles nos hablan de catástrofes naturales como sequías en Asia Central y cenizas de volcanes de hace mil años.