16 FEB. 2020 PANORAMIKA Tono IKER FIDALGO ALDAY El arte contemporáneo puede entenderse como un espacio de comunicación. Existen mensajes que son lanzados desde una parte emisora y que son captados e interpretados por una parte receptora a través de un canal. Si bien este esquema ya fue superado por autores como Umberto Eco, nos sirve para usarlo de imagen desde la que interpretar la creación de contenido cultural. La construcción del mensaje puede venir bien desde la pieza artística o desde la apuesta curatorial. En este sentido, es importante una altura de miras capaz de definir el tono de aquella propuesta que va a conformar un programa y que debe encajar dentro de las lógicas que marca el espacio en el que se desarrolla. No será lo mismo una sala expositiva autogestionada que una instalación en el parque de la ciudad o un ciclo de conferencias con una duración de largo recorrido. Todo esto, son dispositivos que engrosan las múltiples posibilidades que el arte contemporáneo nos brinda. Formatos que se entremezclan y se reinventan para ser canales y a la vez emisores con la intención de interpelar a diferentes tipos de público y rangos de consumo cultural. En esta ocasión, traemos hasta nuestras líneas dos caminos totalmente diferenciados, pero caracterizados por responder a una trayectoria firme, coherente y madura. Ambas opciones deben ser valoradas con la contundencia que se merecen, pues no es nada fácil mantener el equilibrio a largo plazo. Desde su inauguración el pasado 2018, la Galería Talka de Gasteiz ha demostrado su compromiso con una línea expositiva marcada por nombres de gran experiencia y reconocimiento en su contexto. Manteniendo una mirada muy arraigada en lo local, han pasado por sus paredes figuras como Néstor Basterretxea, Joan Fontcuberta o Mieg, entre otros. Hasta el próximo 28 de marzo, Paco San Miguel (Gasteiz, 1954) reúne en el espacio de la galería una selección de piezas que da buena cuenta de su relación con la piedra y el trabajo de materiales como el mármol o el alabastro. La forma curva es protagonista y recorre todos sus trabajos, desde los más pequeños a aquellos de gran formato. La roca pulida, permite juegos de luz y textura a la altura de los recovecos que las formas talladas realizan. Parecemos estar ante una búsqueda, ante una sucesión de caminos que en cada nueva ocasión encuentran otro lugar por donde discurrir, descubriendo así cualidades del material que antes no advertíamos. La esfera es una constante en sus tallas y es, de hecho, uno de los puntos de interés confesados por el artista. Particularmente interesante es una colección de pequeñas esferas realizadas en una suerte de arcilla que aparentan haber sido pruebas de taller antes de pasar a la nobleza de la piedra. Quizás por su condición precaria o por su carácter más frágil, encierran una sensación de gesto que se disipa al cambiarlo de escala. El pasado 4 de febrero inició su andadura una nueva edición del festival Bideotik en la Alhóndiga de Bilbo. Hasta el próximo 25 de marzo podremos disfrutar de este ciclo dedicado íntegramente a la videocreación. El subtítulo del proyecto, “atendiendo a otras narrativas audiovisuales”, nos posiciona claramente en un lugar en el que el medio audiovisual va a ser cuestionado, repensado y reconquistado desde un sitio que escapa de los convencionalismos comerciales habituales. Son cinco ediciones las que cumple Bideotik (la primera data del año 2015) para asentarse en el contexto como una cita ineludible. Esta vez se incluye por primera vez una convocatoria pública de la que se han seleccionado catorce piezas de entre trescientos proyectos presentados.