06 SET. 2020 SORBURUA Ayudar desde el jardín TERESA MOLERES T rabajar el jardín de manera adecuada puede resultar beneficioso para no castigar todavía más al planeta. Favorecer la plantación de flores silvestres, dejar que las malas hierbas crezcan o plantar árboles indígenas y no híbridos, ayuda a la aparición de toda clase de insectos y la construcción de nidos para los pájaros. También hay que continuar guardando la madera muerta para que se descomponga y obtener el compost necesario para proteger la tierra desnuda y los micros elementos y animales que alimentan las raíces. En cuanto a los productos químicos, las estadísticas apuntan a que su utilización era 30 veces superior por hectárea en los jardines que los utilizados en la agricultura. Hoy en día, prohibidos los productos químicos, las cosas han cambiado radicalmente y las emisiones químicas procedentes de los jardines han desaparecido. No obstante, se trata de evitar la llamada “polución gris” –toda la energía requerida para producir bienes y servicios–, plantas forzadas en viveros calientes y el transporte de plantas desde miles de kilómetros hasta consumir gran cantidad de energía muchas veces no renovable. Muy pocas de las plantitas que compramos son del país que creemos. En realidad proceden de África o América del Sur y están recogidas por lo que se conoce como mano de obra barata. Luego se desarrollarán en Italia o en el Estado español y con un último transporte llegarán a nuestros viveros. Esta producción intensiva vegetal no es bio y puede provocar una polución en nuestro entorno. El cultivo intensivo en los jardines es peligroso para el medio ambiente, además de para las plantas que queremos cultivar. Sobre todo se corre peligro con la invasión de plantas acuáticas cuando se escapan de los estanques. Y es que no se escapan solo las plantas, también se escapan sus genes. La polución genética es otro peligro. Un ejemplo son los manzanos introducidos, que provocan cambios genéticos en los manzanos salvajes. Como resultado, sabemos que los manzanos silvestres se han mezclados produciendo híbridos. Solo parece que se salvan los manzanos muy viejos, que nacieron antes de la generalización de manzanos híbridos introducidos. En el jardín se observan, por ejemplo, las aguileñas híbridas que pueden producir polución genética en sus parientes salvajes.