11 OCT. 2020 PANORAMIKA Itinerancia IKER FIDALGO ALDAY La exposición artística está plagada de lenguajes. Cada propuesta expositiva está regida no solo por el contenido de las piezas o el relato comisarial, los elementos arquitectónicos o espaciales de la sala condicionan también la manera en que se conforma la narrativa. Además de esto, cada galería, centro o museo, está relacionado con el contexto al que pertenece. Cada cual se debe a una ciudad, a un barrio, a una comunidad o a un público determinado. Es por eso que muchos proyectos utilizan la itinerancia de la muestra como manera de enriquecer el proceso. Cada vez que una exposición viaja hacia otros destinos debe rehacer muchos de sus planteamientos pues el nuevo espacio que habita cuenta con sus propios condicionantes. La experiencia con el público tampoco será igual. La trayectoria vital de cada cual marca la manera que tenemos de disfrutar de cualquier contenido cultural. Por tanto, la memoria, vivencia o situación de cada contexto será relevante para el cierre de la comunicación que se da entre el contenido y la audiencia asistente. Puede que una de las cualidades más relevantes del arte contemporáneo sea esa capacidad para no agotar nunca la relevancia de su identidad. Aunque veamos una pieza en diferentes ocasiones, cada nueva situación será capaz de suscitar nuevas maneras de lectura. Tantas como queramos disfrutar. El pasado 10 de agosto, la bilbaina Sala Rekalde inauguraba la muestra de artes visuales que expone los proyectos premiados y seleccionados en la XXXVIII edición de Ertibil, certamen convocado y organizado por la Diputación Foral de Bizkaia. Uno de los concursos más longevos de nuestro territorio y cuya selección atiende a una generación de artistas que, a pesar de su juventud, suelen encontrarse en fases reseñables de profesionalización. Sin duda, es una de las mejores maneras de medir la temperatura del contexto vizcaino, comunidad que por otra parte asume gran carga de protagonismo en lo que se refiere al tejido del arte contemporáneo en Euskal Herria. En esta ocasión el primer premio recayó en Helena Goñi con “Dos retratos de Gabe en un tren”, artista a la que dedicamos una página monográfica en junio. Maite Leyún y Daniel Llaría son los nombres que se hicieron con el segundo y tercer premio, respectivamente. El elenco se completa con nombres como Raquel Asensi, Nora Aurrekoetxea o Amaia Molinet hasta completar así una lista de 18. El trabajo en sala está inevitablemente marcado por la convivencia de las piezas. Una exposición colectiva de estas características, condicionada por un concurso no es (ni debe ser) un proyecto en donde el factor comisaria sea relevante. Aun y todo, la galería nos ofrece un recorrido de gran interés que nos permitirá profundizar en aquellos trabajos que nos resulten más interesantes. Si bien mañana día 12 acaba su estancia en la sala de la Alameda Rekalde, iniciará una itinerancia por Igorre, Basauri y Ermua, finalizando su periplo el 29 de diciembre. Otro que no falta a su cita anual es el programa Bosteko que, con más de 20 ediciones en su haber, inauguró el 30 de septiembre, y tras pasar por Getxo, el segundo capítulo de su itinerancia con parada en la Arizko Dorretxea de Basauri. Después será el turno de Zornotza, Leioa y Arrigorriaga, en donde se dará por clausurado el proyecto el 30 de diciembre. El concepto japonés shakkei es el tema elegido para la estructura conceptual del proyecto. Shakkei se traduce como paisaje prestado, y se remonta a una forma de entender la composición del jardín introduciendo la presencia de la naturaleza que lo rodea. Las fotografías de Javier Landeras, la pintura de Laura San Juan y el trabajo escultórico de Mikel Lertxundi acotan el concepto desde la especificidad de su propia disciplina.