2020: Ahaztu NAHITIK GOGORATZEKO URTEA

Capitalismo: ni refundación ni disrupción

Quizás sea porque el shock inicial fue tan brutal que hubo que ponerse manos a la obra inmediatamente para encajar el golpe sin caer noqueados por la pandemia, pero no deja de sorprender que los análisis político-económicos no se hayan centrado en esta ocasión en la “refundación del capitalismo”.

En las hemerotecas ese término se le adjudica a Nicolas Sarkozy, entonces presidente de la República francesa, que lo utilizó allá por 2008 al hacer un llamamiento a los dirigentes de las grandes potencias occidentales para salvar su modelo económico cuando la caída de insignes firmas de las finanzas internacionales hacía temblar a los integrantes de muchos consejos de administración mientras, cosas de la vida, eran otros los que iban perdiendo los puestos de trabajo.

Puestos de trabajo que, como ocurrió en Euskal Herria, fueron desapareciendo para siempre en sectores maduros pero no en la “industria de las finanzas”, a la que se rescató con suculentos fondos públicos cuando, ¡qué paradoja!, no estaba permitido destinarlos a sostener a las empresas de la economía real.

Es posible que en aquellos barros aprendieran alguna lección y por eso en esta ocasión el lodo todavía no nos ha llegado al cuello.

Aunque son muchos, desde el FMI hasta Confebask, quienes advierten de que lo peor está por venir, especialmente en el ámbito del empleo –es decir, que según avance 2021 aumentará el número de personas en paro–, lo cierto es que no ha habido una interrupción brusca (disrupción) en el funcionamiento del entramado económico global. El parón de actividad debido a los confinamientos ha sido más bien un paréntesis, aunque no se puede olvidar que hay sectores que siguen sin encontrar la salida y esperan contar con ayudas públicas para reactivar sus negocios.

Observando la evolución de la economía de la UE en conjunto, no es descabellado pensar que los fondos de recuperación que salen de las arcas públicas están levantando otra utopía capitalista basada en las reformas que se han ido implementando con suavidad en los últimos años. Una utopía que sirva para calmar los ánimos mientras no se planteen alternativas convincentes a este modelo tan injusto de redistribuir la riqueza generada entre todos.