Jone Buruzko
IRUDITAN

Romper el hielo

En pleno confinamiento y en pleno invierno, de vez en cuando hay quien se permite momentos increíbles. Lo demuestra esta nadadora de aguas abiertas que sale a la superficie mientras disfruta de un baño al amanecer después de romper el hielo de este enero que acaparaba la superficie de un lago cercano a la ciudad de Scunthorpe, en el condado inglés de Lincolnshire. Son precisamente los habitantes de los lugares más gélidos los aficionados a estos chapuzones que cortan la respiración. Ahí están los ortodoxos rusos que conmemoran el bautizo de Jesucristo con los tradicionales baños en aguas heladas. Los ateos del lugar también acostumbran a sumergirse en estanques, lagos y ríos congelados. En Finlandia, Alemania, República Checa, Holanda, Dinamarca… hay quien lo añade a sus ritos navideños o lo practica por pura pasión. Dicen que esta costumbre favorece la circulación sanguínea y permite que el oxígeno fluya mejor por el organismo; también se estimula el sistema inmunitario, manteniéndonos más activos tanto física como mentalmente. Pero, además de la salud, lo que probablemente aumenta es la autoestima. No hay más que ver la imagen de esta mujer emergiendo de las aguas como si fuera un pez y combatiendo el hielo a golpe de melena, mientras el país estrena el Brexit en un escenario complicado donde se han disparado las infecciones por coronavirus, impulsadas por la nueva cepa.