Javi Rivero
Cocinero
GASTROTEKA

Paraíso vegano

No, no me he hecho vegano de la noche a la mañana. Sinceramente, creo que a día de hoy es prácticamente imposible que ocurra, pero lo que no niego es que las ideas que se mueven por este mundo paralelo (para mí por lo menos) son buenas y pienso que deberíamos de prestar más atención. Nos convenzan más o menos, mínimo, qué menos que respetarlas. Uno de los problemas principales con los que lucha esta ideología o modelo de consumo es que todo el sistema alimentario que conocemos se ha erigido sobre unas bases “no veganas”. Y por mucho empeño que se ponga, darle la vuelta a una tortilla de un millón de huevos con una mano es difícil.

Hablamos de un modelo de consumo a base de productos de origen no animal. Cualquier elemento, por pequeño que sea, que provenga de un animal, quedaría fuera automáticamente. Es una decisión, incluso, política. Aquí no vamos a entrar, pero que quede claro que tomar una decisión de este tipo (hacerse vegano) implica mucho más de lo que pueda parecer a priori. Opino que falta mucho por trabajar y que todo debate que se genere aporta a las dos formas (la vegana y la que no) de ver el consumo. Repito, creo que falta respeto hacia las dos partes. Creo que disparamos y decidimos demasiado rápido. En definitiva, queda mucho camino por hacer y mucho por reflexionar. Os voy a confesar que cada vez como menos carne y que, cuando lo hago, cuido muchísimo su origen. Pensad lo que queráis pero, seguramente, si el movimiento vegano no hubiera tenido el peso que ha tenido estos años, mi situación y mi manera de consumir, hoy, serían otras.

Hacía tiempo que no me confesaba y hoy, domingo, lo acabo de hacer para vosotros. Ahora, pasemos a lo del comer. Mis domingos son de monte y pintxo de chorizo. Como buenos mendizales, no podemos discriminar este plan “pintxo-monte” por quedar fuera la gente vegana. Para esto, os traigo la solución perfecta. No es un chorizo cocido de estos que chorrean grasa cuando lo muerdes, pero tiene su gracia y, qué narices, ¡está tremendamente rico! Se llama calabizo. Apuntad este nombre porque a más de uno os va a desmontar los domingos y las patatas a la riojana. Os hablo de un chorizo vegano elaborado a base de calabaza. Según sus creadoras, Edurne, Keila y Sofía, para elaborar un kilo de chorizo calabizo se emplean 5 kilos de calabaza, por lo que el nombre está más que justificado.

¿Cómo se elabora? El calabizo es un “chorizo” elaborado a base de mucha calabaza (90%), cebolla, aceite de oliva virgen extra, pimentón, sal, ajo y orégano. Estos son los ingredientes que proporciona la propia marca en su página web, pero esta receta no nace de la nada. No es una casualidad que hayan llegado a esta composición o que hayan elegido la calabaza, seguida por la cebolla, como base de la receta que producen. Existe una receta ancestral de un chorizo denominado “cabaceiro” o “gordo do cabazo”. Este chorizo y su receta tienen su origen en la Galicia profunda, concretamente, en Ourense. Es un chorizo que se elabora con carne de cerdo, al que se añade la pulpa escurrida de la calabaza, pimentón, ajo y sal. Se embute en tripa gruesa y se ahúma con leña de roble. Este tipo de chorizo se elabora de manera tradicional y se consume durante la época de otoño e invierno, principalmente. Las versiones más tradicionales precisan de una cocción larga y lenta y no conviene pincharlo. Esto es un consejo para que no salgan los jugos de la calabaza o la cebolla. Aquí está la gracia, en que la parte cárnica del chorizo se cocine en los jugos de las verduras que la acompañan. Tradicionalmente se ha acompañado de cachelos (patatas) o grelos. Dependiendo de la zona ha sido, incluso, parte del cocido. Por lo que, ¿estamos a las puertas de unas patatas a la riojana veganas? Sí, amigos, el mundo cambia y pensad que es a mejor. Las tradicionales siempre estarán ahí. Ahora podemos optar a una versión muchísimo menos calórica y sana (no contiene grasas saturadas).

Con este comentario quiero abrir la puerta a que se entienda el producto como un producto más y no solo una alternativa vegana a un producto que conocemos todos. No por ser vegano nos va a gustar menos en caso de que no seamos veganos. El reclamo por tener a mano productos cada vez más saludables, sean veganos o no, aumenta cada día. Y la preocupación por la alimentación saludable también. Este es un ejemplo perfecto del buen hacer. De una calidad de producto que da un juego gastronómico brutal y, además, no supone pecar.

No me han pagado por hablar del calabizo, simplemente creo que Edurne, Keila y Sofía son un ejemplo a seguir. Han generado una manera de responder a los que a veces nos preguntamos, ‘¿por qué a los productos veganos se les pone como apellido el nombre de su homónimo no vegano’. La famosa hamburguesa vegana. En este caso, el origen y la motivación del producto no nacen solamente de la búsqueda de un producto vegano y ya está. Esto le da un valor añadido que, además, acerca el producto a mucha más gente y, de esta manera, les abre la puerta a todos aquellos “haters de lo vegano”.

Antes de cerrar el artículo con una receta fresca para este verano y también “fit”, me gustaría plantearos un ejercicio con el que seguro se os ocurrirán un montón de recetas. Cada vez que vayáis a guisar o a elaborar un plato en el que haya un producto animal cárnico o de pescado como ingrediente, pensad en cómo sustituiríais este por otro producto vegano y si quedaría bien. Haced esto durante una semana y veréis que no es tan difícil. Los más atrevidos, animaos a probar. No nos vamos a quedar sin chuletas por hacer una boloñesa con cebolla, zanahoria, calabacín, remolacha y pimentón un día. En fin amigos, toca darse crema, que ya viene el verano. Toca abrir los ojos, que se acerca lo vegano. Vamos con la receta.

 

Calabaza rellena de calabizo (y mozzarela para los no veganos)

Ingredientes para 4 personas:

• Una calabaza variedad potimarron de 2 kg aproximadamente

• 6-8 calabizos

• 2 berenjenas

• 200g de piñones

• 1 cebolla grande

• 3-4 dientes de ajo

• 1 jengibre

• Un vaso de brandy

• Tomillo fresco

• Pimienta negra

• Sal

• Aceite de oliva virgen extra

• En una cazuela rehogar a fuego vivo todas las verduras, bien picaditas (el jengibre muy muy picado), junto con el calabizo, una rama de tomillo y un punto de pimienta y sal.

• Cuando la verdura haya sudado un poco y se empiece a tostar, añadir los piñones y el vasito de brandy y dejar que reduzca hasta que se seque. Retirar del fuego y reposar mientras vaciamos la calabaza.

• Cortar una “tapa” bastante ancha a la calabaza. Vaciar de pepitas y hebras con la ayuda de una cuchara. Rellenar bien, casi hasta arriba, y colocar la tapa. Hornear la calabaza a 180° durante unos 30 minutos. Para la versión no vegana, añadir una mozzarella rota antes de tapar y hornear la calabaza.

• Servir al centro, quitar la tapa, y romper la calabaza para mezclarlo todo antes de degustarla.

Ta hala bazan edo ez bazan, sar dadila kalabizoan!

On egin!