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IRUDITAN

¿Vacaciones en el mar?

Fotografía: Miguel Medina | AFP

Los cruceros, un clásico del verano, han reanudado el tráfico marítimo tras permanecer diecisiete meses fuera de circulación por exigencias de la pandemia del covid-19. Estos monstruos de la navegación no solo surcan los mares, también algunas ciudades tan sensibles como Venecia que lleva años protestando contra este turismo relámpago que aporta pocos beneficios y demasiados problemas.

Esta temporada, el MSC Orchestra de la imagen ha sido el primero en atravesar las aguas de la laguna. Lo hizo a principios de este mes escoltado por los remolcadores y ante la presencia de lanchas ocupadas por venecianos que salieron a protestar por el impacto y la amenaza que suponen estos hoteles gigantes flotantes en sitios tan hermosos y peculiares como la bella ciudad italiana.

Los defensores del medio ambiente y del patrimonio cultural señalan que las grandes olas generadas por estos barcos, de varios pisos de altura, erosionan los cimientos de los emblemáticos edificios de la Serenísima, declarada Patrimonio de la Humanidad y ponen en peligro el frágil ecosistema de su laguna. Y es que el MSC Orchestra es enorme: tiene 60 metros de altura –mide diecisiete metros más que la Basílica de San Marcos–, 293 metros de largo, 32 metros de ancho y pesa 92.409 toneladas. Su ruta es otro clásico del verano pues hace escala en Bari (Italia), Corfú (Grecia), Mykonos (Grecia) y Dubrovnik (Croacia), lugares que, como Venecia, soportan un turismo masivo difícil de asimilar. ¿Vacaciones en el mar? Estas no, gracias.