XANDRA ROMERO
SALUD

Una relación sana con la báscula

Probablemente y debido a mi profesión he podido observar la relación que tienen muchas personas con la báscula: algunas de ellas se pesan a diario, incluso, varias veces al día o tras haber realizado ejercicio o tras una comida que, creen excesiva. Otras lo hacen con menos frecuencia pero sí llevan un control numérico e histórico, y también hay las que evitan pesarse por temor o incluso están las que hace mucho tiempo que no saben su peso.

Cuando alguien que entra por primera vez en una consulta de nutrición y habla desde el minuto uno del peso, de lo que ha pesado hoy y el día anterior, se puede sobreentender que es una persona que tiene una relación complicada con la báscula.

En cierta forma, la báscula puede ser una ayuda para seguir un objetivo de pérdida de peso ya que es una forma fácil y cómoda de ver de manera más clara si hay un cambio en dicho parámetro o no. Pero la otra cara de la moneda puede llegar a ser bastante peligrosa, cuando no refleja lo que queremos o esperamos y se convierte en una fuente importante de estrés.

No se trata de demonizar la báscula, ya que es una herramienta que nos aporta uno de tantos datos más, pero si acaba siendo el único referente de si estamos “bien” o “sanos”, es cuando puede convertirse en algo obsesivo que puede acabar afectando nuestra salud mental.

Entonces, ¿cómo saber si la relación con la báscula es tóxica?

Podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Tienes como meta una cifra de peso específica? ¿Cada cuánto tiempo te pesas? ¿Qué ocurre si no ves los dígitos deseados en la báscula?. Si te haces algunas de estas preguntas constantemente es que quizás has interiorizado la idea de que para sentirte bien contigo mismo, debes lograr un peso concreto en la báscula.

Ahora me gustaría preguntarte si realmente vale la pena pesarse. ¿Cuándo te pesas, cambia tu estado anímico o emocional? ¿Cuándo te pesas, y en función del resultado, cómo te hablas a ti mismo/a? ¿Te castigas, te machacas, te culpabilizas, te restringes? ¿Qué sientes en el momento en que te pesas? y sobretodo, ¿para qué te pesas?. Si la frase con la que respondes lleva incluidas las palabras vigilar y controlar, tenemos un problema de relación tóxica con el cuerpo, la comida y la báscula.

Quizás alguien diga ahora ¿y cómo estamos seguros de que mantenemos un peso “saludable” si no la usamos? A lo que yo contestaría con otra pregunta ¿cómo han logrado las personas a lo largo de toda la historia hacerlo sin una báscula? Pues siguiendo sus señales internas de apetito, saciedad, descanso etc. Tenemos unos muy buenos sistemas o termostatos de regulación fisiológica de los que llevamos desconectados mucho tiempo y por eso hemos tenido que recurrir a herramientas externas como la báscula.

De modo que, si quieres tener y usar una báscula y no salir perjudicado, debes tener muy presentes varios factores, empezando por comprender que sólo es un número que no aporta información de cuánto es grasa, masa muscular, masa residual, agua corporal y masa ósea. Que nos podemos mover (dentro de un peso “saludable”) 2 kilos arriba o abajo a lo largo de todo el año, y seguirá siendo “saludable” y que a lo largo de un mismo día, puede variar también de 1 a 2 kg y que esto, tiene que ver con la variación normal de los líquidos en nuestro cuerpo y no con lo “bien” o “mal” que hayamos comido o cuánto nos hayamos movido.