7K - zazpika astekaria
CINE

«Dear Evan Hansen»


Sin querer entrar en el tema del doblaje en general, sí quiero lamentar el maltrato al género musical, y que no solo ocurre con las películas de Disney, que tienen la excusa de dirigirse al público menor de edad. No se ha avanzado nada y, aunque ya está más o menos admitido que se doblen los diálogos, lo que no se puede tolerar de ningún modo es que se doblen las canciones, pues no cuesta nada subtitularlas dando tiempo perfectamente a la lectura de los rótulos con la cadencia de la música. En “Dear Evan Hansen” (2021) son baladas pop, cuya letra se sigue sin problemas pero, una vez más, en este caso el estudio Universal nos ha negado la posibilidad de oír las voces originales, y eso que hasta la mismísima Julianne Moore canta un tema, el titulado “So Big/So Small”. Quienes nos dedicamos a la crítica cómo vamos a juzgar la actuación estelar del joven Ben Platt, que es quien canta la mayoría de temas de la banda sonora si no escuchamos su voz. No es ninguna tontería, porque además hay canciones nuevas en la película, que no estaban en el musical teatral, como “The Anonymous Ones”, que compone e interpreta la actriz Amandla Stenberg, o una versión diferente de “A Little Closer”, cantada por el actor Colton Ryan. En el resto sigue participando Ben Platt, reconocible en “Waving Through a Window”, “For Forever”, “In Could Tell Her”, “You Will Be Found”, “To Break in a Glove”, “Only Us”, “Sincerelly, Me”, “Disappear”, “Good For You” o “Words Fail”.

Y menos mal que “Dear Evan Hansen” es un musical de Broadway que acumula premios Tony, e incluso también un Grammy para Ben Platt como cantante. Es otro éxito de la pareja de compositores que forman Benj Pasek y Justin Paul, con la colaboración de Steven Levenson en los textos. El propio Levenson se ha encargado de escribir el guion cinematográfico de la película, lo que quiere decir que no se han añadido las canciones al argumento, sino que han sido desarrolladas al unísono para su total integración.

Pero lo más difícil para la adaptación a la pantalla ha sido el encontrar un tono propio, motivo por el que se escogió para la dirección a Stephen Chbosky, un autor independiente especializado en la temática generacional desde que se diera a conocer con “Las ventajas de ser un marginado” (2012), y que triunfó en Hollywood con su melodrama “Wonder” (2017), donde abordaba la relación entre una maternal Julia Roberts y su hijo con problemas de integración por una deformación facial, encarnado por Jacob Tremblay.

Ya de por sí el gran público concibe el musical dentro de la comedia, y le cuesta más asimilarlo al drama. De ahí que las pegas que se le pusieron a la representación en Broadway de “Dear Evan Hansen” fuera su forma de tratar temas graves como la depresión juvenil o el suicidio. A Chobsky le ha tocado equilibrar música y ambiente tristón, sin que el protagonista provoque un sentimiento lastimero, mediante la posibilidad de su redención. Que el tal Evan Hansen sea asocial, antipático, sudoroso e imperfecto, no quiere decir que no tenga derecho a encontrar su oportunidad, a pesar de que para ello se muestre egoísta e interesado, en lo que no se diferencia del resto de personajes.

Al fin y al cabo vivimos en la época de la impostura, la de las redes sociales, y en la película nadie se muestra tal como es. Todo el mundo finge con tal de ganar amistades y ser admitido en el grupo. Evan sigue el juego a los padres del estudiante que se ha quitado la vida, haciéndoles creer que era su amigo y la carta que tenía en su poder se la había escrito a él, por tener el enunciado del título.

En realidad no es así, porque a Evan para tratarse de su ansiedad social el terapeuta y su madre le recomiendan que se escriba cartas optimistas a sí mismo, como una forma de autoafirmación. Y todas empiezan con el “querido Evan Hansen”, que provoca el equívoco. Otra idea de su madre es que se deje firmar en la escayola de su brazo roto, y únicamente lo hace el suicida, otro marginal como él.