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El empleo no recupera estabilidad y la reforma de las pensiones se queda muy corta

La deseada “recuperación pospandemia” ha llegado en este 2021 a muchos de los indicadores de la macroeconomía de Euskal Herria, incluso al del empleo, si no pasamos del análisis superficial de los números.

Repasando los datos oficiales de Hego Euskal Herria, es cierto que en noviembre de 2021 había casi 2.000 personas menos en paro que en febrero de 2020, pero no hay que pasar por alto que siguen siendo cerca de 150.000, con nombres y apellidos, lo que supone el 11% de la población activa.

Y lo que no ha traído esta “recuperación” son mejoras en el tipo de contratación, con una tasa de temporalidad altísima que, en base a la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre, se sitúa ya casi en el 25%. Es decir, que una de cada cuatro personas asalariadas no tiene un contrato indefinido en Hego Euskal Herria.

Paradójicamente, este síntoma de precariedad es el que favorece el descenso del paro juvenil, ya que la mayoría de los contratos temporales son firmados por los más jóvenes. Otro dato que lo corrobora es que los salarios que perciben las trabajadoras y trabajadores menores de 35 años son un 20% inferiores a la media del conjunto de la población activa.

En cuanto al futuro de las pensiones, las miradas han estado puestas en Madrid, donde el Gobierno de Pedro Sánchez ha logrado sacar adelante el primer paquete de una reforma que el Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria ha percibido como «una oportunidad perdida».

El lunes anterior a la aprobación inicial del proyecto de ley en el Congreso de los Diputados, el 2 de diciembre, los pensionistas expresaron su rechazo con la quema simbólica del documento en sus concentraciones semanales.

Al valorar el resultado de la votación en el Congreso –en la que el PNV apoyó el proyecto mientras que EH Bildu optó por una abstención crítica–, el Movimiento de Pensionistas no ocultó su enfado porque no se hayan tenido en cuenta sus «reivindicaciones más urgentes» tras casi cuatro años reclamándolas en la calle. No obstante, también subrayó que, sin esa movilización constante, la ley resultante «hubiera sido aún peor».