Berta Garcia
CONSUMO

Un balance con sombras

Toca pasar página al calendario, San Silvestre está al caer. Es inevitable porque el tiempo vuela, como inevitable es hacer un rápido balance del año que termina con sus luces y sus sombras. Aunque a decir verdad, salvo a cuatro que les ha tocado el “gordo de la lotería” y a las grandes empresas eléctricas, de banca y farmacéuticas, que siguen saliendo beneficiadas, el resto estamos lejos de cerrar un año redondo.

Los de a pie se diría que siempre andamos buscando la cuadratura del círculo, un problema sin solución para la mayoría, aunque nos declaremos ilusos por naturaleza cuando seguimos tentando a la suerte despilfarrando en décimos de lotería. Vamos, que en estas fechas no reparamos en gastos, ni tampoco en tiempo para mirar con lupa las facturas infladas de luz y de gas que nos están cargando. Eso sí, acompañadas de una carta que justifica la facturación dividida en dos facturas «para la adaptación normativa que entró en vigor el 1 de octubre...». ¿Quién dijo que las facturas bajarían a los niveles del 2018? Pues tampoco esta vez ha ocurrido y terminamos el año con promesas incumplidas.

Esto de concluir 2021 repitiendo bucles nada tiene que ver con cerrarlo redondo. Lo primero es «cómo marear la perdiz para nada, y lo segundo es comérsela y ser feliz, como en los cuentos de antaño». Claro que comer perdices y ser felices es una situación que solo les pasa a los que viven de los dividendos de acciones (léase eléctricas, gasísticas, etc).

El año de la marmota. ¿Y qué me dicen de la inflación galopante en medio de un periodo de crisis pandémico? En general se responsabiliza al desaguisado eléctrico-gasístico, pero en el encarecimiento de la vida doméstica solo hay un pagador real de la factura nosotras-nosotros, en definitiva los consumidores, los últimos de la cadena. Bueno, y los agricultores y ganaderos, primeros de la cadena que tampoco tienen quien les oiga como al sector turístico, hostelero y demás terciarios y de servicios que saben algo más de marketing. Pues nada, que estamos en Navidad, y volvemos a repetir el “año de la marmota”.