Cuando Donostia fue capital del mejor rock
La muestra con la que la promotora Get In celebra su 30º aniversario va directa a las emociones. Invita al espectador a sumergirse en sus propias vivencias a través de un viaje en el que se remonta a las décadas de los 80 y 90, cuando Donostia fue capital del rock. El Patio de Tabakalera se convierte en una sala de conciertos, escenario incluido. Y lo que es más interesante y atractivo aún, abre las puertas del backstage y del camerino.
Instrumentos que rugen y cuerpos que vibran a su ritmo. Electricidad en el ambiente. La magia de la música en directo, la liturgia en la que se da una conexión única entre el artista y su público, es el hilo central de la exposición “Backstage: Get In 1991-2021”, abierta en Tabakalera hasta el 6 de marzo.
La promotora donostiarra Get In quiere rememorar los más de 12.000 conciertos organizados en estas tres décadas, al tiempo que invita al espectador a bucear en su memoria, a revivir sus momentos más especiales. Iñigo Argomaniz, fundador de la empresa, cree haberlo logrado. «Tras ver la exposición hemos visto a algunas personas emocionadas, otras con una sonrisa, y otras diciendo ‘cómo me he podido perder tantos conciertos buenos’. Hemos conseguido lo que queríamos», señala.
Un fragmento de la historia musical más reciente de Euskal Herria, en la que Donostia jugó un papel importante. «A veces nos falta el orgullo guipuzcoano y con esta exposición queremos recordar los momentos buenos vividos», agrega.
Al llegar a la muestra, nos encuentramos con todos los elementos propios de un concierto. Un escenario preside la gran sala dedicada a la muestra “Backstage: Get In 1991-2021”. En él, al final de la visita, se puede visualizar un audiovisual –20 minutos de música– que rememora conciertos históricos protagonizados por grupos internacionales de primera línea que han pasado por Euskal Herria, desde Bruce Springsteen a U2, Coldplay, Tom Waits, R.E.M. o Metallica, entre otros muchos.
Las paredes se han engalanado con carteles anunciadores –medio centenar– de los eventos. The Champs, Iron Maiden, Joe Cocker, Rage Against The Machine, The Smashing Pumpkins, Ben Harper, Tom Waits... la lista es larga. Los recuerdos comienzan a aflorar en la memoria de cada uno de nosotros.
Accedemos a la exposición a través de unas vallas, como si lo hiciéramos a un gran recinto de música. Mientras avanzamos, tenemos la ocasión de ver una amplia colección de entradas de conciertos –ahora que las nuevas generaciones casi no las conocen en formato de papel–. Llegan a las trescientas, colocadas en una vitrina.
La labor de clasificación y selección del ingente material recopilado por los miembros de Get In a lo largo de todos estos años ha sido ardua. Así lo corrobora Txeli Lanzagorta, comisario de la muestra. «Fue en mayo pasado cuando se confirmó que sería en el Patio de Tabakalera y hemos ido contrarreloj, examinando todo el material guardado».
Idear el diseño de la muestra y visualizar su montaje y presentación fue más sencillo y rápido, según cuenta. «La idea no era centrarse en la empresa, desde Get In querían transmitir la idea de la emoción que vive el público, y pensé que lo mejor sería montar un concierto que a la vez fuese una exposición», explica.
La primera parte alude a la faceta promotora de Get In. En la segunda parte de la muestra, la más desconocida para el público y la que más curiosidad despierta, podemos conocer in situ las entrañas, la trastienda del escenario, camerino incluido.
Permite conocer el entorno más íntimo de los músicos de la mano de una colección de 700 pases de backstage y 100 fotografías de artistas. Mención aparte merecen los diez libros de firmas, un total de 700. Se puede ver la rúbrica de Mick Jagger, varios de Bruce Springsteen, y en algunos casos también el set-list escrito por los artistas de su puño y letra, así como autógrafos de David Bowie y Leonard Cohen.
Tiene un lugar destacado la camiseta de la Real Sociedad regalada en 2016 a Springsteen con motivo del concierto ofrecido en el estadio de Anoeta. «Aprovechamos la segunda parte para completar el recorrido por la historia de Get In con su faceta de management», explica Txeli Lanzagorta, comisario de la muestra.
La exposición dedica un espacio a su “roster” –dirige la carrera de 30 artistas en la actualidad– y en una mesa se han colocado los cds en los que ha colaborado la empresa, un total de 225. También se exponen los galardones de ventas de discos –llegan a 60– recibidos en estos años por los diversos músicos y grupos.
En la parte final, el visitante tiene ocasión de ver de cerca diversos instrumentos de música. Guitarras de ZZ Top, Deep Purple y baquetas de Simply Red y Frank Zappa llaman la atención del visitante. También las guitarras de Boni de Barricada –fallecido el año pasado–, Mikel Erentxun, Iván Ferreiro –solo tiene una cuerda y la utilizó así en una gira completa– y Rulo.
El material recopilado por Get In en sus tres décadas de andadura es ingente. Ahora, tras una ardua labor de clasificación y selección, el público puede verlo en la exposición.
Young vomitaba cuando salía al escenario. «Había que suministrarle oxígeno con unas botellas que teníamos preparadas, llegaba asfixiado». Son palabras de Argomaniz, incluidas en la muestra, recordando al guitarrista de AC/DC. Ha sido testigo de excepción de incontables escenas y anécdotas que forman parte de la historia del rock y de la memoria musical de Euskal Herria.
No oculta el precio pagado. «Ha sido bastante duro. He estado fuera de casa más de 150 noches cada año, he cogido más de cien aviones al año, muchas veces cruzando el charco. Casca mucho. Pierdes amigos, pierdes el contacto con la familia, es el precio que pagas a cambio de vivir una aventura, un sueño. Y esto sin el equipo del trabajo y del equipo de casa no sería posible. Estoy acompañado de un montón de gente, algunos de ellos llevan 30 años conmigo», se congratula, emocionado. «Son más de 92 los músicos y grupos con lo que hemos trabajado y 4.000 los profesionales que han colaborado en el montaje de algún concierto», agrega. Entre los logros personales, se queda con la amistad que ha forjado con «muchos de los artistas que siguen conmigo», señala. Al preguntarle por el logro en el ámbito profesional, «tener tras 30 años la misma pasión e ilusión del primer día, es algo que se lleva dentro», subraya.
Argomaniz tenía 18 años cuando organizó su primer concierto en la Plaza de la Trinidad de Donostia. El culpable de su pasión por la música es su hermano mayor, José Luis, cantante de Puskarra, en los años del Donostia Sound. «Lo que me gustaba era estar en la parte trasera, ver todo el montaje; lo tuve claro», dice.
Económicamente también ha vivido momentos complicados. «Antes, los grandes promotores del rock eran de familias más aristócratas, vascas o catalanas, pero mi padre era taxista y mi madre ama de casa. Tuve que empezar con préstamos de dos bancos y la ayuda de gente».
Apela a la memoria histórica. «No puedo olvidar a todos aquellos que me enseñaron y me ayudaron en los inicios. ¿Cómo puedo hablar de los 30 años de Get In sin recordar a otras promotoras? Había compañeros que habían hecho ya el camino antes.
Iñigo Argomaniz, al lado de la pared dedicada a las imágenes de artistas. Se ve la camiseta de la Real que en 2016 le regalaron a Bruce Springsteen en Anoeta.
Así empezó todo. «¿Cómo es posible que una pequeña ciudad como Donostia se convirtiera durante el lento despertar al rock internacional en directo, en el franquismo tardío, en vértice constante de un circuito formado junto a dos grandes capitales como Madrid y Barcelona?”, es la pregunta que plantea la muestra.
En opinión de Argomaniz, la iniciativa ciudadana fue clave. «Ejemplo de ello son también la Quincena Musical, Zinemaldia y Jazzaldia», señala. A mediados de los años 70, casi clandestinamente, empezando de la nada y sin referentes, aficionados al rock comenzaron a traer a los músicos que soñaban con ver sobre el escenario. Josema Martínez con su Centro Musical Irunés y la promotora JF organizaron los conciertos de Rory Gallagher en 1974 y Génesis en 1975, en colaboración con Gay & Company. Y también Status Quo o Jack Bruce.
«Fue gente que sin ayuda económica y sin conocimiento se arriesgaba y se jugaba su dinero para que viniesen artistas. Sin olvidar a los medios de comunicación –periodistas como Pablo Cabeza (en “Egin”, en aquel entonces), entre otros–. También la radio y la televisión –la televisión francesa, porque en la española no había programas de música–. Igual que las tiendas. Existía un tejido que se iba alimentando y gracias a ello surgió la iniciativa privada», cuenta Argomaniz.
De entre todos ellos menciona a Santi Ugarte. «La persona más importante en la música de Euskal Herria en los últimos 30-40 años», incide. Desde su tienda de discos, fue el artífice de que a principios de los 80 Ramones, Stray Cats, The Clash, AC/DC y Leonard Cohen visitaran la capital guipuzcoana. El Velódromo y el Polideportivo de Anoeta con la iniciativa de nuevas promotoras como Txalupa, que consiguió que Mike Oldfield actuara en Donostia, se convirtieron en escenarios de numerosas noches de rock que quedaron en el recuerdo.
En 1982 la lista crecía más y más con la presencia de King Crimson + Roxy Music, Eric Burdon, Jethro Tull, Meat Loaf, Ultravox, Supertramp, Frank Zappa, Ted Nugent, Motörhead, Scorpions, y muchos más. A mediados de los 80, Donostia ya era parada imprescindible para todas las grandes giras internacionales y las nuevas estrellas que despuntaban, recuerda la muestra.
Ugarte y Argomaniz, junto a Javier Beltrán y Borja Zulueta fueron el motor de Tiburón Concerts a lo largo de los años 80, que alcanzó a montar con U2, Big Audio Dynamite, UB40 y The Pretenders, ante más de 100.000 personas.
Argomaniz se reconoce privilegiado por compartir su andadura con Ugarte. «Tuve la suerte de trabajar junto a él diez años. Tuvimos varias ruinas, pero aguantamos y seguimos».
Un cubo con cola y una brocha para pegar carteles en las calles. Esas fueron las primeras herramientas que recibió Argomaniz cuando Ugarte le nombró “jefe de comunicación” de Tiburón Concerts. Ugarte conseguía atraer a grandes figuras internacionales: The Psychodellic Furs, The Cure, Lou Reed, Eric Clapton, Rod Stewart, Elton John, Sting, Peter Gabriel…
Y en 1983 Argomaniz montó en un viejo cine de Lasarte-Oria una sala, el Autódromo, que durante catorce meses formó otro triángulo, el del rock alternativo, con Rock-Ola (Madrid), y Studio 54 (Barcelona).
Por el Autódromo pasaron The Stranglers, The Cramps, Killing Joke, Soft Cell, Def Lepperd, UK Subs, Eddie & The Hot Rode, John Mayall… allí se bregó Argomaniz en todas las tareas –publicidad, seguridad, ticketing– antes de integrarse por completo en la organización de los grandes conciertos. El de Ian Dury fue el primero de ellos.
El 1 de abril de 1991 nació Get In Producciones, a iniciativa de Argomaniz. Contó con sus compañeros más cercanos de Tiburón y también con Duncan Dhu. Argomaniz había sido su road manager en la gira “Autobiografía”, en el momento de su mayor éxito.
El 27 de mayo llegó el primer concierto de Get In: Tanita Tikaram. Fue en Bilbo. Luego vinieron Pixies con Killing Joke, Elvis Costello o The Champs en el Polideportivo de Anoeta. Pronto abrió su radio de acción: Bryan Adams en Bilbo, Mecano en Iruñea y Scorpions en Donostia fueron algunos de los primeros éxitos importantes.
En su segundo año, y en poco más de una semana, en mayo de 1992, Get In logró sus dos primeros hitos: la gira “On Every Street”, de Dire Straits, llenando dos noches seguidas el Velódromo; y con el mismo recinto abarrotado, la primera visita de U2, con el célebre “Zoo TV” de los coches colgantes y una tecnología de pantallas nunca vista.
En los años 80 los conciertos de rock se asociaban aún con drogas y altercados a la entrada, no había un control, y los pagos y las recaudaciones se llevaban en maletines con dinero. «Las entradas se vendían en los bares, había que recoger el dinero… hoy en día no existe el dinero metálico; el cambio es enorme», recuerda.
En los 90 llegó el momento de contribuir a la profesionalización del sector. «Entraron las marcas y la publicidad fuerte, y las instituciones vieron la identidad cultural que los conciertos aportan a la ciudad», recuerda la exposición. «Vivimos unos años 80 buenísimos y unos 90 grandísimos», afirma Argomaniz.
Aforos de todo tipo. Get In ha trabajado en diversos tipos de recintos, del club al estadio, de los recintos deportivos de mediano aforo que fueron la única opción durante muchos años, a los auditorios, teatros, plazas de toros, y equipamientos multiuso. Ejemplo de ello, Moby actuó en la sala Keops en 1996 ante 163 personas cuando apenas era conocido. El Victoria Eugenia y el Teatro Principal acogieron a Paul Carrack y Neneh Cherry. La sala Jam de Bergara también tuvo unos años destacables con conciertos de hardcore.
Y por el Velódromo pasaron Beck, Massive Attack, Muse, Coldplay, Neil Young o Guns N’ Roses y el Polideportivo de Anoeta acogió a grupos como Bad Religion, Motörhead o Nick Cave.
En 1994 el estadio de Anoeta se abrió al rock con Pink Floyd y a partir de 2005, dos veces con U2, y tres con Bruce Springsteen, además de Depeche Mode, The Rolling Stones y Bon Jovi. «Abrimos el estadio a más artistas, llevamos a artistas internacionales por todo el Estado y a muchos otros a América. Con Tiburón éramos más guipuzcoanos, Get In creció a nivel de ciudades del mundo», indica.
A partir de 1999, con la construcción de nuevos auditorios, el público pudo disfrutar de una mejor calidad de sonido y comodidad. En el Kursaal con hitos como los tres conciertos seguidos de Radiohead con la primicia de “Amnesiac” en 2002 o la visita de Tom Waits (2008) abriendo su gira europea de tan solo dos ciudades, además de a interesantes grupos de siempre como Jethro Tull, Joe Jackson + Todd Rundgreen, Lou Reed, The Pretenders, Suede y Bryan Ferry. En el Euskalduna con Sting, Woody Allen, Elvis Costello, Spandau Ballet o Ringo Star. Y cómo no, el BEC, otro recinto fundamental con grandes nombres como Lenny Kravitz, Chuck Berri, The Who, Rammstein, Paul Simon o Leonard Cohen como protagonistas.
Con sede en Donostia. Aunque tiene sede en Madrid y México, la oficina central de la empresa siempre ha estado en Donostia. «Yo tenía claro que quería que mis hijos nacieran aquí y crecieran aquí. Me he acostumbrado a viajar tres días a la semana a Madrid, lo llevo haciendo desde hace 30 años», señala.
Argomaniz lo tiene claro. «Yo no hubiera sido promotor si hubiese nacido en otro país y en otras circunstancias. El territorio también ha ayudado, la ciudad está en salida a la muga, con lo que entraban por aquí o salían por la Junquera; hay que ser agradecido al lugar en el que naces», cuenta.
En la actualidad Get In tiene un equipo de 24 empleados en las tres sedes. Tiempos en que la industria musical está evolucionando a pasos agigantados. «Por una parte, antes los grupos vivían de discos, y ahora tienes que hacer un directo, si no te mueres. Además, los artistas antes hacían sus giras y ahora vienen a los festivales. Los festivales han eliminado de alguna forma las giras europeas. En un festival ganan más dinero y les ven 70.000 personas, en un concierto, 3.000. Todo ha cambiado mucho», explica.
Y también el soporte. «Yo vi el cambio del vinilo al cd, la piratería golpeando fuerte, y cómo está muriendo el cd y ahora está todo en streaming, al tiempo que resurge un poco el vinilo».
Le preguntamos por la pandemia. «Está siendo durísima para la música en directo, y sobre todo para los eslabones más débiles, como los autónomos, los técnicos, los mánagers, promotores, músicos... no tanto para las empresas, que tenemos más fuerza».
Se lamenta del talento perdido. «No podemos permitirnos perder un talento que ha costado muchos años tenerlo. Euskal Herria lleva veinte años siendo un país importante de técnicos y empresas y no podemos perderlo en dos años y que terminen en otro empleo porque no se dan las ayudas pertinentes; hay un valor grandísimo».
Y muestra su preocupación por la escasez de recintos de Donostia. «O espabilamos o tendremos que viajar, porque ni el Velódromo ni Ilumbe reúnen las condiciones. En el Velódromo entraban 15-16.000 personas, hoy entran 5.000. Y Bizkaia ha crecido con dos espacios buenísimos, también Gasteiz e Iruñea, sin olvidar a Santander, Logroño, Zaragoza…».
Con la experiencia adquirida como road manager de Duncan Dhu en Tiburón, Argomaniz abrió la otra vertiente de Get In, el management. Una labor que abarca desde la búsqueda de contrato discográfico, la producción de discos, la promoción y consecución de conciertos y giras.
Permanecen desde el principio artistas como Mikel Erentxun, o nombres que están unidos a la promotora toda su carrera, como La Oreja de Van Gogh, Álex Ubago, Iván Ferreiro o Rulo y la Contrabanda. También nombres reseñables como Barricada y Rosendo. Más de 90 grupos y solistas han formado parte del roster de artistas en estas tres décadas. Hay que sumar los artistas que tienen su propio manager y para quienes han organizado giras, como Andrés Calamaro y Manu Chao. Y también han participado en las giras –en colaboración con otras promotoras– de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.
La empresa cuenta con una discográfica, Insamuel Records y un sello electrónico, Electric Beats. Después de recibir varias ofertas, en 2008 Argomaniz decidió vender Get In a Warner Music «para garantizar la solidez de la empresa a futuro, y con la condición de mantener la independencia de decisiones y actividades y la sede fiscal en Gipuzkoa».