Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto
ARQUITECTURA

Las comunas de París

La granja del ferrocarril es un complejo de edificios proyectado por la cooperativa de arquitectas Grand Huit y la paisajista Melanie Drevet, además de ser el primer proyecto surgido del programa “Reinventing Paris” lanzado en 2014. Un programa que perseguía regenerar 23 áreas periféricas desde premisas como la mezcla de usos, la diversidad social, la innovación en materia de vivienda, y como no, el respeto al medio ambiente. En definitiva, nombres nuevos para recuperar tendencias antiguas, la vida de barrio.

Ubicado en el límite norte del “Little Belt”, un largo camino ferroviario que rodea París, el proyecto es un conjunto de piezas que emergen literalmente de la tierra, ya que este barrio es además un lugar de producción agrícola y de reinserción social. En este año escaso que lleva en funcionamiento, ha producido más de 4 toneladas de hortalizas, ha tratado 20 toneladas de residuos como compost y da trabajo a 23 personas, 15 de las cuales viven en el lugar.

El equipo de Grand Huit –dirigido por Julia Turpin, Marine Kerboua y Clara Simay en colaboración con Melanie Drevet Paysagiste– desarrolló un programa que ofreció 15 viviendas sociales de reinserción, 5 viviendas sociales para estudiantes, un invernadero productivo sin calefacción, un restaurante abierto al público, una cueva de cultivo de hongos y un jardín de permacultura. Todo ello bajo la premisa de minimizar la necesidad de energía, al mismo tiempo que se generan alimentos y recursos económicos, para implantar un esquema de economía circular.

Pero la materia prima del proyecto no es lo construido, sino las capacidades de cada persona que lo habita, llamadas a reforzarse y reinventarse, en beneficio del barrio, es decir una alianza social.

El proyecto nació con un gran arraigo entre la opinión pública, ya que se creó gracias al deseo de los residentes y las asociaciones locales de ver crecer un lugar que combinase la agricultura urbana y la solidaridad; Ferme du Rail tiene como objetivo integrar a las personas vulnerables. En ese sentido, bajo esa apariencia de vanguardia, en realidad el proyecto viaja al pasado para recuperar tejidos sociales de barrio, o de pequeño pueblo rural, donde se generan pequeños servicios y producción agrícola que crean puestos de trabajo.

Puede afirmarse que defiende un modelo de economía sostenible, social y solidaria, vinculado a la interdependencia entre los actores del proyecto, sus propios habitantes. Las actividades de la finca se organizan en redes de intercambio locales y territoriales. Los agricultores ofrecen a los habitantes de la comarca un conjunto de servicios: recogida y tratamiento de residuos orgánicos locales, o de productos no comercializados, horticultura, organización de jornadas y eventos, así como un servicio de mantenimiento de las zonas verdes del lugar.

Además se trata de un equipamiento de barrio que atiende a todo el público. Así el complejo cuenta con un restaurante donde se consumen los productos de la propia finca y de los asociados agricultores cercanos.

Valor didáctico. Lo excepcional de este modelo, a menudo expulsado de lo urbano, es su valor didáctico. En definitiva, el proyecto es un espacio de sensibilización que responde a la urgente necesidad de provocar encuentros y debates sobre la naturaleza en la ciudad y la producción alternativa de alimentos. Ya sea gracias a actividades de horticultura y compostaje, a información sobre agricultura sostenible u orgánica, o al intercambio de buenas prácticas sobre ecología urbana, la Ferme du Rail es un recurso social y cultural al que los habitantes del distrito pueden acceder libremente.

Incluso la propia obra se convirtió en una oportunidad para extender la vocación educativa y social del proyecto educativo a diferentes tipos de público como personas en un curso de integración o estudiante de arquitectura. Por ese motivo la obra se transformó en un lugar de formación sobre materiales de construcción ecológicos: la estructura está hecha principalmente de madera, aislada por pacas de paja locales y cubierta por madera barata sin tratar.

Se realizó además una investigación sobre materiales reutilizados, experimentando con textiles reciclados, azulejos de baño recuperados, paredes de piedra seca hechas con bordillos de aceras parisinas reutilizadas, solados de madera recuperados de escombreras y un largo etc. Además de la baja tecnología, lo que mejor ejemplifica el proyecto es la idea de comunidad, una idea que ha estado presente en la ciudad desde los primeros asentamientos humanos, y que tal vez el liberalismo metropolitano ha borrado de nuestra cotidianidad.