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PANORAMIKA

Estar en el mundo


Pareciera que el arte contemporáneo siempre se encuentra ligado a la necesidad de descifrar sus significados. Como si todo se tratara de un truco que debe ser desvelado o como un crucigrama que hay que completar hasta formar las palabras que dan las respuestas finales. En un mundo en el que la cultura visual está constreñida bajo la dictadura de la velocidad y el consumo inmediato, exigimos respuestas que sacien nuestra capacidad de atención antes de que nos lancemos sobre otro estímulo o hacia una cuenta atrás en la que nuestra mirada dejará de estar disponible. La creación artística puede entenderse como un gran paraguas bajo el que se nos proponen múltiples opciones en cuanto a formatos, disciplinas y resultados. Por tanto, es entendible que cualquier generalización al respecto sería un error. Sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que en ninguna de sus manifestaciones tiene el deber de ser un contenido de fácil acceso o de ofrecer respuestas inmediatas y concretas.

La percepción requiere esfuerzos y nuestro compromiso con aquello a lo que nos enfrentamos, definirá el grado de nuestra experiencia. El arte es una manera de expresión, de comunicación, de creación de criterio crítico, de experiencia estética e incluso de conexión con espectros sensibles que apelan a lo irracional. Es también una manera de estar en el mundo, entendiendo que su existencia nos ayuda a cuestionar las imposiciones más verticales y a poner en duda el terreno que pisamos, para convertirlo así en un barro en constante movimiento. Será nuestra elección aceptar lo inestable y abrazar cada nueva vivencia como una posibilidad de seguir aprendiendo a estar en el presente.

El pasado 25 de febrero, el Centro Cultural Montehermoso de Gasteiz inauguró en la Sala Jovellanos la segunda entrega del programa que desarrolla junto con la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU. Alumnado de segundo ciclo, posgrado y doctorado puede tomar parte de una convocatoria en la que los proyectos ganadores engrosan un programa expositivo en el centro de la capital alavesa. Es el turno de Danel Garay (Bilbo, 1998) y su proyecto “Plantas, un retrato de su voz”. La arquitectura cuadrada de la sala presenta en su parte central una instalación colgante e iluminada con los puntos de luz de los focos superiores. En ella podemos diferenciar las diferentes partes de una planta, tallos, hojas, restos de tierra y raíces que atraviesan y se enmarañan con cables y restos de ordenadores. La instalación adquiere un tono distópico en el que la ruina tecnológica se funde con lo vegetal para crear un nuevo cuerpo. Un todo formado de partes con uniones y empalmes precarios, casi provisionales. La propuesta cuenta con varios marcos de madera suspendidos en el aire que, rodeando a este ser mitad vegetal mitad máquina, orientan nuestra mirada hacia diferentes puntos. Una pantalla situada justo debajo y a escasos centímetros de las raíces más largas difunde imágenes de corte abstracto.

El paseo está impregnado de una atmósfera sonora que nos invita a entrar en una inmersión completa. Rodeamos a nuestro protagonista con la distancia de lo desconocido y la curiosidad de estar ante una nueva especie. Garay ha construido un sistema de comunicación en el que la información emitida por la planta puede ser recogida y traducida a una frecuencia sonora que a su vez vuelve a influir sobre el sentir de la misma. Una interacción entre la propia planta y el entorno, mientras una Inteligencia Artificial compone un video condicionado por la información recogida. Una relación que iguala en la misma línea jerárquica lo humano, lo vegetal y lo tecnológico. Un lugar en donde el dispositivo es un camino para la conexión entre especies, saliendo de la lógica de la dominación.

Hasta el 25 de marzo, la sala Urazurrutia de BilbaoArte invita a conocer la segunda exposición individual del programa de este 2022. “El otro lado del jardín” es la propuesta de la artista Gin Ro (Ciudad de México, 1986) que fue becada en el centro de producción el pasado 2021. Una instalación que propone una revisión de la memoria cultural y el colonialismo a través de una mirada crítica al archivo y a las plantas que fueron extraídas y expuestas en el Jardín Botánico de Madrid.