05 JUN. 2022 GASTROTEKA Cocinar, cuestión de prioridades Javi Rivero Ojo al domingo familia, que entramos en junio y todavía parece que ayer era nochevieja. No sé si a vosotros también os pasa, pero a mí el tiempo se me va a la velocidad de la luz y a esta misma velocidad está evolucionando la cocina y sus costumbres. ¡Estamos dejando de cocinar! Estamos dejando de cocinar en casa para pasar solo a calentar alimentos y platos varios. Hace aproximadamente dos años hablé sobre las diferencias entre las casas sin cocina y las cocinas sin casa. Aparte de deciros que hoy son todavía una realidad más fuerte, voy a volver a tocar este tema y tiraré por este camino, pero en este caso desde el punto de vista de la comida precocinada y la practicidad. Porque, que muchas veces no podamos cocinar, no implica que no podamos disfrutar de la comida que otros nos brinden con sus servicios y voluntades. Si no recuerdo mal, hace unas pocas semanas también os proponía una serie de recetas prácticas y rápidas con las que salvar la papeleta o darle una vuelta al precocinado de siempre. Hoy os dejaré también alguna que otra recomendación para que le deis una vuelta al túper de siempre, además de hablaros sobre el batch cooking. Arrancamos por este último concepto que, aunque tenga mucho de exótico, realmente lo que más llama la atención es el nombre. El batch cooking se trata de organizar las comidas de cada uno de la siguiente manera; cocino un día y como 7. Bien, la teoría siempre es maravillosa pero, ¿quién es el guapo o guapa que se arranca un día de domingo, día libre, a pasar una tarde entera cocinando? Mi pregunta es: ¿El resto de los días no disponemos ni siquiera de cinco minutos para hacernos una tortilla al momento? ¿Estamos relegando el placer de cocinar y comer al nivel de una tarea doméstica como cualquier otra? ¿En serio? ¿Me estáis tomando el pelo? Pues, amigos, familia, parece ser que sí. A la gente le empieza a dar igual comer de lata o de túper, poco elaborado (ni guisos ni cuchara), con tal de pasar cinco minutos más navegando por Instagram o Tik-Tok. Primero redes, luego ya si eso, como. Y es que todo en esta vida son principios y el resto es cuestión de preferencias. Si no que me lo expliquen, porque de no ser así, algo no he entendido. Nuestros esquemas mentales están cambiando y la cocina y el comer están perdiendo terreno al nivel que nos inventamos un concepto “guay” para justificar el no cocinar, como puede ser el batch cooking. No digo que el batch cooking esté mal. Seguro que a más de uno le salva la papeleta, pero meter una ensalada una semana en un tarro me parece más postureo que practicidad. Habrá casos en los que realmente funcione y sea necesario por “falta” de tiempo, pero de todos los practicantes de esta nueva religión, ¿cuántos y cuántas guisan unas lentejas, unas patatas, unos garbanzos o se marcan un marmitako cada semana para su batch cooking? “Kri kri…” A esto me refiero, se termina convirtiendo en una excusa para justificar las preferencias y la gestión del tiempo de cada uno. Esto se termina traduciéndolo por lo general en una dieta pobre, porque si no tenemos tiempo de preparar nada con fundamento, tampoco gastamos demasiado tiempo mirando si lo que compramos es realmente sano o no. Y ahora, aceptando la realidad a la que nos enfrentamos, intentemos ser coherentes y conscientes de lo que consumimos. Si no tengo tiempo para cocinar, pero me quiero cuidar y quiero llevar una vida plena, sana, consciente y coherente con mi entorno, entiendo que el respetar los productos de temporada debería de ser un “must” (algo obligatorio). Pero resulta que tampoco. No miramos de dónde viene el producto, cómo se ha cultivado o producido y, por supuesto, no somos conscientes de si a nivel nutricional nos aporta lo que debería o no. Luego ya nos tomaremos unos batidos de proteínas, unos suplementos vitamínicos y tal. Nos estamos volviendo locos. Lo digo así porque el nivel de autojustificación y de autoengaño está a un nivel que nunca me había topado hasta ahora. Son pocos los que visitan mercados y respetan las temporadas, con todo lo que esto beneficia al equilibrio económico, social y medioambiental de un pueblo o comarca. Y a su vez, son muchos los que normalizan un desorden alimentario cada vez más aceptado y “valorado”. Se nos va a olvidar a qué sabe una lechuga y, el día que nos sirvan una de verdad, la rechazaremos pensando que sabe raro. En ese momento habremos fracasado. Estoy siendo duro, pero son tiempos difíciles y toca conectar con nuestra tierra, nuestra historia y nuestra identidad. Bueno, familia, pasado el sermón culinario-gastronómico, lo prometido es deuda: os dejo una lista de platos o túper con los que uno puede marcarse un 10 en la comida. Algunos son platos rápidos y otros no tanto, depende de las preferencias de cada uno. Lentejas con chorizo. Si es verdad que no tenemos tiempo para nada y trabajamos 28 horas al día, permitíos comprar una buena conserva de lentejas, que solo tenga en la etiqueta “lentejas, agua y sal”. Cogéis una punta de un chorizo ahumadito y picante, lo cortáis en dados y lo rehogáis con un poco chalota picada, añadís las lentejas y cubrís lo justo con agua. Si queréis podéis asar al microondas unas patatas, filmándolas muy bien durante unos 5-6 minutos y cortándolas después en dados. Añadidlas al guiso y reservadlo máximo 4-5 días en la nevera. Ensalada «batch» de salmón. Colocad en el fondo de un tarro grande unos gajos de naranja bien escurridos; sobre estos, unos dados de aguacate, encima cebolleta en juliana, unos dados de salmón y, por último, unas hojas de cogollo picadas. Cerrad el tarro y reservad. En otro tarro, mezclad una cucharada de mostaza, una de salsa de soja, una de vinagre y tres de aceite. Mezcladlo todo y reservad. Os aguantará fácil 3-4 días en la nevera. Solo tenéis que añadir el aliño y agitar el tarro a la hora de servir. Ahora, mucho mejor si la hacéis y os la coméis al momento en un bol o plato. Ensalada de pasta. Este es uno de los pocos casos en los que os diría que merece la pena cocer pasta una vez a la semana y comer 2 o 3 veces en ensalada. Coceos una pasta integral y reservadla en la nevera. Por otro lado, picad unos tomates secos, olivas negras y anchoas en proporción de 3 tomates - 1 oliva - 1 anchoa. Aliñad esta mezcla con el aceite de la conserva del tomate seco y unas gotas de vinagre de sidra. Utilizad esta mezcla para aliñar una ensalada de pasta integral con cogollitos picados y unas avellanas tostadas. Maravilla en 2 minutos. Marmitako frío. Poniéndonos ya chulos, podemos marcarnos un “ceviche” euskaldun o marmitako frío. Podemos cocer unas patatas y guardarlas una semanita en la nevera. Hacemos unas rodajas y las disponemos en un plato, colocamos un pescado de temporada por encima cortadito en crudo fino, fino. Un verdel o un bonito, por ejemplo. Y terminamos con un aliño frío de tomate muy picado “casi triturado a cuchillo” cebolleta, ajito y huevo duro rallado. Todo ligado con aceite suave y vinagre. Así, si esto también se puede llamar batch cooking, me replantearía muchas cosas, pero todavía sigo sin convencerme. On egin!