Iker Fidalgo
Crítico de arte
PANORAMIKA

Lo cotidiano como acción

La ciudad está pensada como un espacio en el que convivimos y realizamos nuestras actividades diarias. Es a la vez un lugar de producción, de consumo y de ocio, así como un escenario para vivir y relacionarnos. Las planificaciones urbanísticas, en diálogo con la arquitectura, son las encargadas de definir los usos y los flujos de personas y vehículos. En la ciudad se encuentran las sedes de los organismos oficiales, el comercio privado y, por supuesto, nuestras viviendas y zonas de esparcimiento. Es también un reflejo cultural en el que se proyectan las maneras de entender el presente. Los valores de una sociedad aparecen latentes en la disposición de los elementos urbanos, pues los diseños, nunca son inocentes. Todo aquello que tenga que ver con crear infraestructuras para organizar la vida, tendrá irremediablemente un trasfondo político que responderá a determinados modelos sociales.

El sociólogo y filósofo Michel de Certeau, cuando escribió “La invención de lo cotidiano”, advertía cómo las acciones repetitivas e inconscientes, tales como el caminar, nos hacen ser parte de estructuras que condicionan nuestro día a día. De la misma manera, estas prácticas pueden a su vez ser oportunidades para la reconquista de los espacios normativos y el surgimiento de pequeños reductos de resistencia ante las imposiciones hegemónicas. En muchos aspectos podríamos decir que el arte contemporáneo es capaz de ocupar esos lugares. Desde la construcción poética reivindica el gesto disruptivo que altere lo establecido y cambie el sentido del relato. Quizás construir desde lo cotidiano sea una forma mucho más radical de pelear por otros mundos posibles.

Entramos de lleno en la última semana para acercarnos a la exposición que Estibaliz Sádaba (Bilbo, 1963) inauguró el pasado septiembre, como parte del elenco premiado en la convocatoria de Proyectos Artísticos del Centro Cultural Montehermoso de Gasteiz. “Espacios para habitar” se sitúa en la sala de la primera planta del palacio ubicado en lo alto de la colina de la capital alavesa. A destacar el carácter multidisciplinar de la exposición, pues en ella encontramos desde vídeo o instalación hasta collage y dibujo. Sin caer en un carácter retrospectivo, accedemos a trabajos que Sádaba ha ido realizando a lo largo de los años y que dotan de coherencia a su quehacer artístico y a sus líneas de investigación.

“Espacios para habitar” es una muestra en la que todas las líneas narrativas nos llevan a reflexionar sobre nuestra relación con el espacio público. La perspectiva de la artista se centra en la relación de la mujer con estos lugares plagados de connotaciones y siempre construidos bajo una mirada hegemónica y patriarcal. Ya en sala, las piezas crean una línea amalgamada y que va desarrollándose según avanzamos en nuestro recorrido. Particular fuerza cobran la serie de collages en contraste con unos dibujos realizados con una suave línea azul y que parecieran recordarnos a algún tipo de mapa. Una de las obras más destacables es una serie fotográfica (aunque aparece también en una de las proyecciones) en la que varios edificios son calcados sobre espaldas desnudas de mujeres. Una propuesta de fricción entre el cuerpo íntimo marcado por la arquitectura y la piel que es a la vez frontera y resistencia.

“Trece a Centauro” es el título del relato de ciencia ficción escrito por J.G Ballard a principios de los años sesenta que da título al trabajo que Sergio Prego (Donostia, 1969) presentó en mayo en el Museo Bellas Artes de Bilbo. Hasta el 30 de noviembre podremos visitar una instalación realizada de manera específica para el lugar donde se expone. Debido a las obras de ampliación en la institución y el vaciado de algunas de las salas, Prego ha propuesto una intervención en el que unas 14 formas neumáticas de color negro opaco y de un blanco transparente se relacionan de manera directa con la arquitectura del centro. Rellenas de aire, permiten y obligan a recorrer y a relacionar nuestros cuerpos en una experiencia con el espacio que nos abre a otras posibilidades perceptivas. El arte entendido como una mediación entre lo arquitectónico y la experiencia.