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OSASUNA

¿Hasta qué niveles nos sincronizamos?


Es curioso cómo nos emperramos en conocer los riesgos genéticos para padecer unas u otras enfermedades y a esto lo llamamos medicina del futuro. Sin duda, es una gran revolución en lo que a prevención y tratamiento se refiere, así como la posibilidad de personalizar los tratamientos. Sin embargo, desde siempre hemos conocido el papel tanto o más importante que juega otro aspecto clave en el desarrollo de la mayoría de enfermedades y al que, a pesar de conocerlo, no le hacemos ningún caso: el ambiente.

Y es que en la mayoría de los rasgos y enfermedades en seres humanos influye la forma en que uno o más genes interactúan con factores ambientales, el aire o el agua, la nutrición, la radiación ultravioleta del sol y el contexto e interacción social. Y es este último punto sobre el contexto e interacción social sobre el que nos detendremos. Un buen ejemplo de esto es el famoso y curioso caso de la interacción y sincronización de la menstruación cuando varias mujeres conviven el suficiente tiempo. Se propone que cuando dos mujeres interactúan en el mismo espacio físico y una de las dos menstrúa, influye en la otra, produciendo finalmente la alineación de ambos ciclos. Pero este efecto, que lleva estudiándose desde 1971, aún sigue siendo un misterio.

Lo que ya no es un misterio es el efecto de la interacción social sobre el intercambio de las bacterias de nuestra boca e intestino. Y es que hace escasos días la prestigiosa revista “Nature” publicaba, a través de un estudio realizado a gran escala y liderado desde Italia, donde se han analizado más de 9.700 muestras de heces y saliva de personas de todo el mundo, que algunos de los microorganismos que componen el microbioma humano también se transmiten a través de la interacción social.

Recordemos que el microbioma humano es una comunidad de microorganismos que se hallan en todas las superficies de nuestro cuerpo, en especial en la boca, el intestino y la vagina. Cada persona tiene un microbioma diferente, siendo algo así como una huella dactilar y esto depende de muchas cosas pero especialmente del estilo de vida.

Hasta ahora se desconocía cómo afectaba la interacción y contexto social pero, gracias a esta investigación, se ha confirmado por primera vez que la primera transmisión del microbioma intestinal tiene lugar al nacer a través de la vagina en el canal del parto y esta es muy duradera, puesto que las bacterias del microbioma materno se pueden detectar en personas mayores. También confirma que los adultos comparten bacterias de persona a persona, compartiendo hasta el 32% de las bacterias presentes en la boca y el 12% de las que se encuentran en los intestinos.

Así, por ejemplo, la convivencia afecta a la presencia de estas bacterias compartidas entre dos personas más que la edad o la genética. Las tasas más elevadas de intercambio de especies de bacterias en los intestinos entre personas se han detectado entre madres que cohabitaban y sus hijos de cero a tres años (un 34% aproximadamente), entre individuos de cuatro años o más que viven en el mismo hogar (un 12%) y entre gemelos adultos que no cohabitan (un 8%).

Pero, ¿por qué es importante este hallazgo? El microbioma intestinal es clave para la salud en general, ya que favorece la salud intestinal, la inmunitaria y el metabolismo, y también puede influir en el eje intestino-cerebro, pero así como influye en la salud, recientemente hemos conocido el papel relevante que tiene en la patogenia de algunas enfermedades cuando las especies de bacterias que lo componen se alteran.

Así que recordemos que, para todo, no solo es lo que uno hace con su salud, si no de lo que se rodea y que “todo se pega menos la hermosura”, dice el famoso refrán y es bien cierto, tanto como para que nos empiece a preocupar más todo aquello y aquellos de los que nos rodeamos.