09 JUL. 2023 FOTOREPORTAJE El mundo, visto a través del ojo de una ballena Podrían parecer imágenes tomadas de alguna galaxia lejana captadas por un potente telescopio o trazos salidos de la mano de un artista. Pero no. Las de “El ojo de una ballena” han sido realizadas con microscopios que permiten aumentar hasta 10.000 veces el tamaño real para ver con detalle las partes minúsculas del ojo de una ballena. Y ayudan a conocer también, de forma muy divulgativa y sensorial, un trabajo científico puntero de la UPV/EHU. Retina de ballena , técnica de microscopia electrónica de barrido, coloreada a 400 aumentos. (Elena Vecino Cordero y Luis López Vecino) Amaia Ereñaga Moby Dick, la gran ballena albina, fue imaginada por Herman Melville como un animal mítico. Una figura de tintes casi bíblicos que servía de catalizador de todo lo malo del ser humano, empecinado en obstinadas venganzas, cacerías y peleas, léase guerras. Los humanos la hemos cazado durante siglos, sea para sacarle aceite o para convertirla en personaje de novela. No en vano, estas criaturas siempre han sido material de leyenda. Ante la lona donde se reproduce a tamaño real la ballena rorcual que protagoniza la exposición “El ojo de la ballena” -en Itsasmuseum de Bilbo hasta el 10 de septiembre (Itsasmuseum.eus)-, no puedes dejar de sentirte pequeña. Es enorme. Y, como todos los visitantes, haces el gesto de recorrerla desde la cola hasta la cabeza, como acariciándola, para recalar en su ojo. Un gesto de acercamiento a los cetáceos, a una apasionante investigación científica y a las personas con limitación visual, porque “El ojo de la ballena” reúne muchos elementos. Las científicas del equipo de Investigación de Oftalmo-Biología Experimental que desarrollaron la investigación, con Elena Vecino en el centro. Su estudio sobre los cetáceos está provocando gran interés internacional. (Aritz Loiola y Marisol Ramirez | FOKU) Elena Vecino, catedrática en Biología Celular e Histología en la UPV/EHU, lleva tres décadas dirigiendo el Grupo Interdisciplinar de Investigación de Oftalmo-Biología Experimental (www.ehu.eus/gobe), un grupo experto en el estudio del ojo y sus patologías, entre ellas el glaucoma, enfermedad neurodegenerativa y primera causa de ceguera a nivel mundial. En su Zamora natal, de pequeña Elena Vecino se enamoró de las ballenas en las series televisivas de Jacques Cousteau -relata, en tono de cuento infantil-, una historia animada en tres vídeos que podemos ver en el museo y, accediendo de forma gratuita, también en Youtube (tecleando “ciencia y ballenas”). Y, cuando una ballena rorcual, la segunda más grande del planeta, apareció agonizando en la playa de Sopela en febrero de 2019, esta científica, ni corta ni perezosa, vio la oportunidad de acercarse y estudiarla. Fotografia ganadora del premio Fotografía Artística de la Sociedad Española de Oftalmología (2019), “Tres fronteras: córnea, esclera y conjuntiva”. La córnea (en verde) es la parte transparente del ojo, formada fundamentalmente por colágeno dispuesto en láminas. En la ballena, la córnea es mucho más gruesa que en los humanos, probablemente para proteger el ojo de las grandes presiones. (Elena Vecino Cordero y Luis López Vecino) Aquel ejemplar en concreto tenía 18 metros de longitud y 20 toneladas de peso. Estaba malherida, y no pudo ser salvada a pesar del esfuerzo de especialistas en biología y voluntarios. Su muerte sí sirvió para algo: hay un plazo de tiempo en el que los órganos siguen funcionando tras la muerte, lo que dio «una oportunidad fantástica» para que pudieran coger el ojo -casi un kilo de peso- y cultivar las neuronas de la retina en el laboratorio. Así podrán responder a muchas preguntas: ¿Cómo es que estos mamíferos son capaces de descender a grandes profundidades sin que su retina ni su ojo se dañen? El glaucoma se produce precisamente por un aumento de la presión intraocular, que hace que las neuronas mueran. ¿Y cómo ven las ballenas? Gracias a la investigación, ahora sabemos que ven en blanco y negro, que su campo de visión es muy reducido y con mala resolución. La exposición, adaptada para personas ciegas o con baja visión. Las fotografías están texturizadas para poder ser tocadas. Es una visita multisensorial, donde el sonido que emiten las ballenas puede ser también escuchado. (Aritz Loiola y Marisol Ramirez | FOKU)