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CINE

«El viaje de Ernest y Célestine»


La canícula es tiempo de películas en cucurucho y por bolas. En una misma semana, la cartelera segmentará al público familiar: para madres y amigas, la oda feminista de “Todas somos Jane” de Phyllis Nagy (tras el guion de “Carol”, aquí dirigiendo a Elizabeth Banks y Sigourney Weaver). Luego está “De perdidos a Río”, la desacomplejada comedia de Joaquín Mazón que es de y para papás. También “Megalodón 2: La fosa”, de Ben Wheatley, antaño uno de los nombres más reputados del cine de autor-punki británico (“Feliz año nuevo, Colin Burstead” o “High Rise”). Sin embargo, ante una oferta diversa y orientada, hoy desviamos la vista a una perla que pasará injustamente desapercibida, dentro de la manga demasiado ancha del “cine infantil”.

“El viaje de Ernest y Célestine” es una película para criaturas y no pide perdón por ello. Secuela de “Ernest y Célestine”, la historia de la amistad bella e improbable entre un oso y una ratita que cautivó la Quincena de Realizadores de Cannes de 2012 y que ganó un Premio César a Mejor Película de Animación. Hoy sus dos protagonistas viajan a la Charabie, el país de origen de Ernest, para arreglar el violín estropeado de él. Allí descubrirán que hace años la música fue prohibida por el gobierno, que ha establecido una suerte de dictadura antimelódica. Ernest y Célestine, claro, van a apuntarse a la milicia de resistencia musical para luchar contra la injusticia. ¡La alegría es un derecho fundamental!

La primera reseña del film en Letterboxd la resume así: “Ernest y Célestine se enfrentan a un gobierno fascista y es jodidamente mono”. Oso y ratita están dibujados con el minimalismo expresivo de la línea Sempé, y el mundo que les rodea vibra con la alegría de las grandes aventuras a países remotos, pero es tranquilo y amable como las acuarelas que lo pintan. “El viaje de Ernest y Célestine” es una preciosidad hecha a mano, que vale la pena reivindicar. Gabrielle Vincent, la creadora e ilustradora de la serie de libros en los que se inspira, a finales de los años setenta tuvo que abandonar su excepcional carrera como pintora porque viajar con sus cuadros le requería estar demasiado tiempo fuera del seno familiar. “Ernest y Célestine” nace como forma de independencia económica y expresión personal mientras cuidaba de sus dos hijos en casa.

Dirigen Jean-Christophe Roger y Julien Chheng: uno, director de la emblemática serie “Patatas y dragones” (2004) y, el otro, Chheng, responsable de “La bailarina espía”, brillante corto de la segunda temporada de “Star Wars: Visions”. Les Armateurs, su productora, se encuentra entre los mayores garantes de la animación europea: “Kirikú y la bruja” (1998), “El secreto del libro de Kells” (2009), “Las golondrinas de Kabul” (2019)... Si no veis “El viaje de Ernest y Célestine”, que no sea porque no os avisamos.