Igor Fernández
Psicólogo
PSICOLOGÍA

Salto largo

Qué haríamos si no tuviéramos miedo? O, mejor dicho: ¿qué haríamos si, ante una decisión, pudiéramos asumir que las cosas van a ir bien? Quizá suene a que una postura así sería poco efectiva a largo plazo. Anticipar los posibles resultados de una bifurcación vital es un ejercicio imprescindible para elegir la mejor de las opciones que se nos ocurran, la más efectiva dentro de nuestros recursos y posibilidades, que escogemos dentro del catálogo de nuestra imaginación. Excluir los resultados negativos podría parecer en exceso optimista, no realista, o incluso irresponsable. Sin embargo, demos un paso más atrás para tomar perspectiva.

Cuando nos ponemos a imaginar lo que podría suceder o lo que podríamos hacer, ¿somos realmente equitativos con las posibilidades o más bien tendenciosos, tendenciosas? ¿Podemos realmente colocarnos en el medio de dicha intersección y dedicar las suficientes energías a ambos caminos antes de dar los pasos? Es posible que a mayor relevancia de la decisión, mayor agitación interna, imaginemos mayores implicaciones y apliquemos mayor ‘dramatismo’ a esos pasos imaginarios antes de la acción, pero también genere una mayor tensión. Es decir, nuestro temor al resultado aumenta nuestras prevenciones mentales previas y esto va limitando las posibilidades que imaginamos, es decir, centra nuestra atención y energía internas en lo que puede salir mal.

El problema de entrar en ese modo de supervivencia -tan natural por otro lado-, o mejor dicho, de quedarse ahí, es que nos aplicamos sin darnos cuenta una restricción importante, y es la limitación de nuestros recursos adultos para crear la alternativa que nos encaje mejor, dadas las circunstancias. Sería probablemente arriesgado obviar la relevancia o dificultad de una decisión difícil al dar un salto que nos sirva en el futuro, pero, usando la metáfora del salto, igual también es arriesgado dar un salto largo con el cuerpo aterido, sin poder desplegar realmente la flexibilidad y fuerza de nuestros músculos. La mente también necesita desplegarse para alcanzar objetivos un poco alejados de nuestra situación actual, necesita aceptar y evaluar el riesgo pero también expresar su potencial de adaptación en un escenario mental de posibilidades más que de restricciones.

Imaginamos los obstáculos para sortearlos, pero como hacen los deportistas antes de las competiciones, también necesitamos imaginarnos nuestra ‘carrera perfecta’, nuestra mejor versión, en la que todo fluye, en la que aplicamos lo que tenemos a lo que aún desconocemos, e imaginar con detalle cómo sale bien. El miedo nos puede describir los obstáculos pero es el deseo o el potencial el que nos hace superarlos. El miedo de por sí solo pretende protegernos, pero no nos ayuda a crear, eso viene por otras vías. ¿Qué podemos imaginarnos siendo capaces de hacer una vez que el miedo ya nos ha descrito la situación?