Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional
MASACRE EN GAZA

Guerra mata a guerra

Un preso palestino abraza a su madre después de ser liberado de una cárcel israelí a cambio de rehenes israelíes liberados por Hamás.
Un preso palestino abraza a su madre después de ser liberado de una cárcel israelí a cambio de rehenes israelíes liberados por Hamás. (Fadel Senna | AFP)

Justo cuando asistíamos, cada vez más cansados, al fracaso de la contraofensiva ucraniana contra la invasión rusa, la brutal incursión de Hamas a las localidades israelíes fronterizas con Gaza daba pie a una operación de venganza sin precedentes contra la ya martirizada población palestina.

Principios de octubre de 2023. El invierno asoma en la inmensa llanura ucraniana y la nieve comienza a blanquear las riquísimas tierras negras de este histórico territorio de frontera (es lo que Ucrania significa en lengua eslava).

Los gobiernos y la opinión pública occidental -el Sur Global está a otra cosa- asisten con preocupación al parón de la contraofensiva del Ejército ucraniano.

En junio, el presidente Volodimir Zelenski ha ordenado abrir simultáneamente tres frentes, en el Donbass oriental, hacia el mar de Azov desde Zaporiya, y hacia Crimea desde Jerson.

Su objetivo, repetir el éxito de la contraofensiva del otoño de 2022, cuando Ucrania logró recuperar el 50% del territorio arrebatado por Rusia tras el inicio de la invasión en febrero de aquel año.

Tras cinco meses, el Ejército ucranio solo ha logrado recuperar unos pocos centenares de kilómetros cuadrados (de 100 a 260 km, según distintas fuentes).

El Ejército ruso ha tenido meses para fortificar sus defensas y para sembrar de minas las líneas del frente. E incluso se permite lanzar ataques tanto en el Donbass rusófono (Donetsk) como en la provincia nororiental de Jarkov, de donde se había replegado el año anterior.

Principios de octubre de 2023. La organización islamista palestina Hamas ha tenido también meses, e incluso años, para preparar, desde los cientos de kilómetros de túneles del subsuelo de Gaza, un asalto con el que rompe la barrera del mayor campo de concentración del mundo (2 millones de personas en 360 kilómetros cuadrados).

Israel, que había minimizado informes de sus servicios secretos que alertaban de esos preparativos, celebra la fiesta judía del Sucot, en pleno sabat, día semanal de descanso para esta religión.

Miles de milicianos de Hamas atacan kibutz fronterizos (granjas otrora colectivas), cuarteles militares, localidades y un macroconcierto a escasos kilómetros de la Franja. El asalto y los combates se saldan con 1.200 israelíes muertos -algunos por fuego amigo- y los asaltantes se llevan de vuelta a Gaza a 200 rehenes.

Se piensa que el zarauztarra Iván Illarramendi, casado con la chilena judía Loren Garcovich, es uno de ellos. Un mes después se identificarán sus restos en el kibutz en el que residían. Murieron en la incursión del 7 de octubre, el «Sabat Negro» u 11-S para Israel.

Su Ejército inicia una operación a gran escala contra Gaza que todavía perdura. Los palestinos muertos superan los 20.000, otros miles están enterrados bajo los escombros del 60% de los edificios de Gaza, destruidos por los bombardeos. Hospitales, escuelas... todos son objetivos militares que Israel justifica asegurando que esconden los túneles y arsenales de Hamas.

Hay más de 50.000 heridos y 1,9 millones de gazatíes van de un lado a otro huyendo de los ataques mientras Israel ordena evacuaciones contradictorias e imposibles de realizar en condiciones.

EEUU aconseja «contención» mientras sigue armando al Ejército israelí y vetando un posible alto el fuego en la ONU.

El mundo asiste a un drama que, según los expertos, supera en horror a los bombardeos de la II Guerra Mundial.

Gaza no existe y se asemeja a Mariupol, ciudad ucraniana en el mar de Azov que Rusia arrasó en mayo de 2022 para expulsar al Ejército ucraniano.

Israel busca aniquilar a Hamas como sea, sin importarle la suerte de los civiles palestinos. ¿Qué harán estos? ¿A dónde irán? La ampliación de la operación israelí contra la ocupada Cisjordania arroja una pista: el mar, el desierto o la tumba.

La guerra de Gaza -llamar guerra a semejante conflicto asimétrico averguenza- ha «matado», ha silenciado, la guerra (invasión) de Ucrania.

Guerra mata a guerra. ¿Estallará otra en algún lugar del mundo? ¿Será el olvido el destino del pueblo palestino?