Dieta, bacterias y Alzheimer
La dieta es algo fundamental para mantener una buena salud en el día a día, pero, más allá de lo cotidiano, nuevas investigaciones afirman que su influencia puede alcanzar otro tipo de enfermedades y que pueden estar directamente relacionadas con lo que comemos. Es el caso del Alzheimer.
Dentro de las nuevas líneas de investigación sobre Alzheimer, el 2023 nos deja un muy interesante e indirectamente relacionada con la alimentación, es decir, con los microorganismos, flora o microbiota que colonizan nuestro sistema digestivo. Los investigadores han detectado alteraciones específicas en la composición de estas bacterias intestinales que, a su vez, estarían relacionadas con el desarrollo de la enfermedad en fases previas a presentar los síntomas iniciales.
Así, se habría encontrado una relación causa-efecto entre la alteración de las bacterias intestinales y factores relacionados con el desarrollo de la enfermedad, señalando, además, al microbioma como un potencial indicador para determinar qué pacientes tendrían mayor riesgo de desarrollar Alzheimer.
Una de las claves ha sido la detección de ciertas alteraciones o cambios vinculados a la formación de neuronas nuevas en una zona concreta del cerebro relacionada con la memoria en los modelos animales que recibieron microbiota de pacientes con diagnóstico de Alzheimer.
De este modo, y dado que sabemos que en esta patología neurodegenerativa también influyen factores modificables como el estrés, el ejercicio y la dieta, y que, a su vez, esta tiene influencia directa sobre la microbiota, parte del eje intestino-cerebro, no parece descabellado concluir que, indirectamente, la alimentación es un aspecto muy clave para la prevención y quizá, en el futuro, como parte del tratamiento de esta patología.
Y es que, una vez más, se ha determinado que el tipo de dieta más prevalente en nuestra sociedad, la conocida como “occidental”, es decir, aquella con mayor presencia de grasas saturadas, azúcares simples y productos ultraprocesados, es un factor de riesgo directo para padecer Alzheimer, y también de forma directa, sabemos que los patrones dietéticos más saludables se han relacionado con la formación equilibrada de las neuronas del hipocampo. Pero ahora también tenemos certeza de una relación indirecta con la dieta, mediada a través de la alteración o desequilibrio de las especies de bacterias de nuestro organismo.
Y, en este sentido, recordemos que no es la única enfermedad relacionada con la alteración de las bacterias que forman la microbiota; antes que el Alzheimer, se encontraron vínculos entre el desequilibrio de la flora intestinal y el asma, la obesidad, el hígado graso no alcohólico, la enfermedad celíaca y el síndrome de intestino irritable.