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OTRO FÚTBOL ES POSIBLE

Escola La Caserna: un ariete para el fútbol popular

Decenas de jóvenes se encuentran cada semana en Sabadell para aprender a jugar al fútbol en un entorno de solidaridad y compañerismo. Este es el propósito de la Escola de Futbol La Caserna, quien bajo la dinamización del exjugador del Barça Oleguer Presas y otros entrenadores, reivindica el papel transformador del principal deporte del planeta. La escuela catalana visitará próximamente a la Unión Tutera, afianzando lazos ante objetivos comunes.


El fútbol es el deporte que más dinero genera. Sus estrellas reciben sueldos astronómicos y, a medida que las grandes fortunas han empezado a invertir en los principales clubs, se ha convertido en un negocio globalizado donde cosechar títulos justifica todo el espectáculo. Más que fomentar el compañerismo, la salud y los valores democráticos, prevalece el hecho de que los aficionados consuman un evento que alimenta la pasión desmedida por unos colores y la animadversión hacia el adversario. Frente a estas dinámicas tóxicas del fútbol contemporáneo, basado en la obsesión por el rendimiento y la devoración de ídolos, existe otro fútbol que reivindica sus orígenes, aquel en el que niños y niñas de todas las edades y condición disfrutan corriendo tras una pelota en patios de las escuelas y plazas públicas.

Promover este fútbol popular es el motivo de la jornada que tendrá lugar en Tutera el 3 de febrero, organizada por la Unión Tutera y la Escola de Futbol La Caserna de Sabadell. Dos proyectos que comparten el mismo compromiso de enseñar este deporte a los jóvenes en un ambiente de solidaridad, respeto y esfuerzo en equipo. Sus actividades, orientadas a erradicar el machismo, el racismo y la homofobia, son una muestra de que el deporte más practicado del planeta puede ser un actor clave para el desarrollo de unas relaciones más justas, pacíficas e inclusivas.

La Unión Tutera y la Escola La Caserna, acompañados por la red de trabajo comunal Errigora, se unirán en el municipio de Nafarroa para reivindicar estos valores y defender la necesidad de que la cultura y las lenguas de los respectivos pueblos, el euskara y el catalán, se normalicen en el fútbol y contribuyan a hacer de este deporte una herramienta para el arraigo y la cohesión social.

Entrenamiento de un equipo de niños y niñas en el recinto de la Escola Samuntada.

UN PROYECTO CON IMPRONTA SOCIAL

Sabadell, la quinta ciudad de Catalunya con 216.000 habitantes, desprende un intenso pasado de luchas sociales. Personajes como la sindicalista Teresa Claramunt, el poeta Pere Quart o la cantautora Teresa Rebull ayudaron a imprimir a sus gentes un talante popular y reivindicativo, de la misma forma que lo hizo el movimiento obrero que se fraguó durante buena parte del siglo pasado.

Todavía hoy se pueden ver numerosas chimeneas y vapores reconvertidos en equipamientos, herencia de la revolución que experimentó el sector industrial en un amplio perímetro de la ciudad, de ahí el sobrenombre de la “Manchester catalana”. Prueba de ello es el papel que tuvo la población durante la Semana Trágica de 1909, las Huelgas del Metal registradas en la década de los 60 o las protestas que se desataron en defensa de los puestos de trabajo a las postrimerías de la dictadura.

También Sabadell es un espejo de las iniciativas que surgieron ante el cambio de régimen, sea por la preservación del territorio, la memoria histórica o por una vivienda digna. Son un reflejo la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la continua apertura de centros autogestionados o la ocupación que los vecinos han hecho de antiguas instalaciones con el objetivo de darles un uso social y recreativo. Una de estas instalaciones es el cuartel que albergó las dependencias de la Guardia Civil hasta que, a mediados de 1999, varios padres y madres las ocuparon para alojar la Escola de Futbol La Caserna.

El antiguo cuartel de la Guardia Civil, construido en 1911 por el arquitecto Juli Batllevell en el barrio de la Creu Alta, próximo al Hospital Parc Taulí, quedó sin uso poco antes del año 2000, momento en el que pasó a ser de titularidad municipal. Fue entonces cuando, frente a la dejadez del Ayuntamiento, varias familias de esa barriada constituyeron la plataforma “Volem la Caserna” (“Queremos el Cuartel”). Una iniciativa a través de la cual se organizó una campaña que culminó en junio de 2017 con la ocupación del edificio por decenas de personas, quienes hicieron las tareas de limpieza y adecuación para reasignar sus funciones. A partir de entonces, acogió un punto de recogida de alimentos de la PAH, un área deportiva destinada a la práctica del fútbol, así como locales para colectivos en situación de vulnerabilidad y propuestas tan variadas como un circo social, una compañía teatral y otras relacionadas con la cultura popular.

En cuanto a la Escola de Futbol, la creciente participación de equipos obligó a trasladar la actividad a la Escola Samuntada, situada a pocos metros del cuartel, cuya instalación se adaptó para que entrenasen semanalmente diez equipos. La mayoría, integrados por niños y niñas de entre 6 y 12 años, ya fueron creados por madres y padres que hacían uso de la antigua instalación, y un nuevo equipo, de categoría senior, está formado íntegramente por personas en situación administrativa irregular, hecho que les impide acceder al fútbol federado.

Oleguer Presas, exjugador del Barcelona y del Ajax de Ámsterdam, uno de los dinamizadores del proyecto.

La participación de jóvenes sin papeles en el deporte ya figuraba en la diagnosis realizada por el equipo de Dinamizadoras Cívicas del Ayuntamiento de Sabadell entre diciembre de 2019 y marzo de 2020, la cual propició que la Escola de Futbol La Caserna organizara un equipo para cubrir esta carencia. Hoy, de la mano de varios voluntarios, «estos chicos y chicas se vinculan con el fútbol y encuentran el espacio donde divertirse y relacionarse con su entorno», explica Oleguer Presas, entrenador de la Escola.

El exjugador del Fútbol Club Barcelona y del Ajax de Ámsterdam, muy conocido por su implicación en la vida social de Sabadell, se enroló bien pronto en el proyecto. «Los padres y madres que llevaban a sus hijos al antiguo cuartel contactaron conmigo para ver si quería colaborar y, tras aceptar, empezamos a definir las bases de la Escola de Futbol y a preparar la metodología con la cual garantizar su autogestión». Entre las primeras acciones, acordaron financiar la actividad con cuotas asequibles que permitieron montar focos, alargando así los entrenamientos, y sufragar las contingencias iniciales.

Más allá de la parte logística, que también incluyó la compra de material, consensuaron la idea de convertir la Escola de Futbol en un entorno donde los jóvenes adquirieran los valores de la solidaridad y respeto mutuo a través del fútbol. «Al margen de los beneficios físicos y mentales que proporciona la práctica del deporte, queremos fomentar la autonomía, la corresponsabilidad y las relaciones entre ellos, sus familias y el vecindario que les rodea», comenta Presas.

VISIÓN LÚDICA, PLAN INCLUSIVO

La Escola de Futbol La Caserna busca dar un sentido popular y comunitario al deporte por antonomasia. Este es el planteamiento para el cual las familias se dedican a difundir la iniciativa, mientras Oleguer Presas y el resto de dinamizadores enseñan las técnicas del fútbol a la vez que intentan que «todos los integrantes participen de manera activa y equitativa, sin miedo al error y donde se ayuden mutuamente». Así lo explicita el decálogo de la Escola, según el cual el arte de manejar la pelota no es lo más relevante; únicamente es el medio para que los jóvenes se diviertan y entiendan que, para el buen funcionamiento del equipo, el concurso de cada uno de ellos es imprescindible.

Otra de las premisas de la Escola es permitir que expresen sus emociones, sea la alegría por haber ganado, como la frustración si no lo consiguen, pues «forma parte de su aprendizaje y crecimiento personal», afirma el decálogo. «Lo verdaderamente importante es que respeten a los compañeros desde una actitud positiva que realce la dimensión colectiva que, por definición, tiene el deporte de equipo», resalta Presas. Para el exdefensa blaugrana, retirado del fútbol profesional en 2011, «la intención no es crear futbolistas, sino personas que, ante los retos, vayan creciendo y evolucionando».

Reunión de los entrenadores con los integrantes de un equipo.

Con esta voluntad, los formadores reúnen siempre a los jugadores antes de cada sesión, de manera que nadie queda al margen de la dinámica de grupo y se pueden dirimir los conflictos que puedan haber acontecido en algún partido. «Si ha habido situaciones incómodas o comentarios sexistas o racistas, lo abordamos para que no vuelvan a suceder», indica Presas.

Evitar los estereotipos de género, aplicar una perspectiva antirracista, establecer roles de igualdad y cuidar a las personas que se incorporan son los ejes que distinguen la Escola de Futbol La Caserna, cuya perspectiva también pasa por implicar a las familias, muchas de las cuales se acercan para exponer la realidad por la cual transcurre sus vidas. Así lo señala Oleguer Presas, que recuerda la discriminación que padecen algunos jóvenes por su condición social, origen o procedencia, de ahí que «el fútbol supone para ellos un medio para empoderarse y sentirse seguros».

Al fin y al cabo -insiste Presas-, la Escola La Caserna no está concebida como un club profesional, sino como un espacio que permite compartir los valores del respeto, la diversidad y la corresponsabilidad mediante la práctica del fútbol. «Nada de lo que se encuentran los jóvenes les viene dado, al contrario: a partir del modelo que les proponemos, se hacen cargo de las decisiones y, en algunos casos, se apuntan a las comisiones que se encargan de organizar las diferentes actividades», afirma Presas, para quien «la finalidad última es que puedan cubrir esta necesidad lúdica».

El exjugador, que entrena dos grupos mixtos un par de veces a la semana, precisa que esta mirada no implica renunciar al espíritu competitivo. «Cualquier jugador quiere ganar, es evidente, pero lejos de que esto nos condicione, ponemos el acento en gozar del fútbol incorporando fórmulas que hacen más solidario y responsable al jugador».

Trabajando algunas técnicas en el campo habilitado para fútbol sala.

Entre las medidas que refuerzan el carácter solidario de los equipos, destaca la supresión de la figura del árbitro, hecho que permite a los participantes gestionar los conflictos de forma respetuosa hacia el resto del grupo; prescindir del esquema clásico basado en laterales, extremos o centrocampistas; sacar el balón de banda con el pie, rompiendo así con la rigidez del fútbol federado; y si la situación lo requiere, pasar del fútbol sala a practicar el fútbol 7 o el fútbol 11 con el mismo balón. «Modificamos algunas normas para que el niño o niña se implique en todo lo que ocurre y, sin desnaturalizar el juego, hacer que sea más relajado y entretenido, evitando que nadie grite ni actúe de forma agresiva», afirma Presas.

ABRIENDO EL CAMPO A LAS ALTERNATIVAS

El proyecto de la Escola va camino de cumplir siete años. Un período durante el cual ha consolidado las actividades grupales y, a medida que ha sido necesario, ha aumentado el número de entrenadores gracias a la red que espontáneamente han tejido los padres y madres con los dinamizadores.

En estos momentos, ya son cerca de doscientas familias las que llevan a sus hijos a la Escola de La Caserna que, gracias a su popularidad, ha conseguido transcender más allá de sus paredes y relacionarse con varias entidades de la ciudad. Esto ha hecho que sus equipos concurran cada año en la liga LEFA que organiza la Associació de Futbol Popular de Sabadell.

También, fruto de su proyección, algunos colectivos se han dirigido a la Escola para que los jóvenes participen en torneos, fiestas reivindicativas o debates al entorno del papel social del fútbol. En noviembre pasado, por ejemplo, varios de sus equipos estuvieron en una jornada de convivencia deportiva en la localidad de Sant Fruitós del Bages y, antes del verano, en un encuentro de fútbol inclusivo que tuvo lugar en Banyoles (Girona). Sin olvidar la presencia de algunos de ellos en la mesa redonda que se celebró a mediados de junio en el centro social L’Obrera a instancias de Colors del Món, una asociación creada por educadores de Sabadell que acompañan a jóvenes africanos en situación de extrema vulnerabilidad. Algunos de estos jóvenes, como los que atienden las trabajadoras sociales de la ciudad vallesana, se han ido inscribiendo en la Escola de Futbol, que también con la voluntad de visualizarse, encargó que su logotipo saliera de un concurso que la Escola Illa d’Art i Disseny de Sabadell organizó entre sus alumnos de grafía publicitaria.

Pero no solo el proyecto es permeable a la participación de cualquier joven y de las entidades que desean conocer su manera de entender este deporte; también busca ser coherente en otros ámbitos, ya sea en materia lingüística, que el catalán sea la lengua vehicular entre los niños y niñas y la comunidad implicada en la Escola, como en promover medidas respetuosas con el medio ambiente.

En este último capítulo, ya hace tiempo que los dinamizadores optaron porque la vestimenta de los equipos fuera hecha con criterios de proximidad y respeto al medio ambiente. Y así ha sido: toda la ropa está elaborada con fibras y algodón vegetales extraídos de la agricultura ecológica, que una vez manipulada, es confeccionada y producida por Uniformes Prat, de Sant Cugat del Vallès. Una empresa de carácter familiar que, tras estampar y etiquetar cada una de las piezas, las manda a un taller de Mataró para que sean tintadas con productos ecológicos.

De esta manera, la Escola se añade a otros colectivos de la comarca que apuestan por el comercio justo y responsable, del cual acaban tomando conciencia las familias y los jóvenes que participan del proyecto. Así lo corrobora Oleguer Presas, quien destaca cómo estas decisiones convencen a muchas madres y padres sobre la necesidad de defender estos valores transformadores.

Deporte y justicia social confluyen así en una iniciativa de base popular que, en el instante que pone a circular la pelota, impugna de lleno el mercantilismo y la competitividad insana que predomina en el fútbol moderno. Al contrario: lejos de abrazar el resultadismo y la exacerbación de la individualidad, se erige en un referente para transformar este deporte en una herramienta lúdica al servicio de la inclusión, la justicia social, la solidaridad y el arraigo comunitario.