Iñaki Zaratiegi
RETRATOS DE UN JOVEN BRUCE SPRINGSTEEN

Luz y oscuridad del «jefe» del rock & roll

El “Boss” cumple 75 años el próximo septiembre y lo celebra con casi una cincuentena de conciertos en estadios de Norteamérica y Europa, mientras se anuncia un museo con su obra para 2026. El ahora referente de masas del viejo rock vivió en 1978-79 un definitivo cara o cruz profesional. Lynn Goldsmith, notable fotógrafa y entonces amiga íntima de Springsteen, recupera una colección de retratos personales de aquellos días.

Springsteen, de escapada automovilística en el año 1978. Fotografías:  Lynn Goldsmith
Springsteen, de escapada automovilística en el año 1978. Fotografías: Lynn Goldsmith

Coincidiendo con el cambio de horario de este pasado otoño, hubo un chiste que decía: “se les ha ido la mano atrasando el reloj”. De fondo, un escaparate anunciaba “el nuevo disco de los Rolling, número 1” y “nuevo single de The Beatles”. La pervivencia de las viejas glorias, aunque sea vía inteligencia artificial, es un dato obligado en cada campaña comercial prenavideña, capítulo pop-rock.

Si aquellos vivos chavales británicos fueron la segunda generación rockera, el estadounidense Bruce Springsteen representó la oleada posterior y, a sus casi 75 años, sigue siendo noticia mayor del sector. Anuncia otra mastodóntica gira a un lado y otro del Atlántico, ve publicada su etapa joven en un lujoso álbum de fotos y es reconocido con un museo en su nombre que abrirá en 2026.

El Bruce Springsteen Archives and Center for American Music (BSACAM) se sitúa en su ciudad natal, New Jersey, tendrá dos plantas e incluirá teatro, cabinas de escucha, galerías de fotos y grafitis, videos, instrumentos, vestuarios, entrevistas exclusivas y otra parafernalia hasta reunir más de 35.000 objetos recogidos en 47 países.

El rockero, tomando notas con su guitarra Martin, en 1978.

VISIÓN DE FUTURO

Fue precisamente la aparición de los Beatles en los años 60 del pasado siglo lo que animó a Bruce Frederick Joseph Springsteen, nacido un 23 de septiembre de 1949, a enrolarse como guitarrista en los conjuntos locales The Rogues, The Castiles o Earth o Steel Mill. Debutó en solitario en 1973 con “Greetings from Asbury Park, N.J.”. Asentó con colegas de oficio su potente grupo de apoyo The E Street Band. Se lució en el LP “Born to Run”, conoció los altibajos del negocio y giró desaforadamente por EEUU y Canadá.

Cantante y grupo parecían personificar el lado más genuino del rock&roll way of life. Ensayaban, grababan, viajaban de giras y se divertían exudando una contagiosa energía. Inauguraron un gimnástico esquema de conciertos maratonianos, de tres y hasta cuatro horas de duración con un repertorio variable.

Como había anunciado en mayo de 1974 el crítico musical John Landau en “The Real Paper”, «he visto el futuro del rock and roll y se llama Bruce Springsteen». Landau se iba a convertir en cómplice, productor y mánager del rockero, tras los problemas legales con su anterior promotor Mike Appel.

Así que, en pleno estado de gracia, el cantautor y sus músicos grabaron a finales de 1978 el LP “Darkness on the Edge of Town”, obra más oscura e íntima que el avasallador “Born to Run” y que ha sido considerada una piedra angular de su discografía.

En el camerino en 1978.

UNA FOTERA NEOYORQUINA

El rock era particularmente masculino y The E Street Band no incluía aún a la excepción femenina que se produjo más adelante fichando a la guitarrista-corista Patty Scialfa, que acabaría siendo la pareja estable del jefe de fila.

Pero a finales de 1978, cuando entraron a las sesiones de grabación del “Darkness”, se coló en sus vidas profesionales la joven fotógrafa Lynn Goldsmith. Springsteen recuerda que fue «una encantadora aparición neoyorquina que se presentó una noche en el estudio a hacer fotos del grupo. Yo había grabado un gran disco, pero seguía siendo básicamente un chico de Nueva Jersey. Ella era una buena fotógrafa, una chica de ciudad, algo que yo no había experimentado hasta entonces, así que arrancamos».

La desenvuelta fotera acabó siendo algo más que una contratada retratista de las correrías de aquellos incansables músicos y se emparejó con el “Jefe”, quien recuerda que «pasamos juntos la mayor parte del año siguiente terminando el disco y luego de gira. Éramos bastante inseparables, como Lynn con su cámara, así que tenemos este maravilloso libro».

RETRATOS DE PROXIMIDAD

Se refiere a “Bruce Springsteen & The E Street Band. Darkness on the Edge of Town”, una caja-libro de instantáneas en color o blanco y negro que Lynn Goldsmith realizó en aquellos briosos días y que ha publicado este otoño la veterana editorial internacional Taschen, especializada en arte y fotografía.

Goldsmith acumula más de cinco décadas retratando la cultura popular de su tierra a través de personajes de la música, el cine o el deporte. Sus fotografías han poblado hasta trece libros especializados y se han asomado a lo más granado de la prensa internacional y a docenas de portadas de LPs. Es responsable de las secciones fotográficas de varios museos y ha recibido algunos importantes premios.

Dedicada a Obediah “Obie” Dziedzic, la “fan número uno” y fiel asistente del Boss, fallecida en 2017, la colección de imágenes incluye prólogos del fotografiado, la propia fotógrafa y el guitarrista de Patti Smith, Lenny Kaye, y reúne cientos de imágenes que retratan a un Springsteen en plena encrucijada artística.

La copiosa presencia de la E Street Band en el libro colectiviza el trabajo de aquel joven músico que fue apodado de broma como “El Jefe”, pero que ha desprendido siempre un perfil social y colaborativo. Significativas son las muchas instantáneas en camaradería con sus músicos, especialmente con su mano derecha a la guitarra Steve Van Zandt y el fallecido saxofonista Clarence Clemons.

Goldsmith escribe que «tuve la suerte de presenciar parte de la composición, grabación, lanzamiento del álbum y gira de ‘Darkness on The Edge of Town’. Las personas que primero se dieron cuenta de que Bruce era un poeta y un revolucionario espiritual fueron su ‘banda de hermanos’. Todos aceptaron los rigurosos requisitos y exigencias que se les imponían porque veían a Bruce como un poderoso y lírico defensor de los que se sienten defraudados».

Lynn Goldsmith retratando al “Boss” en camerinos en 1978.

CRÓNICA DE ÉPOCA

Cuenta la autora que «empezamos a hacer sesiones con fines publicitarios poco antes de terminar el álbum. Pensé que tener listos retratos de estudio que pudieran considerarse para portadas de revistas ayudaría a conseguir prensa del disco. Bruce tenía claro que no quería fotos ‘sonrientes’, ya que no reflejarían el tono del álbum».

Lynn describe la potencia del grupo. «Daban todo lo que tenían en cada actuación, por pequeño que fuera el local o el número de asistentes. Como si sus vidas dependieran de ello. Las pruebas de sonido podían durar cuatro horas, con Bruce recorriendo cada rincón de la sala para asegurarse de que ningún asiento tuviera la vista bloqueada y que el sonido llenara la sala como la sangre en los oídos, que encontrara su pulso. Se entregaba al trabajo con pasión, como si eso pudiera salvarle de las depresiones que seguían invadiendo lo que otros pensaban que era una vida de sueños hechos realidad».

Sus fotos recogen muchos momentos de camerino y escenario y también escenas exteriores, como el paseo por una Nueva York helada. Aunque retrata permanentemente a un pequeño grupo de personas dentro de un sector social muy concreto, es un buen documento sobre los Estados Unidos de aquella vibrante época a caballo entre dos décadas.

Springsteen saltando en escena en 1978.

SALVAJE INOCENTE

El “Boss” explica que la fotógrafa «capturó a la banda justo antes de los conciertos, o en bus, moviéndose de teatro en teatro de pueblo y viviendo a un paso de las vidas que la mayoría de nuestros fans estaban viviendo. Yo era ambicioso, joven, salvaje e inocente y 1978 era un gran momento para estar en una banda de rock and roll. Lynn nos capta en un momento crítico, tres años después de ‘Born to Run’ y tras los oscuros días del pleito con mi anterior mánager. La prensa me consideraba un prodigio de un solo éxito, así que salía al escenario con todo lo que tenía que demostrar cada noche».

Pensaba Bruce: «No soy una vieja gloria de 28 años, sino una de las cosas más grandes que jamás hayáis visto (creo...), y unos tiempos difíciles o un pleito duro no van a cambiar eso. Haré vibrar tu alma o moriré en el intento. Y así fue. El tiempo pasó. Lynn y yo tomamos caminos distintos, pero estas fotos son el recuerdo de una época en la que me jugaba la vida, noche tras noche, sin pensármelo dos veces».

Y la retratista subraya los recuerdos de aquellos esforzados tiempos del ahora estrella musical universal. «Bruce tenía seguidores en la costa este y oeste, pero cuando la gira llegaba a teatros del centro del país, no se agotaban las entradas. Recuerdo un espectáculo en una sala que tenía alrededor de 300 asientos al que se presentaron tres personas. Springsteen y la E Street Band tocaron para ellos como si se hubieran agotado las entradas».

Bruce Springsteen, en las calles de Manhattan, en 1978.

CULTO DE CREYENTES

Parece que aquel “working class heroe” era ciertamente un trabajador a jornada completa. «Después del concierto, tras conocer a los fans y firmar autógrafos, subíamos al bus y nos dirigíamos a la siguiente ciudad. Bruce escuchaba el playback de la actuación de la noche y repasaba con la banda lo que se podía mejorar. Escuchaba lo que había dicho al público y pasaba tiempo escribiendo, perfeccionando sus historias e ideando discursos que mejoraran lo que tenía que contar. Cada espectáculo era único».

El rockero «tenía un plan, una lista de canciones, pero cada momento estaba abierto a la espontaneidad. La banda de hermanos estaba preparada para cualquier cambio musical o físico, que se sumaba a la fiesta que Bruce ofrecía saltando desde los altavoces o corriendo entre la multitud».

El cantante, la banda, su equipo, «transformaron al público en un culto de creyentes en el poder del rock and roll para cambiar vidas a mejor. Vi de primera mano cómo Bruce y la E Street Band dedicaban sus cuerpos, sacaban notas del aire, lo daban todo para crear una actuación musical que sugería los fracasos y las glorias del ser humano. Espero que estas fotografías sean la prueba de esa experiencia».

Springsteen posando en 1977.

MÚSICA COMO CURACIÓN

El también veterano guitarrista Lenny Kaye, compañero de grupo de Patti Smith, da su opinión sobre el trabajo de Lynn Goldsmith en el prólogo del libro. «El objetivo de una cámara es como un instrumento musical. La foto que capta puede cantar tanto como la nota de una canción. Es el fotógrafo quien entiende cómo interpretar la música de esa imagen, su intensidad emocional y su toque al corazón, revelando al sujeto tanto como el espejo de quien pulsa el obturador».

El músico opina que «Lynn es una artista a la altura de las leyendas que ha capturado con su cámara. Entiende el ritmo y la melodía de una foto, la capacidad de detener el tiempo y permitirnos saborear el momento, viéndonos a nosotros mismos dentro de su encuadre, junto con las capas de personalidad que revela en sus sujetos».

Destaca Kaye que la fotógrafa es además pintora, artista de performance, compositora, videógrafa y «firme defensora de los derechos de todos los artistas a ser remunerados por su trabajo». Y remarca que la neoyorquina «se ha mantenido firme en su creencia de que la música puede curar, unir y darnos el poder de ser lo mejor de nosotros mismos. Sus fotografías son la prueba de que los misterios de la gracia persisten en los seres humanos, todo en el chasquido de un obturador».

Con su grupo, The E Street Band, en 1978.

NACIDO PARA CORRER

Springsteen es hoy uno de los rockeros más longevos en acción en los mega circuitos internacionales de estadios. Aquel joven airado que en el año 1980 dedicó su emblemática “The River” a su hermana y cuñado como muestra de la desesperanza juvenil estadounidense es ahora casi un embajador cultural.

Se ganó especialmente ese papel cuando en 1984 apareció “Born in the USA”, su himno más popular y su LP más conocido, con unos treinta millones de copias vendidos en todo el mundo. La canción y la imagen del disco con la bandera más imperialista del orbe tenían muchas y contradictorias lecturas, y hasta el ultraconservador presidente Ronald Reagan la quiso usar como emblema patriótico, aunque su significado parecía referirse a las clases sociales bajas y en concreto a los soldados regresados de la guerra en Vietnam, supuestamente olvidados por las autoridades del país.

La fotógrafa Goldsmith apunta que el aspecto más humano del aguerrido rockero se ha reflejado en su oculta cara B: una personalidad frágil y depresiva, con una mala herencia de relación con su padre, como confesó en su autobiografía de 2016. Un lado íntimo y alejado de los masivos akelarres de masas que se manifestó en discos más reposados como “Nebraska”, “The Ghost of Tom Joad” o “Devils & Dust”. A finales de 2022 Springsteen usaría la tópica expresión con la que su madre le animaba, “only the strong survive” (“solo los fuertes sobreviven”), para titular el que es hasta hoy su último disco.

Portada del nuevo libro de fotos.

INCOMBUSTIBLE

El popular intérprete ya se había pronunciado años atrás en temas como la campaña anti centrales nucleares, pero fue durante la carrera presidencial del año 2008 cuando más se significó políticamente actuando en varios mítines para la campaña de Barack Obama.

Quien llegó a ser el primer presidente estadounidense negro y el autor rockero escenificarían su cercanía personal a comienzos de 2021 con el podcast de ocho episodios “Renegades: Born in the USA”, en el que conversaban sobre amistad, música, paternidad, o el “sueño americano”. El encuentro se editó en formato de libro.

El autor de “Working on a Dream” compartió el año pasado una sonada visita a Catalunya con el expresidente norteamericano, el director de cine Steven Spielberg y sus respectivas parejas Patti Scialfa, Michelle Obama y Kate Capshaw. Las tres féminas hicieron coros en el concierto de Springsteen en Barcelona. Fue precisamente en el Palacio de los Deportes de la capital catalana donde debutó al sur de los Pirineos en abril de 1981.

Cantó por primera vez en Euskal Herria en noviembre de 2007, en el BEC de Barakaldo, y ha actuado en otras cuatro ocasiones: tres en el estadio Anoeta de Donostia y una en el antiguo campo de fútbol de San Mamés.

Tras una veintena de álbumes de estudio y casi 70 millones de discos vendidos, rompe récords de músico estajanovista y enfila casi la cifra de 3.000 conciertos realizados en los cinco continentes. Springsteen y su E Street Band preparan una agitada nueva temporada para 2024 con un total de 24 conciertos que recorrerá diferentes ciudades de EEUU. Después volverán a los mayores estadios de Europa, también con más de una veintena de shows. Se rumoreó que vendría de nuevo al donostiarra Anoeta, pero ha preferido realizar tres shows (12, 14 y 17 de junio) en el Estadio Cívitas Metropolitano de Madrid y otros dos en el Estadi Olímpic de Barcelona, los días 20 y 22.

Autora del libro, Lynn Goldsmith, en 2022 fotografiada por ManagingIP.

CAMPEÓN DE ESTADIOS

Con las miles de entradas vendidas para cada concierto en menos de una hora, su tirón comercial es más alto que nunca y las empresas futbolísticas del Atlético y Real Madrid han competido por ficharlo para su redondo negocio estival popero, cuando no hay competiciones deportivas. El Cívitas rojiblanco se ha hecho con Springsteen y también Metallica. El nuevo Bernabéu programará a Taylor Swift y sus mentores recalcan que, a pesar de no haber podido contar con The Boss, este es “un reconocido madridista”.

Así que, a los 74 años, y aunque el año pasado suspendió su gira norteamericana por una úlcera péptica, el cantante mantiene su envidiable energía física. Menos dinámica es quizás su capacidad creativa porque sus largos repertorios tiran mayormente de material clásico en unos shows previsibles y sin apenas renovación.

Pero la perseverancia en ofrecer una sudorosa fiesta rockera, con mensajes de autoestima y esperanza, mantiene en lo más alto de la popularidad social a aquel prometedor valor íntimamente retratado hace casi medio siglo entre las luces y sombras suburbanas y en plena inflexión vital.