7K - zazpika astekaria
SALUD

La ambivalencia de lo natural en la salud

En cuestiones de salud, hay que darle una vuelta a la terminología. Lo «natural» se utiliza demasiado a menudo y no siempre se ajusta a la realidad. La autora pone como ejemplo el tema de la leche cruda, cuya venta antes estaba prohibida y cuyo consumo va en aumento.

(Getty)

Aludiendo directamente al título, es cierto que en lo relacionado con la salud, a veces, el mensaje es que “lo natural, es lo mejor” y, en otras, todo lo contrario. Por ejemplo, yo he aprendido en los últimos meses que portear al bebé, aunque en nuestro caso con necesidad de mochilas o fulares de porteo, es la manera natural, biológicamente hablando, en la que las distintas especies de mamíferos trasladan a sus crías y, los carritos, una mera “comodidad” para las madres y padres.

Pero también he descubierto que existe una nueva tendencia nutricional que se basa en este concepto de lo “natural”: beber leche cruda. De hecho, a nivel estatal se llevan registrando importantes aumentos en su consumo desde hace al menos dos años, y en Estados Unidos alrededor de 3,2 millones de personas toman leche cruda cada semana.

¿Por qué esta tendencia? Pues parece que el objetivo de este consumo “natural” de leche no es otro que mejorar la salud, ya que hay quien afirma que, de esta forma, se mantienen ciertos probióticos y vitaminas que pueden prevenir el asma, tratar enfermedades intestinales y un largo etcétera. Pero, ¿es esto real? Bien, para empezar, el concepto de “leche cruda” hace referencia a la secreción mamaria de mamífero que no ha sido pasteurizada o tratada con calor, un tratamiento térmico necesario para asegurar la seguridad de la leche pero que, como ocurre con todos los alimentos sometidos a calor, siempre va a tener un efecto sobre sus características nutricionales (contenido en vitaminas principalmente) de manera proporcional a las temperaturas y tiempos utilizados.

¿A qué seguridad nos referimos? Pues a aquel tratamiento térmico necesario para matar las bacterias causantes de enfermedades como la salmonelosis, la listeriosis, la tuberculosis, la fiebre tifoidea, la campilobacteriosis y la difteria. Por esto mismo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y otras entidades oficiales como la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU y la Academia Americana de Pediatría han advertido contra su consumo por considerar que la leche cruda es «uno de los alimentos de mayor riesgo», un riesgo que puede ser mortal.

Entonces, ¿por qué está de nuevo permitida su venta en el Estado tras 28 años de prohibición? Saquen sus propias conclusiones. Pero no cabe duda, los supuestos beneficios para la salud (no probados con suficiente evidencia científica) de la leche cruda no compensan los riesgos (y suficientemente evidenciados, ahora y a lo largo de la historia). A veces lo natural sí es mejor y, otras veces, no.