Berta García
CONSUMO

El agua como mercancía

El agua, un bien común y necesario, se ha convertido en uno de los recursos más explotables y cada vez más inaccesible para muchos seres humanos que no disponen del líquido vital. El agua ya no es un bien de todos, sino una fuente de inequidad e injusticia en todo el mundo.

Las cifras de personas que carecen de este recurso son desalentadoras, y más si tenemos en cuenta los cambios climáticos mundiales. Sin embargo, frente a este panorama desolador de escasez, la mercantilización del agua es el negocio por el cual apuestan las grandes multinacionales, distanciando a las poblaciones de poder hacer pleno uso libre del recurso.

Grupos poderosos (que conocemos sobradamente) entraron en una carrera despiadada por hacerse con el control de reservas para comercializar sus aguas embotelladas con la publicidad engañosa de «características milagrosas, de verde, bio, adelgazante, etc», o refrescos de cola, cuyas cifras de consumo abochornan. Y qué decir de los millones de litros que se utilizan para la elaboración de bebidas energéticas o de seudo zumos de frutas que bien podríamos compensar con la ingesta diaria de tres raciones de fruta natural de temporada. Todo esto, paradójicamente, para una parte de la población mundial que disfrutamos de agua corriente en los hogares las 24 horas del día.

Tenemos que sensibilizarnos si de verdad queremos acabar con esta gran injusticia mundialmente extendida. No solo corresponde a los gobiernos frenar esta escalada de privatizaciones, pues como consumidores tenemos en nuestra mano el gesto de hacer STOP a la compra indiscriminada, superflua y embotellada de un bien cada vez más escaso en el planeta, aunque a nosotros no nos toque ni de lejos. Hasta aquí solo hablamos del agua potable, pero nos queda el suma y sigue del agua para otros usos, y de esto se hablará otro día.