Javi Rivero
GASTROTEKA

«Puxa Asturies gastronómica»

Sabiamos por un artículo reciente que Asturias es el lugar favorito del chef de 7K si se trata de pasar unas vacaciones comiendo y descansando bien. Desde allí, continúa recomendando establecimientos en los que se come estupendamente y a buen precio hasta el pixín.

(Getty)

Feliz domingo familia, cómo ya es costumbre por estas fechas, toca que os cuente cuál ha sido la kutxipanda gastronómica asturiana de este año. Para los recién llegados, decir que todos los años visito Asturias por puro placer. Considero, así, brevemente dicho, que se trata de la mejor comunidad autónoma para unas vacaciones en las que las cosas del comer y el relax son prioridad. La naturaleza se funde con absolutamente todo; carreteras entre montañas, pueblos con una frondosidad vegetal descomunal, playas dónde menos te lo esperas y una vista totalmente despejada, casi idílica, sin industria. Esto me genera una gran paz. Y si, encima a esto, se le suma lo bien que se come, la recarga de pilas se multiplica por diez.

También opino que, para valorar un lugar, tal y como solemos hacer o como se ve por las redes, se necesita más de una visita. Pues es imposible dar opinión general y objetiva sobre un lugar o lugares con lo vivido una vez (o, en muchos casos, con lo oído). Este año me he cansado de gente que me recomendaba ir a lugares por lo que había visto en redes, que si un instagramer había ido o dicho sobre X lugar, que si un ranking…

Nada como volver a un lugar e ir poco a poco desarrollando opinión propia, dando segundas oportunidades a lugares que no cumplieron la primera vez, preguntando a lugareños, simplemente observando, dejando que pase el tiempo para ver y entender cómo funciona un entorno… Nada como visitar un lugar y «allá dónde fueres, haz lo que vieres (hacer a los lugareños)». Pues dicho y hecho.

Me atrevo a compartir con vosotros algunas conclusiones cómo qué; “el pastel de pescado son los padres” o “el pixín (rape) es a un asturan@ lo que la merluza a un guipuzcoan@”. Me ha sorprendido la falta de platos vegetales, siendo esta una comunidad con una fuerza vegetal que ni en Euskal Herria. De verdad, la intensidad y el color de esta comunidad, hacen que uno atisbe platos vegetales a mansalva. Pero la realidad es que no, que no ha sido fácil encontrar platos de verduras. Y por norma general, las cartas de los garitos locales y tradicionales van bien cargadas de proteína marina o terrestre. Me gusta pensar que estas cartas reflejan muy bien cuál es y cuál ha sido la realidad y la cultura alimentaria de un entorno. Y hacer este ejercicio de pensar que esto es el reflejo de un pueblo, de su alimentación, sus tradiciones, modales, cantos, bailes, etc es lo que enriquece y hace que uno se dé cuenta del valor que esconde cualquier pequeña tasca de pueblo. Por esto, más allá de las sidrerías que hemos visitado -el Rubiu o el Cabañón, ambas fantásticas-, me quedo con Casa Raúl.

La relación precio/placer que ofrecen estas dos sidrerías es difícil de superar. En la primera, disfruté de una ensalada de bonito (casero) y un pixín asado increíblemente rico por menos de 40 euros por persona. Botella de sidra, café y postre incluido. Y en la segunda, en el Cabañón (segunda visita), me volví a comer una de las mejores chuletas del año. Sidrería que atiende a mucha gente, servicio sin florituras, correcto, pero con un producto y platos que, para lo que uno paga, cumple de 10. ‘Puerritos’ de aperitivo, ensalada de tomate, cecina de vaca, txuleta de 1,4 kg con patatas y pimientos, buen pan y sidra por 45 euros por persona. Os repito que es una de las mejores chuletas del año (probablemente la mejor). Eso sí, como único “pero”, no sirven café. En mi caso, que podía ir andando desde el alojamiento en el que me encontraba, tampoco me resultó molesto.

Y ahora sí. Me suelo alojar en Naves, un pueblito precioso desde el que uno puede hacer una ruta por la montaña de 1, 2, 3, 4 o las horas que quiera o ir andando a la playa y llegar en menos de 15 minutos. Aquí se encuentra Casa Raúl, una tasca-sidrería de pueblo en la que se come de auténtico escándalo. Confieso que ha sido una única visita y casi por descarte. Algo así como “picamos algo en la tasca del pueblo y listo. Que no hay mucha hambre”. Vaya si nos arrepentimos de no haber hecho esto antes… Voy plato por plato:

Croquetas de jamón: Como pipas, pequeñitas, casi de bocado y con un sabor a leche fuera de lo normal. De esos platos que adelantan que una visita no va a ser suficiente…

Merluza rebozada: Si es que según lo escribo, me estoy imaginando, volviendo el año que viene. Merluza de anzuelo, frita a la romana, con un poquito de mayonesa acompañando, emulando la mejor merluza a la romana que uno se puede preparar en casa. Brutal.

Solomillo de ternera asturiana: EL SOLOMILLO. Mantequilla con forma y sabor de carne. Que burrada lo de este plato. Pequeños pedazos de solomillo, poco hechos, como bien pedimos, con una fina salsa de cabrales. Manjar de dioses a la asturiana.

Esto fue lo que probamos, pero quedamos con ganas de conejo guisado, callos, patatas que nos recomendaban los allí presentes… Casa Raúl es un refugio gastronómico-casero dentro de una comunidad que ya lo es per sé.

Para poneros algo de tarea y que vayáis retomando las cosas de comer desde la práctica, os dejo algunas claves para prepararos un pixín (rape) rebozado de categoría.

Cortad la carne de rape en tamaño de uno o dos bocados y saladlos bien. Dejad que reposen en la nevera después de salados unos 10 minutos. Batid bien dos claras con una yema (que los huevos estén muy fríos es importante) y una pizca de sal. Batid hasta que empiece a espumar y reposar en frío, mientras sacamos de la nevera el pixín y lo enharinamos ligeramente. Que quede una capa súper fina de harina, como una piel mate. Una vez tengamos enharinados los bocados de pixín, los pasamos por el huevo (volvemos a batir para que espume) y directo al aceite caliente (casi humeante y que cubra todo el pescado). El huevo cuajará de golpe y creará una capa de rebozado perfecta que hará que el pescado no se seque. Freíd los bocados, como mucho 1 minuto. Dejar que reposen fuera del fuego otros 2 y probadlos. Si véis que le falta cocción, dejadlos 15 segundos más.

Ya tenéis vuestro pixín frito, familia. Como diría mi madre, este pescado rebozado, mejor dejarlo para mañana, qué frío, con pan y de hamaiketako, es imbatible.

On egin!