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PANORAMIKA

Imagen y objeto

Vista general de la exposición de Kiko Miyares, que se puede ver hasta mediados de abril en la galería bilbaina SC Gallery.
Vista general de la exposición de Kiko Miyares, que se puede ver hasta mediados de abril en la galería bilbaina SC Gallery. (Cortesía de SC Gallery)

Dos de los elementos más presentes en la creación artística son la imagen y el objeto. Todo es imagen, en tanto en cuanto, todo puede ser susceptible de ser representado visualmente. Pero a su vez, todo es objeto, pues todo está contenido dentro de la materia. Incluso con la explosión digital, todo soporte que sirve para el visionado es finalmente un objeto físico y tangible. Pero cuando nos referimos a estos dos conceptos, se nos presenta la posibilidad de agrupar, bajo cada uno, las grandes disciplinas del arte. Mientras dentro de la creación de imagen entendemos que pueden encontrarse el dibujo, la pintura, la fotografía, el cine, el grabado, el grafiti o la ilustración y el cómic, la producción objetual agrupa la escultura, la arquitectura e incluso el diseño industrial o diseño de moda. Pero, como casi todo en esta vida, nada es definitivo.

La imagen y el objeto encuentran lugares híbridos en los que entremezclarse para convertirse en algo más allá. Se desenvuelven en posiciones no tan claramente identificables, para proponer desde ahí otros espacios desde los que reivindicarse.

La exposición que reseñamos hoy nos interpela, precisamente, desde uno de esos lugares. “La vida huracanada” de Kiko Miyares (Llanes, 1977) es a medio camino una muestra que puede ser, al mismo tiempo, pintura expandida, escultura puesta sobre pared o un conjunto de elementos de la cultura popular con clara presencia de arte urbano o ilustración. Todo esto se conjuga para proponer una visita que no dejará indiferente.

Inaugurada a mediados del mes pasado y disponible hasta el próximo quince de abril, la muestra presenta una serie de piezas marcadas por un horror vacui plagado de color y referencias reconocibles. La madera es el elemento protagonista y a través de ella encontramos la gestualidad del artista en cada una de las tallas que consiguen dar con la forma final. Bustos de superhéroes, pequeños coches con faros encendidos, una cara que nos recuerda a Donald Trump e incluso paisajes montañosos aparecen colocados de manera fragmentada, componiendo una suerte de retablo contemporáneo que es la vista principal de la muestra.

Es imposible dejar de notar esas figuras realizadas con una distorsión que las alarga casi hasta el desenfoque visual, de nuevo el objeto tratando de ser imagen. Lo interesante de “La vida huracanada” es quizás que no parece respaldada por una narrativa concreta. Las relaciones que dan consistencia al conjunto de piezas, surgen precisamente de la composición que las sustenta y de la capacidad de cada una de ellas de encontrar junto al público un lugar compartido. Pasen y vean.