Ibon Zubiela
Secretario de LAB de Salud Laboral
KOLABORAZIOA

Cuando la publicidad sustituye a la política

El 30 de marzo se presentó públicamente la nueva Estrategia Vasca de seguridad y salud 2015-2020. Esta estrategia debería ser la base de las políticas y del modelo preventivo a desarrollar en los próximos años. Es decir, qué va a hacer el Gobierno de Gasteiz para que no perdamos la salud y la vida en los puestos de trabajo.

En la práctica nada nuevo. Es una mera continuación de los planes anteriores y de la estrategia europea y estatal de salud laboral. Tampoco podemos hablar de estrategia, ya que se limita a ser una declaración de intenciones.

Decimos que es continuista ya que sigue la misma línea que hasta ahora. Si la comparamos con la Estrategia 2011-2014 se puede observar que se va a hacer prácticamente lo mismo. No existe una reflexión real y cuantitativa sobre lo realizado. Pero a pesar de reconocer que «las evaluaciones de riesgos son generalistas y que no sirven para hacer prevención» o que «no se ha avanzado en la cultura de prevención», siguen haciendo una valoración positiva de lo realizado.

Consideramos que es una declaración de intenciones puesto que no fija acciones concretas con objetivos de proceso e impacto. Además no se hace ninguna referencia a los medios económicos, materiales y humanos de los que dispone y que necesita para llevarla a cabo. Y más si cabe cuando en los últimos años hemos asistido al descenso paulatino y constante de los presupuestos de Osalan.

Las principales causas de las pérdidas de salud son conocidas: la temporalidad, la subcontratación, horarios, parcialidad, es decir, la precariedad. Durante estos últimos años, se han aprobado dos reformas laborales que van a seguir profundizando en la precarización de las relaciones laborales. Es una realidad que no se debe obviar pero que ni siquiera se menciona. Una estrategia eficaz de salud laboral, debe contemplar medidas para hacer frente a estas condiciones de trabajo que hacen que perdamos la vida o que enfermemos.

En este contexto, las administraciones públicas no se mojan, aparecen como árbitros de una contienda externa. Como si esas administraciones públicas no fueran las garantes de que se cumplan los derechos que tenemos como trabajadores y trabajadoras.

No hay ninguna referencia a la crisis y a los efectos que tiene sobre nuestra salud. Desgraciadamente tenemos cercano el ejemplo del suicidio de la compañera de Nafarroa, Miren, debido a la pérdida del empleo y el inminente desahucio. Una estrategia tendría que contemplar en su totalidad la salud de la clase trabajadora como un elemento más de la salud pública y, por lo tanto, los efectos de la pérdida del empleo y del desempleo, del menor acceso y cuantía de las prestaciones, etc. sobre nuestra salud.

No se ha avanzado en nada a la hora de abordar la problemática que existe con el no reconocimiento de las enfermedades profesionales. Esto es algo que no interesa ni a las mutuas ni a la patronal. Tampoco hay ninguna mención a la reforma de las mutuas, cuando sabemos que se trata de un paso más en la privatización, en detrimento de la salud laboral y en beneficio de las ganancias de las mutuas.

Inspección de Trabajo, por su parte, se encuentra en una situación cada vez más caótica y sin unas directrices concretas. No hay más que echar un vistazo a las actuaciones y los requerimientos de Inspección de Trabajo que desde el 2011 se han reducido a la mitad. Todo ello siguiendo una voluntad política que hace que solo en el 8% de los casos en los que Inspección interviene acabe en sanción. Es decir, a pesar de los accidentes y enfermedades, del incumplimiento de la normativa preventiva, no pasa nada... quienes pagamos ese canon de sangre somos la clase trabajadora.

Es una estrategia que asume los postulados de Confebask. Culpabiliza a la clase trabajadora de los accidentes y enfermedades profesionales rebajando la responsabilidad empresarial e igualando esa responsabilidad con la de la clase trabajadora. Olvidándose en todo momento de quiénes son los propietarios de los medios de producción, de la organización del trabajo, de la política preventiva.

Consideramos, que, debido a una falta de voluntad política, nuevamente se ha perdido una oportunidad de hacer algo realmente importante. Un modelo fracasado e importado que se limita a campañas de marketing y publicidad vacías de contenido, una mera declaración de intenciones caduca para parecer que se hace algo sin cambiar nada, para no confrontar y hacerle el juego a la patronal y que aumenten sus beneficios a costa de nuestra salud y nuestra vida.

El sindicato LAB exige un cambio radical en las políticas de seguridad y salud en el trabajo. Y, como siempre, continuaremos trabajando desde cada empresa, desde cada sección sindical, buscando y peleando las mejoras de las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora. Esa es la alternativa.