Ramón SOLA
NUEVA INICIATIVA LOCAL POR LA RESOLUCIÓN

Azpeitia desnuda sufrimientos para tejer convivencia

La reconciliación y la convivencia siguen labrándose a pie de calle. Ahora es Azpeitia quien da ejemplo, con un foro plural impulsado por el Ayuntamiento, que ha trabajado en silencio durante un año. Sus participantes han acercado posturas y constatan que «las barricadas no son inevitables».

Mientras en la alta política predominan las fricciones y bloqueos, otra iniciativa local confirma que a pie de calle todo es más fácil. Ocurrió en Errenteria primero, hace poco en la bahía de Txingudi, y ahora en Azpeitia. La experiencia resulta sencilla y humilde como corresponde a una localidad de este tamaño, pero encierra un simbolismo y un montón de moralejas que quieren compartir. Por eso han decidido, «por unanimidad», sacarla a la luz.

Todo comenzó hace un año, con el impulso de los tres grupos municipales (Bildu, PNV y Hamaikabat). Once personas fueron invitadas a participar en un foro que cruzara experiencias sobre el conflicto y explorara posibilidades de convivencia. No se representan más que a sí mismos, subrayan, pero a nadie se le escapa que Jabier Altuna ha sido concejal del PNV y Manoli Uranga del PSE, que Miren Odriozola ha tenido responsabilidades en la izquierda abertzale, o que la mayoría de los participantes han sufrido violencias diferentes, desde los fusilamientos franquistas a la kale borroka.

Aceptaron el reto y ayer se declararon más que felices por ello. Los «nervios» y «escepticismo» del primer día dieron paso a un acercamiento mutuo «mejor y más fecundo de lo que esperábamos». Lo explican en un «relato» conjunto. No es una historia unívoca del pasado, porque asumen que cada uno tiene su punto de vista al respecto, pero sí una conclusión compartida de futuro: «Es más importante la responsabilidad que la culpa, más importante el sufrimiento que la ideología. Hay que mirar hacia adelante, sin olvidar el pasado y sin odio».

Del respeto a la empatía

Se han reunido una vez al mes, para hablarse y para escucharse. Cada uno ha contado su experiencia, muchas veces dolorosa. «Un ejercicio muy duro», admiten, porque «desnudar el sufrimiento es revivirlo» y porque eso se hacía ante «personas a las que en otros tiempos considerábamos enemigos». Se añadían otros sentimientos incómodos, como el miedo a hacer daño al de enfrente, la desconfianza, el temor a poder ser manipulados por los partidos...

«Respeto» fue una de las palabras más empleadas ayer, y la herramienta fundamental de este proceso. Confirman que han hablado de todo y escuchado todo, «con momentos difíciles y a la vez emotivos», pero siempre con respeto mutuo y predisposición a entender al otro. De ahí ha surgido una convicción general de que nadie tenía la verdad absoluta. Y de que «los otros también han sufrido como nosotros».

Cada uno tiene su propia moraleja, pero todas similares. Destacó Odriozola el valor «humanizador» de la experiencia. A los más jóvenes del grupo las sesiones les han mostrado la dureza del conflicto pasado. A quien llegó a Azpeitia desde otros lares, haber podido participar y aportar. Para el conocido teólogo Joxe Arregi, uno de los once, «si nosotros hemos podido, todos podemos». Y si se puede en Azpeitia o en Errenteria, localidades muy castigadas por décadas de conflicto, se puede en toda Euskal Herria. Se trataba simplemente de eso: demostrar que se pueden levantar aquellas «barricadas inevitables» mientras se continúa trabajando por acabar con todas las violencias.